Fuente: www.pichilemunews.cl – 15.01.2020
- Desde siempre, la “cachativa” popular hizo prender la ampolleta a autoridades, dirigentes o simples vecinos que querían aportar con un grano de arena y lograr lo que -por falta de recursos necesarios- para conseguir la cristalización de objetivos comunes.
- “Juegos de azar”, “kermese”, “Bingos”, Semana Pichilemina, entre otros medios. De estos, el Bingo sigue vigente, como -en el campo- “las carreras a la chilena” y las “Trillas a Yegua Suelta” son los medios más usados para reunir recursos para causas solidarias, de salud, ante una familia que perdió todo en un incendio, etcétera, etcétera.
Aunque podría pensarse a qué viene este preámbulo, e incluso decirse qué tiene que ver -con el artículo desarrollado- algo tiene que ver.
Vamos al punto, pero no antes de recordar que el origen del balneario de Pichilemu -si bien está ligado en gran medida a la obra que creó el hombre de negocios, economista, político, diplomático, Agustín Ross Edwards, su mirada inicial hacia Pichilemu no estuvo orientada a crear su obra balnearia. ¡No!, pese a que algunos han insistido en esa arista romántica, la verdad es que él quería algo más rentable que un balneario, sino levantar una obra portuaria que le hiciera competencia al Puerto de Valparaíso.
Lamentablemente, tras comprar propiedades para ese objetivo, los estudios que encargó a reputados ingenieros extranjeros, le demostraron que las condiciones para ese gran proyecto portuario no eran, en absoluto, las que le permitirían llegar en forma exitosa “a buen puerto”.
Se convenció de ello, y lejos de abatirse “ipso facto” ideó un Plan B: construir un balneario distinto para la sociedad chilena y se embarcó manos a la obra.
Tuvo su auge e incluso -pese a la prohibición de los juegos de azar- entregó en concesión parte de las instalaciones de su surtido y exclusivo Almacén para sus no menos exclusivos clientes, donde además funcionaba el Servicio de Correos y Telégrafos, para que ahí funcionara un “Casino de Juegos”; lo que años más tarde daría el nombre del edificio del “Casino”. Reforzado aún más, cuando su Sucesión vendió el edificio a don Luis González Osorio, quien lo habilitó para que ahí funcionara el Hotel “Casino”.
Al igual como funcionaban estos “Casinos” en varios balnearios y ciudades importantes -sin existir legalmente- por la década del '10 (más exactamente el año 1917) recién se anunciaba en el periódico “El Marino” (que ese año funcionó, imprimiéndose en la temporada de verano en Pichilemu) que el comerciante Guillermo Herrera pondría en funcionamiento juegos de azar.
Pero, ¿cómo funcionaban si los juegos de azar estaban prohibidos por ley?
Sencillamente, muchos: concesionarios, autoridades, vecinos, entre otros, se ponían de acuerdo para organizar estos juegos con un fin altruista, donde “así las cosas” se convenía que un porcentaje de las ganancias de esas actividades iban para organizar -en el caso de Pichilemu, por ejemplo- “para el hogar de niños desamparados”, “para el Dispensario (especie de Clínica de Primeros Auxilios)”, etcétera.
Hay que decirlo: Esto se cumplía rigurosamente y aquellos porcentajes entregados a una Comisión de Personas (todas de inmaculada reputación) hacían las mejoras correspondientes, ya en infraestructura, remedios e insumos para su funcionamiento, en el caso correspondiente. Estamos hablando de ejemplos ….
Y así, todos felices: las autoridades, la policía (guardianes municipales en esos tempos) y comunidad que apreciaba los logros ….
Dentro de los distinguidos clientes que llegaban a Pichilemu. Primero al Hotel Empresa Pichilemu (que tras la muerte de don Agustín Ross) pasó a llamarse Gran Hotel Ross, acudía con su familia el Dr. Eugenio Díaz Lira, quien fue médico de la Familia Fernández, de donde provenía quien años más tarde fue canonizada como la primera santa chilena: Sor Teresa de los Andes.
Este médico, posteriormente adquirió algunas propiedades en nuestra comuna donde construyó su Casa de Veraneo. Años más tarde esas propiedades fueron donadas a la Congregación de la Preciosa Sangre, la que fundó un establecimiento educacional: Escuela N° 16 de Niñas “Dr. Eugenio Díaz Lira”, la que con los años, pasó a llamarse Colegio “Preciosa Sangre”.
