Fuente: www.pichilemunews.cl - 11.11.2023
- Este pichilemino le encontraba “remedio” a cualquier artefacto en un pasado relativamente reciente.
- Hoy -desde hace décadas- el también ex “radiodifusor”, popular y solidario conductor radial, de vez en cuando sale a caminar o dar un paseo acompañado de su fiel esposa. Y cuando lo saludan rejuvenece, se alegra que lo reconozcan y, no pocas veces termina emocionado.
Así es, estamos refiriéndonos a Ricardo Fanor Calderón Vargas, un pichilemino que tenía cuerda laboral para rato; pero operaciones a la vista lo dejaron relegado en su casa, solo disfrutando de su hobby, la música, ya oyendo o sacando temas en su pianola electrónica.
Más conocido como el “Chicho” Calderón, este personaje como tantos en nuestro “bosque pequeño” -ya lo decíamos- se entretenía buscando la solución a artefactos y/o equipos averiados, hasta dejarlos funcionando perfectamente. O, incluso, más, con algún “agregado de más” dejándolos con características mejoradas e impensadas como de hecho, cuenta en una conversación con “pichilemunews” y que publicamos el 20 de diciembre de 2014 y que puede conocer completo buscando en Google, con el título de: RICARDO FANOR “CHICHO” CALDERÓN VARGAS, OTRO PERSONAJE POPULAR Y PECULIAR DE PICHILEMU
Ricardo Fanor
Este pichilemino de 67 años es el mayor de seis hermanos –cuatro varones (Raúl, Félix y Renato) y dos mujeres (Patricia y Marta)- se ha destacado desde hace más de 50 años en los diferentes oficios que ha desempeñado desde muy joven.
Sus padres fueron Abel Fanor Calderón Calderón, fallecido el 22 de febrero de 1969 y Marta Eugenia Vargas Cornejo, fallecida el 27 de noviembre de 2002.
En una grata conversación nos contó varias anécdotas en donde el humor estuvo presente en todo momento, pese a las vicisitudes de la vida que lo tienen dependiendo exclusivamente de su señora que lo saca a caminar o de su hermano Raúl que le visita de vez en cuando y está atento a algún requerimiento si lo estima necesario.
Una ceguera total lo tiene alejado de los micrófonos y cámaras; pero sigue con fe y esperanza de volver a ver, seguir bregando y hacer lo que más le agrada: Estar en contacto con sus auditores, es lo que nos expresó la última vez que lo visitamos, el 2014.
Ahí aprovechamos de conversar de una serie de aspectos y recordar detalles de su trayectoria, para la mayoría desconocida y que sorprende, cuando nos remontamos a los años ’70 y nos adentramos en las actividades que realizaba. Para una gran mayoría de los pichileminos –en ese entonces- aparte de conocerle por su verdadero nombre, paralelamente era conocido como “El Cojo” del Cine Royal.
¿Cómo fueron tus inicios ahí en el Cine Royal?
“Ahí llegué como ayudante del Manuel “Lito” Celis, hijo de la dueña del Cine “Royal”, quien en esos años era el Operador del Cine. Yo le ayudaba a ir a buscar y a dejar las películas a la Estación de Ferrocarriles, ya que en ese tiempo era el medio de transporte por el cual las Distribuidoras enviaban las películas contratadas. Y como tú debes acordarte, en el verano se pasaban todos los días películas distintas. Aparte de ello, era el encargado de poner los “Carteles” que anunciaban la exhibición de las películas, lo cual significaba poner dos o tres “Carteles” en puntos claves. Se ponían en la mañana y se retiraban en la noche para evitar su destrucción. Y a poner música durante el día para invitar al público a las funciones que se deban y anunciarles los próximos estrenos”.
¿Y cómo lo hacías cuando el tren a raíz del accidente que ocurrió cerca de El Lingue, a principios de la década del ’70, lo que se enviaba por el sistema de “Equipaje” había que despacharlo en ese punto?
“No me quedó otra que viajar con las películas hasta El Lingue y ahí bajarme con ellas al hombro y subir como podía con ellas hasta dejarlas en la Bodega del tren para que continuara a Santiago. Y devolverme con las películas que venían desde Santiago. Eso lo hice durante todo el tiempo que duraron los trabajos para reparar el “terraplén” que colapsó a raíz de los temporales de invierno y el peso del tren hizo que máquina, bodega cayeran junto al material revenido y el carro de primera quedara colgando sobre los otros …”.
Pero más tarde tú pasaste a ser el Operador …, le acotamos.
“Bueno, el “Lito” me enseñó a operar las máquinas y de a poco me dio la confianza para dejarme definitivamente en esa función. Y las demás tareas que seguí cumpliendo por varios años. Estuve ahí más de 35 años …”.
