Domingo, 28, Abr, 9:23 PM

Fuente: www.pichilemunews.cl - 10.03.2024
- Primero decir que, el título original era Las Artesanas de El Copao, pero lo enviamos el año 1983 -desde Antofagasta donde estaba trabajando- al principal diario de nuestra región -entonces- el diario El Rancagüino. Y, bueno, cuando eso sucede, generalmente el editor tiene todo el poder para rectificar, cambiar el título, acortar su extensión si lo estima necesario y -si no le agrada- sencillamente, no lo publica.
- Así sucedió con otros artículos que enviamos, desde el año 1981 al 1983, desde el norte grande, a varios medios, como al propio El Mercurio de Antofagasta -que nos publicó dos o tres colaboraciones, El Rancagüino como ya dijimos un par o más, La Región de San Fernando, dos o tres, El Cóndor de Santa Cruz, dos o tres. También enviamos a otros medios, pero no logramos saber si los consideraron o no.

Ayer, cumplí con una solicitud y envié ese artículo, para un trabajo. Y, junto con ello, nos dijimos, ¿por qué no replicarlo para nuestro propio medio?
No se diga más, aquí esta, también como un pequeño reconocimiento a todas esas artesanas que nos dieron orgullo en su momento. Posta que hoy -desde hace algún tiempo- han tomado las artesanas y artesanos de Pañul, unos pocos kilómetros al suroriente.

Las Artesanas de Copao

"Con esa materia prima y sus hábiles manos, van moldeando la greda y su existencia ...".

Siempre quise conocer El Copao, desde muy niño, en que oía a la Mercedes y a la Julia -empleadas en ese tiempo, en la casa de mis padres- hablar a cada instante de su terruño natal.
En ese tiempo, en mi mente infantil, esa palabra me sonaba a un pueblito y como lo nombraban con tanta profusión y cariño, me lo imaginaba bonito, además. Sin embargo, El Copao no es un pueblito ni bonito, sino que es un sector rural, a 12 kilómetros al sur de Pichilemu y a escasos mil metros del pueblo de Ciruelos.
El atractivo del sector es quizá el verdor de sus bosques de pino y eucaliptus que están aledaños. Pero más bien radica en la artesanía en greda que unas pocas familias fabrican allí.
En el lugar, las artesanas -que se transmiten su “habilidad” de generación en generación- inician cada año, cuando el sol es más benigno, la producción de una amplia variedad de utensilios caseros, de uso doméstico -valga la redundancia- principalmente, y que previo al inicio de la temporada veraniega, surten al comercio pichilemino, en espera de los veraneantes y turistas que acuden a las playas no ya colchagüinas, sino “cardenalinas”.
Las líneas artísticas -si así puede llamárseles- son simples y prácticas, puesto que no requiere de preciosismos.

Sus secretos
La arcilla y greda en tanto, que es la materia prima, la extraen de las cárcavas (terrenos erosionados) y de terrenos cuyas características solo ellas, las artesanas, saben distinguir mejor que nadie. Con esa materia prima y sus hábiles manos, van moldeando la greda y su existencia hasta producir, por ejemplo, fuentes, ollas, platos, jarrones, etcétera; en un tono rojo anaranjado o en un negro brillante, una vez cocida cada pieza en un horno de barro.
Cuentan las abuelitas y con más propiedad las propias “productoras” que, para darle una mayor dureza al utensilio y por ende una mayor duración útil, es preciso “curarlo”. Esto, se hace al hervir leche en cada utensilio.
Después de ese sencillo secreto, usted podrá degustar el más exquisito pastel de choclos y en general toda comida preparada al horno, ya que el alimento adquiere un sabor especial.
A estas alturas, y antes que lo olvide, debo señalar que por supuesto conozco ahora El Copao, el cual he visitado e varias oportunidades y en las cuales he compartido con unas cuantas artesanas, entre ella la mamá de la Mercedes y de la Julia, de las que tengo grato recuerdo.
Los nombres de las artesanas, desgraciadamente no los retengo ya; pero valga este recuerdo para demostrar mis respetos y admiración.
¡Ah!, y cuando usted vaya de vacaciones a Pichilemu hágales una visita y cómpreles. No se arrepentirán cuando ya de vuelta, en sus hogares, prueben sus alimentos preparados en la artesanía de El Copao.

Nota: Esta recomendación final, efectivamente tenía sentido hasta finales de los años ’90; pues -como dije- las pocas artesanas en greda, eran pocas y la edad y pocas perspectivas económicas que generaba el oficio, no atrajo a las nuevas generaciones; terminándose poco a poco esa artesanía.
Sin embargo, era contradictorio que, a pocos kilómetros y alrededores existieran importantes yacimientos de minería no metálica: una arcilla que era usada en la fabricación de artefactos sanitarios. Todo eso significó que millones de toneladas fueron a parar al sur y zona central donde se usaba para ese propósito, como también en refractarios y pisos cerámicos.
Afortunadamente, la visión del pichilemino Orlando Cornejo Bustamante, a la sazón elegido como el primer alcalde, tras volver la democracia, fue darle un uso artesanal a esa materia prima, de tal forma que los propios habitantes del lugar: Pañul, pudieran aprender las técnicas necesarias para crear artesanía de acuerdo a las habilidades y talento de cada alumno/a. Así, la autoridad gestionó talleres a cargo de artesanos sureños, quienes cumplieron un papel fundamental para el resultado al cabo del tiempo.
Siempre, apoyado de las autoridades municipales y nacionales, años después se gestiona la denominación de origen de la artesanía de Pañul, dándole un plus adicional a la maestría que cada uno de las artesanas y artesanos le imprimen a las piezas y productos que cada día cobran más atractivo.
Por ello, hoy la invitación es visitar Pañul y adquirir esa artesanía que cada artesano/a ofrece en sus puestos de venta a la vera del camino. ¡No se arrepentirá!!

Fotografías: WSG/Archivos "Pichilemunews".