CLUB DEPORTIVO INDEPENDIENTE: 50 AÑOS EN LA HISTORIA DE PICHILEMU
Pichilemu en la década del sesenta estaba constituido por un montón de casas dispersas desde el bosque hasta El Bajo y desde la playa central hasta el Matadero próximo a la Quebrada del León por el Sur.
Las necesidades de que hubiese una mayor interrelación entre estos sectores permitió la agrupación de equipos de fútbol, naciendo así El Cañonazo, Los Rotos Cacos, los de El Bajo y los de El Llano.
Ante la inquietud de una mejor organización y con un afán de ofrecer un sentido mayormente social surgieron algunos clubes deportivos a lo cual se sumó el Club Deportivo Independiente en 1963.
Nace en una ala de la Iglesia Parroquial Inmaculada Concepción en un cuarto prestado por el párroco -contiguo a la pesebrera de los caballos y de la carroza fúnebre parroquial- donde se podía encontrar una mesa de ping-pong, un escritorio al fondo del cuarto destinado al Presidente, unas cuantas sillas, dos pares de guantes de box, algunas barajas para jugar brisca, juegos de ludo y ajedrez y por ultimo una radio de madera que ofrecía música de la época y más de algún radio teatro transmitido desde la Capital.
Claro que fueron los Guardias y Cruzados el mayor aporte a la fundación. Pero es que ellos eran quienes ordenaban las Procesiones que iban desde la Iglesia de la Inmaculada Concepción hasta la de la Virgen del Carmen. Todo un recorrido con velas encendidas y una Virgen agradecida del fervor popular. Es que la fiesta a la Virgen María comenzaba en Noviembre cuando ella pernoctaba en las casas del pueblo donde se le preparaba un altar y los vecinos acudían a rezarle el rosario. Era por decir lo menos, el mayor honor para esa casa tener a la Virgen en su humilde morada, porque de seguro esa familia quedaría bendecida y por tanto estaría más cerca de Dios.
Las reuniones semanales eran al más puro estilo tradicional: lectura del acta anterior y terminaba con el pago de cuotas y quien sería el que llevaría la indumentaria hasta el Estadio, asunto que siempre recaía en el inolvidable Jorge González ¨montón de humo¨. Concluida la misma muchos aceleraban el paso hasta la estación de trenes a esperar quien sabe a quién, otros más lentos llegaban hasta la Fuente de Soda Rubí a poner la mejor música en el wurlitzer y por último los que se iban tras las papas fritas con huevos y vino tinto.
Los partidos del día domingo concluían oscureciendo. Desde allí había que ir hasta el Restaurant O’Higgins a escuchar las cada día más ingeniosas payas de nuestro poeta popular Hugo González que ya llevaba preparadas en un roído papelito, y alguna que otra ocurrencia de Don Fernando Urzúa Púa. Más tarde, apresuradamente se llegaba hasta el Cine Royal para ver la infaltable película mexicana del momento, que ya había sido anunciada en carteles públicos y que era complementada poco antes de la función con música de Los Ángeles Negros hasta acomodarse en sus asientos. Es que como no, las películas eran con intermedio incluido.
A través de estos 50 años el Club ha sido y es un inmenso aporte social para Pichilemu, aglutinando gente de diferentes estratos sociales y ofreciendo alternativas de recreación las que fueron extendidas desde un inicio hasta las mujeres, las mismas que siempre han mostrado un gran ingenio para desarrollar actividades de acercamiento entre ellas y la ciudad.
Don Washington Saldías González mediante un gigantesco collage nos ha hecho desempolvar el pasado, nos ha hecho recordar historias y anécdotas y por ultimo nos ha hecho resurgir encuentros y desencuentros con cada uno de esos rostros, con los cuales se ha compartido y que han formado parte de nuestra historia individual y colectiva.
Felicidades Club Deportivo Independiente Pichilemu por estos 50 años.
Ramón Lizana Galarce
Santa Cruz, Bolivia