Toda una vida. Y, seguramente en tu labor, más de alguna vez sentiste los gritos de parte del público el clásico “cojo” con el cual pedían y exigían la reanudación de la película, le consultamos a Chicho Calderón.
“Muchas veces mi amigo Washington. Y había que tener paciencia nada más. Al principio uno se pone nervioso por la presión, pero después uno lo toma como “gajes del oficio”. Y no queda otra que reparar con rapidez y al mismo tiempo con precisión la película cortada. Esos cortes eran recurrentes porque la velocidad de la película va muy rápida y cualquier desincronización provoca el corte de la película, sobre todo cuando los equipos llevan años de uso, no obstante, a que uno los mantenga en buenas condiciones”.
Inventor
Me acuerdo de que, además, tú eras como una especie de “Giro sin tornillos” y que en la década del ’70 empezaste a “transmitir” música e incluso hacer menciones publicitarias de algunos negocios, le recordamos …
Luego de sonreír ante esos recuerdos, nos dice: “Bueno, no sé si era “giro sin tornillos”; pero experimentando con un micrófono inalámbrico, me pregunté ¿qué pasará si en lugar de tener “x” impedancia, se la aumentamos el doble o el triple. Y aumenté la cantidad de pilas al micrófono. Al probarlo en las transmisiones de música dije “me responde o se quema”, pero ocurrió que la potencia permitió que lo que yo hablaba por el micrófono se escuchaba en las radios locales, interfiriendo sobre lo que en ese momento tenían sintonizado. Hecho que fui conociendo a través de amigos y vecinos. Cuando ya me convencí de que esa innovación tenía ese resultado, empecé a salir en determinados horarios donde me sintonizaban en varias partes de Pichilemu”.
¿Y es cierto que le llegaste a poner nombre a “tú emisora”?
Como humorada le puse Radio “Golondrina”, pero siempre con el temor de que las autoridades pudieran de alguna manera llamarme la atención, por decir lo menos; pero igual seguí porque no le hacía daño a nadie, solo me motivaba entregar música y a algunos amigos les hacía algunas menciones de sus negocios, como al “Gigi” cuando tu hermano Eduardo se estableció en sus primeros años …”.
Tú me decías que ahí también “trabajó” en sus inicios Héctor Olivares Latorre, quien posteriormente se fue a la capital regional. Rancagua, e hizo carrera como locutor.
“Así es. Estuvo ahí Héctor “Pepe Tapia” Olivares y con él hacíamos radio si es que así se puede decir. Estábamos desde las 19 a 23 horas en tiempos de marzo a diciembre. Yo salía de mi trabajo a las 18 horas, me iba a la casa que cuidábamos con mi señora, ahí al lado de las hermanas Muñoz Valenzuela. Saludaba a mi señora, tomaba once rápidamente y a las 19 en punto comenzaban las “transmisiones” de la Golondrina.
Incluso, tuve un programa donde comentaba las películas del Cine y anunciaba los próximos estrenos que se llamó "Desde mi butaca" y difundía música orquestada, como Bert Kaempfert, Paul Muriat, Fausto Papetti (que le gustaba a tu hermano Eduardo) y Ray Conniff, entre muchos otros".
Le hacemos el alcance que, pese a que sus transmisiones no eran una amenaza para la “Ley de Seguridad Interior del Estado” ni mucho menos, estábamos en pleno régimen militar. Y por ello le preguntamos si tuvo algún llamado de atención. “La verdad que yo no dimensionaba ni se me cruzaba por la mente que esto podría ser peligroso, pero nunca tuve problemas de ese tipo, aunque sí recuerdo que al principio tuve algunos problemas con mi esposa”.
¿Cómo fue eso? Eso si es grave le agregamos medio en broma, medio en serio.
“Imagínate Washington. Me reclamó, ya que ella se preguntaba “por qué te llevas tanto tiempo aparateando” con el micrófono …, ¿por qué no inventas otra cosa?, me dijo en un tono molesta.
Acto seguido, continúa: “Yo me dije qué puedo hacer para dejar tranquila a mi mujer y ahí se me ocurrió ….; le hice unos cambios a un Secador de Pelo y lo “transformé en una moderna ASPIRADORA” portátil, fácil de usar. Hasta yo me sorprendí, lo que ponía por delante lo “aspiraba” y a mi señora le gustó el invento y quedó feliz, tranquila. Y yo pude seguir transmitiendo con mi radioemisora”.
¿Y hasta cuándo seguiste con tú “Golondrina”?
“Acuérdate que en Pichilemu no había emisoras de radio por esos tiempos y cuando se anunció que se instalaría una Radio con todas las de “la ley” como se dice, un representante de esa emisora –a la que se le puso por nombre “Atardecer” FM- me ubicó. Tras identificarse como Jorge Nasser, me dijo que próximamente empezaría a funcionar una emisora formalmente y que por tanto yo no podría seguir funcionando con mi radio, caso contrario estaba expuesto a situaciones poco gratas.
