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Fuente: www.emol.com – Por: Matías Harz – 22.09.2020
En conversación con Emol, Juan Núñez, también ex tenista nacional, habla de su vida en Estados Unidos como entrenador y del éxito de Nicolás Massú.

Hace una semana Dominic Thiem tocó la gloria. Venció a Alexander Zverev y, de la mano de Nicolás Massú, se proclamó campeón del US Open.
Con esta notable victoria, Massú se transformó en el tercer coach chileno en alcanzar un título de Grand Slam. Anteriormente lo habían hecho el fallecido Patricio Rodríguez junto al ecuatoriano Andrés Gómez y Juan Núñez con la española Arantxa Sánchez Vicario.
Precisamente Núñez fue el primero en conseguirlo. Junto a la hispana lograron el título en Roland Garros de 1989, derrotando en la final a la histórica Steffi Graf, número 1 de la WTA en ese momento.
Pero antes de llegar a la cima, Núñez fue tenista e incluso, post retiro, dirigió por un tiempo a una leyenda de este deporte.

¿Cuál es la historia del primer coach chileno en ganar un Grand Slam?
Juan, con cerca de 12 años, era pelotero de un club en Punta Arenas. Ahí tuvo su primer acercamiento al tenis, disciplina que lo cautivó de inmediato. Comenzó jugando contra el frontón pegándole a la pelota con un pedazo de madera: "Me encantó el deporte", cuenta a Emol.
Un año más tarde, su papá y mamá empezaron a trabajar como cuidadores del recinto. Eso lo ayudó a tener las instalaciones a su disposición para poder practicar y pulir su técnica. Luego de que un socio del club le enseñara y de que mejorara considerablemente, su familia se mudó a Arica y eso, según sus palabras, lo perjudicó un poco.
"Desgraciadamente los torneos pasaban en Santiago, entonces me perdí varios años en Arica", señala Núñez, quien hoy con 63 años vive en Estados Unidos.
En su etapa de junior no pudo jugar muchos torneos Nacionales, pero, a pesar de eso, el tenis le gustaba tanto que tenía solo una misión: Llegar al profesionalismo a toda costa.

185° Fue su mejor ranking como jugador

"Tenía 20 años cuando tuve la oportunidad de ir a Estados Unidos a jugar. Me ofrecieron una beca en una universidad, pero tenía el sueño de jugar en profesionales. Fue una aventura, más que nada sobreviví", sostiene.
Núñez tuvo una corta carrera, la cual comenzó en 1978. Jugó cerca de cuatro temporadas y con mucho sacrificio llegó hasta el puesto 185 del ranking ATP. Eso sí, se dio el lujo de jugar contra figuras de la talla de John McEnroe, José Luis Clerc y Guillermo Vilas.
Sin embargo, cuando pasaba por un buen momento, se retiró en 1981: "Cuando jugué con McEnroe en el US Open, mi novia quedó embarazada y ahí me puse a trabajar. El circuito en ese tiempo, si no estabas entre los 50 mejores, no se podía vivir del tenis. Me retiré y fui a trabajar a Florida. Conseguí un trabajo en un club como profesor de tenis".

-Empezaste a trabajar como profesor, pero ¿cuándo empezó tu carrera como coach profesional?
"Comencé a trabajar en un club en Boca Ratón. Chris Evert (leyenda del tenis mundial, ganadora de 18 Grand Slams) vivía cerca y su padre me llama un día y me pregunta si puedo pelotear con ella. Partí como sparring.
Mi trabajo era pelotear con ella, pero un día ella estaba teniendo problemas con el saque, entonces me grita: '¡Me puedes ayudar!'. Le dí un par de consejos y le empieza a pegar muy bien. Entonces me mira de vuelta y me dice: 'Lo que veas, yo lo quiero saber'. Ya a la próxima sesión empecé a dar más mi opinión como entrenador y luego me pidió que la acompañara a un torneo. Así empezó mi carrera, fue una colaboración por un año, pero no a tiempo completo".

-Una gran chance comenzar en el circuito con alguien de la talla de Chris Evert...
"Caí parado, se me abrió la oportunidad. Ahí conocí a Arantxa Sánchez, en el circuito. A final de 1988 me pidieron que trabajara con ella". En 1989, Juan dirigió a la ex tenista española y en Roland Garros llegó a la cima. La hispana se llevó el trofeo en París y su carrera despegó. A pesar de que tuvieron grandes resultados, esa relación solo duró una temporada por líos económicos.
"Esa relación pudo durar más, pero no pasó. Cuando comenzamos la negociación para el año siguiente, yo consideré que era injusto el contrato que me estaban ofreciendo. La madre me decía que yo estaba haciendo mucho dinero, pero yo decía: 'Pongamos cosas en perspectiva. Antes de Roland Garros, Arantxa cobraba 5 mil dólares por exhibición y después de ese título cobraba 40 mil dólares'. Entonces no estaba pidiendo más, porque yo no cobraba un sueldo base", revela.
Tras cortar ese exitoso vínculo, Núñez siguió su carrera con una serie de jugadoras. Y la última de renombre que tuvo fue la argentina Gabriela Sabatini (la mejor tenista de la historia de su país), quien ya estaba en la parte final de su carrera.

-¿Qué pasó después con su vida?
"En ese tiempo, cerca del año 1997, me retiré para estar más con mis hijos. De ahí en adelante comencé a trabajar, una vez más, como profesor (...) En los últimos siete años de mi vida he trabajado en una academia llamada ProWorld en Florida".

-Prácticamente le ha dedicado toda su vida al tenis...
"Tengo 63 años y todavía me meto a la cancha 7-8 horas al día. Me encanta el tenis y siempre quiero tratar de mejorar. El día que me muera, va a ser en la cancha. Es un placer", cuenta entre risas Núñez, quien confiesa que es una persona de "bajo perfil" y que "es muy posible que mi nombre sea desconocido" en Chile.

"Es realmente increíble lo que ha hecho Massú"

-¿Qué le parece lo hecho por Massú?
"Es realmente increíble lo que ha hecho con Dominic Thiem. Cuando uno tiene un jugador que gana Grand Slam, el trabajo va mucho más allá de mejorarle la derecha, el revés y el saque. Es una relación muy cerrada, interna. Tiene que haber química y Nicolás ha logrado eso con Thiem. Yo me di cuenta cuando terminó la final del US Open, se empezaron a apuntar entre ellos y ves que hay química.
Para que un jugador logre ganar un Grand Slam, tiene que tener total confianza en lo que su coach le dice. Logró que Dominic creyera en lo que él le dice. Ese es el valor del coach".

Fotografías: Archivo Personal