En vida, su espíritu filantrópico lo llevó a donar un Dispensario que se inauguró con el nombre de “San Rafael”, el 10 de febrero de 1929; convirtiéndose en el primer centro asistencial de la comuna pichilemina. Es decir, más de 30 años después que ésta se creara. Se puede decir que -después de don Agustín Ross Edwards, que donó importantes obras al municipio local- el Dr. Eugenio Díaz Lira, sigue en la lista de los grandes benefactores de esta comuna, que dieron mucho a “cambio de nada”.
Nuevos tiempos
Fue así, como ante la falta de otras necesidades imperiosas para mejorar “la calidad de vida” de los pichileminos, surgieron diversas iniciativas para ir poco a poco, peso a peso, reuniendo recursos. Así se logró pavimentación de las primeras calles, se mejoró iluminación, se compraron sitios para el estadio, etcétera, etcétera.
Lo mismo pasó con instituciones, como el Cuerpo de Bomberos, Asociación Deportiva Pichilemu (antes que se creara la Asociación de Fútbol Amateur de Pichilemu, AFUPI), como también el Club de Leones (primera etapa); quienes junto al municipio empezaron hacia finales de los años '30, a organizar durante el verano la Semana Pichilemina, u otras actividades durante el invierno; todas con el objetivo de reunir recursos y solventar necesidades.
¿Qué actividades se desarrollaban en la Semana Pichilemina?
Primero que nada, se “levantaban” candidaturas a reina de la festividad. Y cada una tenía apoderado o representante y el patrocinio de una institución local. Cada una realizaba actividades internas y otras que los llevaba a recorrer hoteles, residenciales, pensiones con su candidata a “reina” que iba vendiendo votos.
Paralelamente, habían actividades comunes -que organizaba el Comité ad hoc -que generalmente presidía la autoridad comunal- como Noche Veneciana, Fogatas en la Playa, Carrera de Garzones, Kermese, Paseos oficiales de las candidatas por la playa, por los centros bailables; ocasión que los partidarios aprovechaban de vender votos.
Los votos vendidos equivalían exactamente al valor del dinero; adjudicándose el cetro de reina, obviamente, la candidata que había vendido más votos a favor de la causa de cada verano.
Por supuesto, que -muchas veces- aparte de tener el honor de salir “reina” de la Semana Pichilemina era una cosa. Y el orgullo de ser la soberana, era más fuerte en el progenitor. Y para no sentir resentido ese orgullo, había que aflojar la billetera; razón por la cual el momento cúlmine casi siempre tenía un giro inesperado, de acuerdo a los billetes que aparecían a última hora para afirmar la candidatura.
No todos quedaban plenamente feliz. Aunque los segundos y terceros -al fin de cuentas- se conformaban de haberlo dado todo por la “buena causa”. Y al final todos disfrutaban por igual, independiente de la reina electa, la que con su corte de damas y súbditos, era coronada en un baile de gala que -por esos años- se realizaban en la Pista Municipal. Muchas reinas -tanto pichileminas, como veraneantes- hasta mediados de los años '80 presidieron estas festividades veraniegas, las que finalizaban con desfile de carros alegóricos, comparsas, disfraces individuales. Aunque nunca con la creatividad que han alcanzado los carros de las Fiesta de la Primavera. Ello se explica por el escaso tiempo en armarlos y sin muchos recursos de por medio, por cuanto, éstos eran para asegurar la compra de votos.
Más aún, hay que considerar que quienes participaban de estas actividades eran mayoritariamente veraneantes y era difícil armar grandes creaciones, aunque fotos de archivo, muestran unas pocas excepciones, pero donde ahí estaba un esfuerzo personal, que no cualquiera podía realizar, ni menos financiar.
Junto con darle un giro a las actividades veraniegas, de la mano del alcalde René Maturana Maldonado, se instaura el Concurso de “Miss Playa Pichilemu”, al tiempo que se crea el Festival de la Voz de Pichilemu, donde -desde el año 1985 al '90 aproximadamente junto con concursantes de varias regiones, su show artístico era de primer nivel, con las estrellas nacionales más importantes del momento. Todos los detalles, son harina de otro costal … Para terminar, tenemos algunos nombres que fueron Reinas de la Semana Pichilemina. No todos, pero a través de los que tenemos, la gratitud para todas aquellas mujeres que por una buena causa colaboraron con su juventud, entusiasmo, gracia y belleza, por cada uno de esos objetivos que hemos reseñado, y donde su “grano de arena” fue tan importante como de quienes las organizaron y colaboraron para lograr el objetivo final.
