Domingo, 10, Nov, 12:54 PM

Estimado Washington:

Por tu medio me he enterado del fallecimiento de nuestro querido amigo José Arraño Acevedo.

No puedo dejar de enviarte estas líneas para compartir el cariño y la admiración que nos provocaba a muchos, su pasión por Pichilemu.

Recuerdo hace varios años, cuando le comenté en el patio de su casa que pretendía escribir un trabajo sobre historia de Pichilemu, el me respondió con su calidez habitual "... Seguro que va a ser un gran libro Juanito, dele nomás".

Tengo otro recuerdo, para el lanzamiento de mi libro sobre Pichilemu en el Hotel Ross en 1996. Yo estudiaba entonces en Valparaíso y viajé a Pichilemu a presentarlo de un día para otro. Lo primero que hice al llegar fue ir a verlo para re-invitarlo, conociendo su sencillez y alejamiento. El me dijo con el mismo cariño de la vez anterior, "...entiéndame Juanito pero prefiero no ir".

A partir de estos recuerdos tengo un par de reflexiones.

Lo primero es que José Arraño, fue un luchador químicamente puro. Trabajó para poder generar la memoria histórica que todo grupo humano requiere para reconocerse como tal. No siempre con el apoyo institucional que merecía.

Voy más lejos. Casi nunca con el apoyo que merecía. Que sirva esto para valorar (en vida) a todos aquellos que incluso, gastando recursos propios le entregan a Pichilemu identidad y cultura.

¿Por qué razón por estos días el fallecimiento de nuestro recordado Amigo es tan sentido en Pichilemu?.

Obviamente, porque lo que nos deja Arraño es FUNDAMENTAL.

Una última reflexión es que nuestro querido José, no solo fue un observador de la historia de Pichilemu, sino que fue un actor y un testimonio de un tiempo que se fue, de visiones de mundo que con él se extinguen. Probablemente se trata de un tiempo pasado en el que los valores eran más conservadores, pero existía el respeto, el tiempo y la pausa, cuestiones que cada vez tienen menos presencia en nuestro querido Pueblo.

José Arraño fue testimonio y actor de un tiempo, como diría Benjamín Vicuña Mackenna, "en el que todos querían ser héroes o santos".

Un gran abrazo, Amigo
Marcelo Mella Polanco.

Carlos Leiva Ugalde, ayer tuvo la gentileza de avisarme: “Murió el papá de nuestro amigo José Luis”, el prolífero escritor y fundador intelectual de Pichilemu, don José Arraño Acevedo.

De inmediato busqué sus libros, acumulé otros datos donde aparecen sus artículos periodísticos hasta en Chillán, uno en La Discusión sobre Claudio Arrau y otro extenso del Diario El Rancagüino donde habla de ese Primer Concurso Fotográfico sobre el Paisaje de Pichilemu.

Me detuve, con sus libros enfrente –mientras leía la página de Pichilemunews, entregando en extenso la infausta noticia– y a mirar las portadas de sus libros: “Pichilemu y sus alrededores turísticos” y “Hombres y cosas de Pichilemu”, el primero, publicado por la Editora e Imprenta “El Promaucae” en 1999, donde presenta una antigua foto a lo ancho del refugio veraniego de los sacerdotes mercedarios frente a Punta de Lobos. La contraportada lo muestra junto a su hijo José Luis, de no más de 14 años, con un libro en las manos en su lugar de trabajo; en la pared, una de tantas fotografías del Cardenal Caro, de quién don José Arraño Acevedo era sobrino carnal.

Don José, nació en la Quebrada del Nuevo Reino, donde, así mismo, vieron la luz mis abuelos maternos Honorio Llanca Pavez y Magdalena Clavijo Lizana, mi madre y todas sus hermanas. Ambos sabíamos que estábamos unidos por más de un lazo del paisaje, del aire que respiraron nuestros antepasados y de ese afán de adueñarse de la palabra. Empeño de magnificar describiendo lo que muchos ojos miran y que cubren sus afanes culturales.

