Fuente: www.pichilemunews.cl – 20.04.2020
“El temporal se desató a las 0.30 horas del jueves y desde ese momento nadie durmió hasta que el temporal de viento y lluvia se aplacó como a las 9.30 horas”, fueron las palabras del alcalde de Pichilemu, José Lino Vargas Jorquera, para describir en parte lo que vivieron los habitantes de la comuna la noche del jueves 10 de abril de 1980.
De eso ya, 40 años, que recordamos al desempolvar archivos que aunque fueron terribles para muchas familias, sobretodo las que quedaron afectadas y que replicaremos con algunos hechos, para quienes vivieron los momentos en que varias regiones fueron “sacudidas violentamente” por la naturaleza la noche del 27-F, hace poco más de 10 años, son sin duda nada comparables con la secuela de daños materiales y de vidas humanas tronchadas.
Tampoco se puede comparar con la incierta proyección de la pandemia global que afecta a la humanidad, con una secuela abismante que no se detiene y que los expertos ya definen como la más grande de la humanidad. Realmente es mucho lo que queda por saberse y verse, ya que día a día, cifras -aún sin llegar al peak- suben dejando miles de hogares sumidos en el dolor, en tanto los daños colaterales: desempleo, incertidumbre, cunden en la población.
Y lo peor, cada gobierno pese a que están adoptando medidas mitigatorias para enfrentar al enemigo, Covid-19, suelen verse contradictorias entre lo que dicen unos y otros.
NOCHE LARGA, NEGRA Y DRAMÁTICA
Las palabras con que el alcalde José Lino Vargas definió el fenómeno, quizás a la distancia, y a 40 años de aquello, pueden sonar exageradas. Pero, ¡no es así! Reflejaban exactamente lo que vivieron los habitantes de nuestra comuna.
El día sábado 12 pudimos viajar desde Santiago -nuestro lugar de trabajo- para conocer en terreno la magnitud del temporal. Ya en el Paso de las Huertas podíamos ver árboles quebrados a mitad de su altura. Bosques completos …, árboles más cercanos al camino de ripio ya aserrados para despejar la vía. Y, desde los los Silos del Fundo San Antonio, cientos de eucaliptos cortados en rollizos amontonados en la berma. Según apreciación de las autoridades del ramo, unas 150 matas de eucaliptos y pinos cayeron hacia el camino; dejándolo intransitable.
Ello era solo un pequeño aperitivo de los daños producidos.
Más tarde, tras almorzar salimos a reportear y un funcionario de CONAF, a cargo de la Estación Meteorológica del campamento que mantenían en la subcentral “El Romero”, consultado al respecto, nos informó que los instrumentos registraron 140 kilómetros por hora la velocidad del viento. Al ser consultado por los daños en las plantaciones de pino, a esa altura -sin tener los datos totales- estimaban al menos un 30% de la superficie afectada. La Municipalidad atendió a 38 personas, mujeres y niños, damnificados que perdieron gran parte de sus techumbres, y quedaron con sus pertenencias totalmente mojadas, destruidas o averiadas.
En tanto las reparación de la línea telegráfica llevarán más de un mes de trabajo, ya que la mayoría de los postes está en el suelo y la línea cortada y enterrada.
Por su parte, el ferrocarril fue el único medio de transporte que no se vio interrumpido. Mientras que el servicio de microbuses quedó normalizado el sábado 12, 48 horas después del temporal.
Consultado el alcalde pichilemino, respecto a los daños en techumbres, dijo a La Tercera que “en una apreciación hecha con personal municipal al día sábado solo en el radio urbano había un porcentaje no inferior al 80% de las viviendas con daños en las techumbres”, precisó.
Lo más preocupante que se supo del este temporal de viento y lluvia -que afectó al litoral central- fue el naufragio de embarcaciones con cinco pescadores y dos desaparecidos. A finales del mes de octubre del mismo año, también se produjo un gran temporal, aunque de menores proporciones que el descrito.
Pero casi un año después -en 1981- el temporal de viento y lluvia que se produjo -también con menor intensidad en la velocidad del viento, la secuela que provocó en el litoral fue trágica con varias embarcaciones que naufragaron: En nuestra costa “se desintegró” el bote “Calipso” que se estrelló entre la Piedra del Lalo y el Rapanui. Ahí hubo víctimas fatales, en tanto uno de ellos se salvó al amarrase a un tambor de combustible.
En tanto, la goleta “Gata Blanca” quedó a la cuadra de la Terraza, tirándola el mar a la playa; todo lo cual -incluidos testimonios gráficos- será para más tarde.
Víctimas fatales también hubo en otras regiones que fueron afectadas ….
Fotografías: "pichilemunews"