“Yo le contesté que no se hiciera ningún problema y que lo mío era un hobby y dejé de transmitir con la “Golondrina” para siempre, muy a pesar de muchos que estaban acostumbrados a sintonizar mi transmisión”.
Le hacemos el alcance que ello fue, en definitiva, algo positivo, pues más tarde él fue contratado como uno de los radio controladores de la emisora.
Cabe recordar que esa emisora –Radio “Atardecer” FM- oficialmente empezó a funcionar el 16 de diciembre de 1986.
“Así fue, pues la misma persona días después me fue a ofrecer ese trabajo y yo acepté. Y estuve vinculado varios años a esa emisora. Años después esa misma persona se independizó y junto a un socio instalaron una nueva emisora, la Radio “Entre Olas” FM”. Esto ocurrió el 17 de abril de 1999, en la frecuencia 93.1”.
¿Y qué vino después?
“Ahí seguí trabajando como radio controlador; pero tiempo después estos socios obtuvieron una segunda concesión radial y fundaron la emisora “Primorosa” FM (a la que posteriormente le pusieron Radio “Estación 95”). Ahí me dieron la oportunidad de hacer un programa con música mejicana dedicado preferentemente a la gente del mundo rural, aunque también tenía bastante audiencia del radio urbano”.
¿Cómo se llamaba tu programa radial y en qué horarios se emitía?
“Le puse “Norteañando la mañana” con música exclusivamente mejicana. Iba en dos horarios de 7 a 8 AM y en la tarde de 19 a 20 horas en vivo. Es decir, distinto en la mañana y en la tarde ….”.
¿Y aparte de emitir música, qué hacías …?
“Bueno, anunciaba los temas, los intérpretes y hacía yo mismo las menciones publicitarias que auspiciaban el programa, los que yo mismo conseguía … Y poco a poco los auditores me llamaban al programa pidiendo una canción especial y muchas veces dedicándosela a otra persona.
A propósito …, me pasó una anécdota muy ingrata por la situación que se produjo tras acceder a dedicar una canción que vinculaba sentimentalmente a dos personas, en circunstancias que ambos tenían relaciones por separado; lo que supe cuando estas personas se comunicaron conmigo para pedirme explicaciones. Y claro, la “dedicatoria” fue hecha –por lo que sucedió- de una supuesta amiga para una amiga (sin especificar nombres) para crear una situación que realmente fue incómoda no solo para ellos, con el fin de perjudicarlos, sino que también a mí, que fui sorprendido muy inocentemente”.
¿Cómo se llamaba la canción y qué pasó con eso?
“Tuve que dar explicaciones .. El tema se llama el Amante apasionado. Fue una experiencia ingrata, una de pocas, donde la mayoría son satisfacciones. Ya que la mayoría de los auditores me tenían un cariño que se manifestaba cuando por alguna razón llegaba al campo y me lo manifestaban …”.
“Ahí estuve un tiempo hasta que esa emisora la vendieron y cambió de nombre (Radio “ISLA” FM, que fue inaugurada oficialmente el 8 de abril de 2006). Ahí, Jorge Nasser me pidió que siguiera con el programa en la “Entre Olas” FM, aunque con otro nombre: Así canta México”.
¿Cuántos años en total estuviste haciéndolo hasta que se terminó?
“Estuve varios años, catorce más o menos, pero los últimos se hacía cada vez más difícil por la ceguera que me fue afectando. Me iba caminando solo y llegó un momento en que me perdí. Luego me iban a buscar en vehículo, grababa todos los programas y se emitían después hasta que un día, de hace unos meses, el programa se terminó. Paralelamente a esto me operaron de los dos ojos, en Santiago, pero no quedé bien y no estoy viendo absolutamente nada”.
Cámara
Debemos recordar también, que “Chicho” Calderón estuvo registrando en video ceremonias públicas y privadas, durante varios años en la comuna, labor que realizaba en sus tiempos libres, generando más recursos para su familia, que –pese a no tener hijos con su esposa Leontina- reconoce tener un hijo, al que reconoció, un adulto que ya tiene 34 años producto de una relación alternativa que está suficientemente superada, pues Leontina –presente en la conversación- asiente comentando que su “viejito” también se las traía en sus tiempos de juventud.
Con total naturalidad, “Chicho” dice orgulloso. “Mira –mostrándonos un celular- éste me lo regaló mi hijo Nicolás. Con el puedo contestar fácil una llamada telefónica, pero para llamar, tengo que pedirle a mi esposa que me marque, porque no veo nada”.
Para cambiar la conversación y evitar algún grado de incomodidad, rápidamente los Teclados que están cercanos nos dan la pauta para preguntarle sobre quién lo toca y “Chicho” nos responde.