Consciente de ello, sus escritos de largo aliento, fueron dos libros dedicados a Pichilemu que, servirán a todas las generaciones futuras de pichileminos para comprender, amar y descubrir en sus sueños qué es Pichilemu, cómo se formó, que hombres transitaron por él y, con qué afán edificaron el pueblo, ahora convertido en ciudad, que nosotros habitamos con entrañable amor.

La dedicatoria oficial es para augurarle el destino en el arte a su hijo José Luis, quien lo ayudó en la preparación, diseño de portada y edición del mismo. Varios otros pichileminos colaboraron, José Vargas Badilla, en el prólogo, Cyntia González Maldonado, Fotos de Hernán Martínez Morales y, la siempre colaboración en todo escrito sobre Pichilemu de Washington Saldías González.

Su otro libro “Hombres y cosas de Pichilemu” contó con la colaboración, así mismo, de su hijo José Luis, como en el prólogo, cuidadoso y erudito, de Mario Noceti Zerega.

En la primera página escribió una dedicatoria a mi persona: “Al cada vez más cercano Jorge Aravena Llanca, este libro que le lleva algo de la historia pichilemina” va su firma José Arraño Acevedo, Pichilemu septiembre 2003.

En ambos libros está toda la historia de Pichilemu, la que deberán descubrirla los que se instruyan en su lectura. Sabrán de dónde vienen y quienes forjaron el destino que ahora estamos nosotros viviendo en Pichilemu. Nombres y fotos de personajes con nuestros mismos rostros, todos nosotros dentro del mismo árbol genealógico, con una repetición de nuestros apellidos hasta el cansancio.

Así, lugares y “Hombres y cosas de Pichilemu”, será el recordatorio eterno de don José Arraño Acevedo, como escritor y pichilemino de fuste, mirada y estampa, por la sangre orgullosa de pertenecer a lo más ilustre que ha dado nuestra extensa familia pichilemina.

Todo unido al conocimiento que nos entrega de los libros de uno de sus hermanos don José Luis Arraño Acevedo, y del sacerdote jesuita y connotado escritor Alberto Arraño Acevedo otro de sus hermanos predilectos.

En Pichilemu el viento golpea, con sonido agudo y herrumbroso, el cuerpo del aire salino, rueda invisible conciente en horas dichosas, en las olas de nuestro extenso mar que nunca se desborda, que insinúa acercarse en cada ola para alejarse presuroso, agotado por el calor veraniego. Ahora sé que todo está en silencio y paz alrededor de don José, que hasta las estrellas, en la primera noches de ausencia de nuestro amigo y maestro, se recogieron en sí mismas, y en el aire se recostaron pájaros encantados para recordarnos que, lo que nos roza en este dolor agotado de penumbras, tiene sentido, que es una curva que nos señala el camino donde está el fruto maduro de la vida que es la muerte.

El camino está señalado don José. Allá iremos los que hemos recorrido pisando fuerte en las playas de Pichilemu, buscando con la mirada un bote de nuestros pescadores que intentan regresar.

Ahora, la Biblioteca de Pichilemu, a comenzado a iluminarse, se extiende y levantan espumas blancas como hojas escritas con palabras marinas que fueron alimentadas de fe y del eco de antiguas canciones, de súplicas y de penitencias, como buscando el perdón de nuestro amigo Arraño Acevedo, por no haberlo conocido lo suficiente, por no haberle dado nuestros agradecimientos en vida y elevarlo a lo alto de la ola permanente que es la vida humana.

Su memoria, en nuestra pesadumbre y alegría, se convierte en un país de oraciones que se han quedado en cada una de las páginas de sus libros, como el sol del verano en los brotes de las flores de los papayos, rozando la piel de la sal de Cahuil, dándole color a los pinos y aliento a nuestro canto.

El viento insiste turbulento en darnos su nombre, mientras crece el vino, para que mediante la eucaristía se transmute, para nosotros, en la copa de oro lleno del recuerdo de nuestro maestro y amigo, el mejor escritor de Pichilemu, don José Arraño Acevedo.