REINAS
Dentro de la pléyade de beldades que se erigieron como reinas, tenemos algunos pocos nombres que hemos ido rescatando, aunque en algunos casos, solo los apellidos, referidos por personas mayores que no recuerdan sus nombres de pila.
Como por ejemplo, al menos un par de hermanas Silva, Sonia Morales, Carmen Bobadilla, Catalina Iturrieta, Miriam Zúñiga, Katina, Marcela Morales, María Teresa Gil, Rosa Leiva (1967), Myrian Orellana (1968), Patricia Barrón (1969), Angélica Leiva (1976), Isabel Poblete (1977), entre otras cuyos nombres no los retenemos.
REINA “A LA FUERZA”
Una sorpresa mayor nos causó la respuesta que nos dio una de las reinas, al enviarnos respuestas vía mail, tras contactarla, al señalar que ella fue reina “como a la fuerza”.
En efecto. La literatura y la experiencia que han relatado “reinas” de concursos, en entrevistas a medios, tradicionalmente han contado que desde muy niñitas, aparte de jugar con muñecas y soñar con príncipes (al menos con un Prícipe azul) o que en el día de mañana las traten como “reinas”; Myrian Orellana al darnos a conocer qué la motivó y cuál fue su experiencia al participar en esa actividad, contestó: “Como no fue mi voluntad presentarme, sino fue una postulación de parte de una vecina y mis padres, fue algo como a la fuerza.
Recuerdo que tuve que realizar muchas actividades que me sacaron de mi rutina y tranquilidad y con mucha exposición, lo que no era parte de mi personalidad. Tuve que dedicarle mucho tiempo y exposición pública. Me sentía como un objeto de exposición, lo que no me hacia mucha gracia.
Recuerdo que hasta varios años después me veían y señalaban, recordándome que había sido reina de Pichilemu y eso me molestaba”.
Respondiendo qué actividades, por ejemplo, tuvieron que hacer para vender votos, Myrian, dijo “recuerdo que tenia que ir a la playa de las carpas (sector de la Playa Principal), como se llamaba en ese tiempo y nosotros aún vivíamos en Infiernillo. Íbamos todos los días a hacer campaña con altoparlantes y a veces a caballo, para vender votos.
Se hicieron concursos de comparsas por las calles y en bote por la laguna de Cáhuil. Mi padre, al que le decían el “ecuatoriano”, participó bastante en estas actividades junto a mis hermanos (Elizabeth, Marcos y Germán). Era el que más disfrutó de la campaña, cooperando en todo lo que pudo.
Todo concluyó con la coronación en el local denominado la Muni (Pista Municipal). No me acuerdo del nombre de la reina anterior, solo de mi apoderado y rey feo, que era Roberto Fishman, al que ni conocía antes de esta campaña y que después seguimos siendo buenos amigos por mucho tiempo”.
¿Recuerda qué edad tenía cuando participó de la Semana Pichilemina?
“Si. Tenia 18 años recién cumplidos en enero y esta festividad veraniega se hacía en Febrero. En ese tiempo tenia un pololo y él estaba muy celoso de que yo fuera candidata. Vino desde Santiago a verme en esos días, y mis hermanos lo correteaban para que yo siguiera en la campaña. Pobrecito, cómo habrá sufrido, porque con tanta exposición me aparecieron muchos pinches…
Todavía estudiaba en el Colegio. Ese año cursaría el último año o 6° humanidades en ese tiempo.
Me iba muy bien, era muy buena alumna y ya estaba pensando entrar a la universidad, aunque aun no tenía claro lo que iba a estudiar ...”, concluyó.
Cabe agregar que Myrian, en nuestro primer contacto nos contó que ya está retirada de la vida laboral y se fue a vivir con su familia a una ciudad de la Región de Valparaíso, donde descansa y al solicitarle sus impresiones para este artículo si bien nos señaló que poco se acordaba (de hecho las fotografías de esa actividad las conserva su hermano Marcos, quien nos las envió), prometió hacer memoria; las que reproducimos íntegramente.
Un recuerdo que da cuenta de actividades veraniegas, siendo la mayoría parte del pasado que muchos vivieron -participando- y los más como mero espectador.
Nota: - Amplia cobertura en Facebook: Pichilemunews Cl con secuencia de fotografías del 1 al 6 relacionadas con la Reina de la Semana Pichilemina del año 1968. Y las restantes forografías, de Semanas Pichileminas desde la década del '30 al '70.