“Bueno, como no puedo salir solo, en algo tengo que entretenerme, así que ahí trato de sacar temas y después interpretárselos a mi fiel compañera”; la que ríe nerviosa y se sonroja con la salida.
En este oficio de registrar y grabar con video, ¿alguna anécdota qué contar?, le preguntamos.
“En esa actividad me pasó una anécdota muy buena, y cada vez que la cuento causa gracia”, refiere: “Previo al matrimonio de mi hermana Marta, como hermano mayor me correspondía llevarla ante el altar y todo lo tradicional que hace un “padre” cuando éste ya no está. Pero que días antes ocurrió que me buscan para grabar una presentación de un grupo musical en la Plaza Prat y fui. Estaba en lo mejor cuando –por buscar un mejor ángulo y toma- me subí a una escala y en eso estaba grabando cuando me olvidé de la escala y di un paso en falso y caí como un saco al suelo. Me saqué la ñoña, pero mi cámara en la mano siempre. No le pasó nada … Para que te cuento, aparte del dolor en varias partes, quedé cojeando de un píe y no pude seguir grabando. Di mis excusas y como pude subí por Av. Ortúzar y luego seguí “rengueando” paso a paso por Aníbal Pinto. Para que te digo, varios me vieron cojeando y se reían, sobre todo cuando pasé frente a una botillería y me decían: “miren ahí va el “cojo del teatro” …
Al final como pude llegué a mi casa. Mi señora me dijo por qué no pasaste al Hospital para que te vieran y yo le dije “no, si se me va a pasar …”; pero en realidad no se me pasaba el dolor y más encima el tobillo se me iba hinchando.
Finalmente me convencieron y me llevaron al Hospital. Y ahí me atendió el doctor Patricio Vargas, quien me conocía y era asiduo del Cine. Me preguntó las circunstancias y yo le conté cómo me había caído. Me dijo tras mirarme la hinchazón: “Aquí nos vamos a desquitar”, en tono de broma, y luego siguió: “Está malo tú tobillo … tengo que enyesarte y tienes que estar tantos días con una bota … y reposo absoluto por tantos días ….”.
“En ese momento yo lo único que pensaba era cómo voy a andar así y cómo voy asistir en esas condiciones al matrimonio de mi hermanita; pero el médico es el que manda y me enyesó y luego me fueron a dejar a mi casa.
Pasaron unos dos días y llegó el momento de la ceremonia, y después de cavilar un rato me decidí a sacarme la bota. Pedí que me trajeran una sierra y me corté el yeso. Ahí vi que aún tenía hinchado el tobillo y me dolía un poco; me duché, me vestí y me fui cojeando a buscar a la novia para acompañarla. Cojeaba y me dolía, pero ahí disimulando y mostrando mi mejor sonrisa. Algunos de mis hermanos y primos sabían lo que me había pasado y estaban preocupados; pero yo salvé la situación dignamente. Hasta bailé y hasta me olvidé de que tenía el tobillo esquinzado y así me quedé hasta que se me pasó definitivamente el dolor y la hinchazón, pero tengo que reconocer que pese a los años que han pasado de aquello, cuando hace frío y llueve me duele un poco el tobillo …”.
Enseguida, indica: “Mi primera cámara fue una Súper 8, pero me “cabrié” con ella. Luego compré una VHS. La compra de esta última es una anécdota para no creerla, pero te la cuento en otra ocasión, porque me está doliendo el tobillo …”, me dice con una sonrisa.
A todas esas actividades que hemos revisado, hay otra un poco olvidada, pero que recordamos pues lo vimos muchas veces ser el “animador” de Bingos, una actividad benéfica a la cual durante el año recurren muchas instituciones para reunir fondos para cumplir sus sueños –como los Comité de Viviendas- o sencillamente un beneficio en favor de una persona –por gastos y urgencias médicas- o una familia que ha sido afectada en su patrimonio –por un incendio o anegamiento- entre otras situaciones en que se requiere el apoyo solidario de la comunidad.
Lo que refleja a una persona que –pese a precariedades y momentos difíciles que le ha tocado enfrentar- tiene un corazón ancho, solidario y lleno de voluntad, lo que lo ha hecho ganarse el cariño de la comunidad local.
¿Y qué esperas a estas alturas, donde tu ceguera ha hecho recluirte antes de tiempo a los cuarteles de invierno?, le preguntamos …
“Mira Washington, pese a que el alcalde Córdova me ha ayudado con gestiones para atención médica que se ha materializado, aunque sin los resultados médicos esperados, sigo atento y con esperanza a ver a otros especialistas que –quizás- puedan mejorarme y volver a ver”.
Y remacha: “La fe y esperanzas es lo último que se pierde …”.
Fotografías: Internet y de W. Saldías G.