Todos los que se van caritativamente, como en estas horas don José, nos han dejado en las extensas playas pichileminas, bajo la luz del mediodía, brillantes de madurez y, en los campos adyacentes, los cantos de las gaviotas pulverizando las praderas fértiles, donde yuntas de caballos blancos se empinan en la rueda en que el trigo manso comienza su benéfico celo de entregarse a los hombres.

Ahora los que nos hemos quedado solos, agradecemos que don José Arraño Acevedo, nos haya dejado en mitad de la primavera con un grito ardiente en el que Pichilemu, de cuerpo entero, repetirá su nombre a perpetuidad.

Dejo abiertos en cualquier página sus libros.

Jorge Aravena Llanca
25 de Noviembre de 2009
Berlín

Desde Berlín, Alemania, nos escribe nuestro asiduo ciber lector, el pichilemino Jorge Aravena Llanca, siempre atento al acontecer nuestro, para declarar su apoyo al Canal 3 de Televisión local que ha manifestado –a través de una Declaración Pública que difundimos- las presiones por parte de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, organismo estatal que –ante concesiones radiales maquinadas con artimañas- ha hecho vista gorda hasta el día de hoy. Actitud por lo demás no solo en Pichilemu, sino en otros casos que se repiten en otras comunas del país. Este es el texto:

Sr. Washington Saldías González
Presente

En conocimientos por vuestro periódico Pichilemu News, del intento de clausurar a la Agrupación de Audiovisualistas de Pichilemu, me pongo en alerta roja, por ser esa actitud del actual Gobierno de Chile, un peligro a la calidad democrática que alegan defender.

Es una intervención desaforada para intentar doblegar a este medio, modesto y con vocación pichilemina y, despojarlos del prestigio y del éxito alcanzado, por el temor a perder el absoluto mando de los medios de comunicación y de este modo seguir controlando la idealización de todas las propuestas independiente de Chile.

Es una guerra a la inteligencia, cultura y emprendimiento de la juventud pichilemina.

Antes, en gobiernos pasados, vimos y sufrimos por estos mismos motivos, muchos atentados a la democracia, a la libertad de expresión de ciudadanos inteligentes, cultos y con inmenso a amor a la tierra que los vio nacer a la que intentaban darle, como ahora esta Agrupación, con tanta humildad su trabajo y con desinterés económico, todo lo aprendido y valorado como principios de humana reciprocidad.

Con esto, el Gobierno demuestra, y que son concientes de ello, y permiten, que exista en Chile, por su cobardía en no declarar públicamente estas presiones, una mano transversal, siniestra de olores extranjeros y dictatoriales, de misterios soterrados, que intentan un ataque frontal a la seguridad ciudadana, al poner en peligro las expresión libre de la cultura y la información vocacional que tiene esta Agrupación de dar, desinteresadamente a su pueblo, no sólo entretención visual, sino, fundamentalmente, cultura, educación y datos fieles, en todo su arco iris, como honestos testigos de la marcha humana del pueblo que los vio nacer.

Este procedimiento está fundamentado por ese germen dictatorial que algunos políticos tienen con el pueblo que los ha elegido. Es el peligro, y son culpables por su inconsecuencia, del atraso en lo social, político, religioso y económico que sigue sufriendo nuestro pueblo pichilemino.

¡Qué duro golpe para Pichilemu!

¡Este atentado no se puede, ni se le debe permitir!

En cuanto se le despoje, a la Agrupación de Audiovisualistas de Pichilemu, de la autorización para seguir transmitiendo, esa misma línea audiovisual, esa señal televisiva, le será entregada a otra firma que será una de las mismas que operan con gran capital y cuantiosa publicidad, a la mismo agente que opera en gran escala y maneja casi todas las redes de comunicación en Chile.

O, sin duda, a algunos de sus soterrados correligionarios, o intenten, como es habitual, sobornar a cuantos les ofrezcan una valiente fuerza de contención.

Pretenden que cambie de manos el prestigio alcanzado por nuestros coterráneos pichileminos, pasará a los siniestros traseros de los que sólo han embadurnando el entendimiento de la población chilena que crece hacia abajo, en su calidad de ser pensante, con un abono, en los surcos de su historia, de un siniestro material con el que intentan dominar empleando las inmundicias y desperdicios que generan sus ansias de dominio, o eliminar, con ello, toda la iniciativa progresista de nuestros jóvenes pichileminos aunados tan sólo de buenas y sanas intenciones.

