Miércoles, 04, Dic, 7:29 PM

Hola Washington:

Esperando que se encuentre bien, y ya de vuelta a mis labores acá en Francia, aquí le envío las palabras que pronuncié en la despedida a Jaimito.

“Esta tarde nos encontramos reunidos para honrar la muerte de Jaimito y agradecer a la vida el cariño que el tío, tata, hermano, papá, esposo, amigo, nos dejó…

Alejandro Jaime Parra Gajardo, nació un 12 de Julio de 1932, pero sus documentos dicen 12 de Agosto de 1932. Quién más que él, podría otorgarse ese privilegio “celebrar durante un mes su cumpleaños” desde sus primeros días, la vida le imponía como filosofía “la celebración”. Filosofía que llevó hasta los últimos días de su vida… Imposible olvidar las innumerables tertulias y celebraciones, en donde él, feliz, se esmeraba en hacer sentir a cada uno de sus invitados “alguien especial”.

En verano sus ricas mermeladas, en otoño sus peras al jugo, en invierno sus champiñones y en primavera, ¡eso se los dejo a ustedes!...

Si tuviera que describir al tío Jaime en pocas palabras, lo describiría como: “Un gran hombre amante de la vida”. Se aferró a ella hasta su último suspiro, hasta el último latido de su corazón y hasta el último destello de luz que sus ojos ofrecían.

No estemos tristes, el Tío Jaime no ha partido, ha sido sólo su cuerpo, su alma está aquí presente en cada uno de nosotros. Todos quienes lo amamos somos portadores de un pedacito de su alma, de su corazón y de su amor. Y si observamos y miramos a nuestro alrededor somos muchos los presentes. Imaginen entonces el tamaño de su alma. Así es el Tío Jaime, un hombre con un gran corazón.

Muchos cariños y abrazos apretados”.
Karen

Nota del Editor: Este texto que nos envió Karen Cobarrubia, desde Francia, donde reside. Y desde donde viajó al funeral de don Jaime Parra Gajardo –como ya lo destaque en su momento- refleja sin duda el cariño que una persona que, no siendo familiar, pariente, puede llegar a sentir, como Karen. Una niña pichilemina que llegó de muy niñita al Hotel que administraba don Jaime Parra.

Una niña que conocimos muy pequeñita y que creció, estudió gracias a don Jaime, es sobrina de Susana, su compañera de casi 25 años y que, hace dos años la hizo su legítima esposa.

Es por ello que, tras saludarnos y oír –aparte de estas palabras en la Parroquia- le solicitamos nos la diera. Porque eran palabras muy sinceras y donde había también una tremenda actitud de gratitud.

Nos llegaron hace ya algunas semanas, pero decidimos publicarlas hoy, que se cumple un mes de su partida.