Viernes, 19, Abr, 6:24 AM

A raíz de la noticia recibida sobre la muerte de Inelia (nenella) me atrevo a dedicar unas palabras:

Arrechúnchamelo, arremángamelo

No es hora de tristezas
No es hora de lágrimas
Es hora de hablar:
Porque el dolor de los solos
Naufraga en el recuerdo de otros.

Ella no leía poesía
Pero sabía mucho de la vida
Porque su vida se transformó
En poesía, que todos podíamos leer.
Siempre caminante
Una madrugada cualquiera, con su guitarra chillona
Entonó para mí una eterna cantaleta.
“arremángamelo, arrechúnchamelo”
“arremángamelo, arrechúnchamelo”
Entonaba en sus labios llenos de pasión.
Recorría el pueblo regalando saludos sinceros
Llenaba las calles con sus pasos coloridos
Mujer con alma de niño.
Que arrastraba en su mirada el eco de muchas quejas
Y el dolor de los reproches,
Porque existen aquellos pocos, que en medio del mundo
Las risas y el baile son ermitaños en su propio sentir
Habitan con el amor universal alejados del reloj.
Quien podrá olvidar sus carcajadas borboteantes de vida
Y su ritmo casi encorvado de disposiciones para otros.

Sin duda ha de recibir su premio allá,
Mucho más allá del sol
Donde los de manos limpias y corazón sincero
Tienen su lugar.

Rebeca Dépich. (En memoria de Inelia)