Amigos míos, de la Agrupación de Audivisualistas de Pichilemu, me hago cargo de mis palabras, para hacer la denuncia donde quiera que se pueda.

Estoy con ustedes, con lanza, honda y grito a flor de piel. Con un pie adelante pronto a iniciar el camino hacia la batalla que debemos dar todos juntos.

Pichilemu tiene una gran experiencia en esto de agruparse para dar luchas comunitarias a la injusticia o a la carencia de bienes que le pertenecen y siempre ha triunfado por ser ellas dignas en derecho y bien común.

¡Cuidado, con Pichilemu no se juega!

Va mi apoyo incondicional a la tarea desarrollada por vuestra valiosa vocación pichilemina.

En primer plano, al frente de cualquier defensa, quedamos en pie de guerra contra la injusticia que se intenta cometer contra vosotros y vuestra noble obra de jóvenes artistas amantes de su tierra.

Por ello digo una vez más “Quiero volver a Pichilemu”.
¡Pichilemu ante todo!

Jorge Aravena Llanca
Hijo Ilustre de Pichilemu

Señores pichilemunews:

Hola, junto con saludarlos y felicitarlos, me gustaría enviar por intermedio de ustedes un fuerte abrazo y un gran beso a Eugenia Lupayante.

Mi nombre es Rodrigo Leyton, yo fui alumno de ella en el Liceo Experimental Manuel de Salas, bueno, eso ya hace algunos años.

Espero sinceramente ella se acuerde de mi. Por mi parte yo tengo los mejores recuerdos de ella.

Yo actualmente vivo en São Paulo, Brasil y recorriendo internet me encontré con el nombre de ella en vuestro portal.

Solo me resta por decir que ella es una persona maravillosa de esas que solo se encuentran una vez en la vida, siempre estuvo dispuesta a acogernos.

Yo fui alumno de ella en Básica y salí del colegio hace 26 años ya, o sea, imaginen.

Agradecido de antemano,

Rodrigo Leyton
Un agradecido ex-alumno

Publicaremos textual lo que nos escribe el concejal Roberto Córdova, sin embargo, antes –a raíz de eso de la nobleza, que es parte de la argumentación- diremos algo:

La nobleza es un don con el cual nacemos todos, como parte de las características y valores que en mayor o menor medida nos inculcan desde pequeños nuestros padres. Sin embargo, como otras de esas características, como la honestidad, y muchas otras, se nos van quebrajando y cayendo de a pedacitos. Aunque algunos piensan que viven hasta el fin de sus días y mueren con la misma cuota con la que “venían de fábrica”.

Pero no. Soy un convencido de que a cada uno, se nos caen de a poco, a algunos más rápido que otros. Incluso a algunos de un viaje.

No quiero pecar de soberbio, pero en esta seguidilla de escándalos que ha terminado por desacreditar a Pichilemu de una manera tal, no he visto, oído o sabido que nadie de los actores que han tenido como protagonistas, hayan dicho –en un momento- “nobleza obliga” y hayan reconocido sus faltas, sus omisiones, su silencio, la complicidad de algunos para que las cosas hayan llegado al nivel que están, sus delitos.

Tampoco aquellos que han avalado a las autoridades comunales que han sido condenadas por diversos DELITOS.

Se ha sabido de algún obispo –por ejemplo- de algún senador activo, de algún diputado, de algún ex gobernador, de ex presidentes de Partidos, de moros y cristianos que firmaron y avalaron irreprochable conducta. Y se sabe que hay varias de estas “personalidades” en ejercicio y otros que ejercen otros cargos, incluso de embajadores y que se constituyeron en cómplices al “no hacer nada” cuando con evidencias en mano se quedaron “mudos”. ¿O acaso no es cierto a que algunos parlamentarios les mostraron, les hicieron oír evidencias que finalmente fueron claves para condenar a algunos de sus “acólitos”, y que terminaron condenados por la justicia?

Quienes ha ejercido cargos –ya por ser designados por autoridades superiores o por elección popular- deben ejercer su rol y usar las facultades de que están investidos no solo porque les pagan para ello, sino por que se supone que “no están obligados para ejercer el cargo”. Y luego, tras ejercerlo, si saben de irregularidades -o quedaron pendientes- debieran hacer lo imposible para que tales situaciones o hechos se corrijan.

Hace rato que terminamos de ejercer una función de concejal –cuyo principal rol es ser fiscalizador de la labor del alcalde de turno- y por ejercerla plenamente pagamos un costo alto. No obstante, como las cosas –en muchos aspectos siguen igual, incluso peor, seguimos haciendo pega que otros –bien pagados- no la hacen.

Y la hacemos convencidos que alguien tiene que hacerlo, o que al menos tiene el valor de no quedarse callado.

Propiedades municipales, fiscales, bienes nacionales de uso público, BNUP, siguen en poder de particulares. Y aparte de la preocupación –justamente del concejal que nos escribe- manifestada por parte de la Avenida Costanera que fue cerrada en un momento por quien dice ser dueña de un sitio en el lugar que franquea ese Bien Nacional de Uso Público, nadie dice nada. Lo que es peor nadie hace nada. Todo quedó ahí cuando Roberto Córdova debió entregar el cargo de alcalde suplente –producto de la resolución del TER, y que ahora acaba de ser corregida por el Tribunal Nacional de Elecciones- donde fue apelada su resolución.

Cualquier miembro del Concejo Municipal que salga electo como alcalde debiera asumir –en su rol de administrador de los Bienes Municipales y Bienes Nacionales de Uso Público, BNUP- su defensa, pues es un hecho cierto que se puede ganar, recuperar, pues están los antecedentes y argumentos. Solo hay que buscarlos y esgrimirlos.

En el actual escenario desearía que fuera el propio concejal Córdova quien siguiera con esa responsabilidad, entre otras; no obstante me hago la siguiente pregunta: ¿acaso no podría haber seguido peleando ese BNUP como concejal?

No obstante, como no siempre se da la lógica, ofrezco a quien quiera que resulte electo, toda la documentación no solo para pelear ese BNUP, sino otras propiedades que se han ido perdiendo en el tiempo. Propiedades que siendo concejal puse en antecedentes al Concejo Municipal, pero donde no hubo voluntad ni pantalones para pelearlas como corresponde.

¡Nobleza obliga! El punto es ¿a quiénes?

Acá el texto íntegro del mail que nos ha enviado Roberto. Léanlo...

Washington:

Junto con saludarte, y en relación a los fallos del TER y del TRICEL, bien vale la pena poder colocar las cosas en su lugar, en la noticia publicada en Pichilemunews, para cuando el TER se pronunció, tú le otorgaste cierta responsabilidad al abogado Fabricio Jiménez y a la Concejal Viviana Parraguez, y como la situación la corrigió el TRICEL, creo que "nobleza obliga" de plantear que ninguno de los aludidos tuvieron responsabilidad, y el fallo obedeció a otras variables, que seguramente nunca podremos conocer.

Lo que tú dices en esa oportunidad es lo siguiente:

“Tales consideraciones confirman que sencillamente la reclamación interpuesta por el abogado Fabricio Jiménez Mardones –en representación del Concejo Municipal de Pichilemu- se presentó en un momento que no correspondía.

Así las cosas, se puede desprender que tanto el profesional abogado contratado por el municipio “no se sabía bien el texto de la ley al respecto” o a sabiendas vio una oportunidad de trabajo. No obstante así, extraña que habiendo una concejal que es abogada –Viviana Parraguez Ulloa- “esa materia de la ley, tampoco la sabía, o en el peor de los casos, ya la había olvidado”.

En lo personal creo que los dos actuaron al igual que el resto de los Concejales, con la convicción que teníamos la razón, y producto de esa convicción es que nuestro planteamiento en el Tricel no varió una letra, a pesar de haber sido alegado por José Luis Andrés, pero con la colaboración permanente de Fabricio Jiménez.

Sin otro particular, te saluda atentamente.

Roberto Córdoba Carreño
Concejal Pichilemu