Fuente: El Ágora – 12.02.2024
El historiador Pablo Lacoste señala: “El patrimonio ancestral de Pichilemu se apoya en cuatro pilares: en la sal de Cáhuil y de Barrancas, en la quínoa del secano costero, en los molinos hidráulicos harineros de origen medieval, y en la cerámica de Pañul, única en el mundo…”.
A la distancia, sólo nos guía el perpetuo susurro de una vegetación que envuelve los caminos y anticipa una vida bucólica anclada en otros tiempos: es el Pichilemu profundo, donde subyacen lugares con tradiciones milenarias y una sabiduría que se comparte de generación en generación.
Transitar por Pañul (cuyo nombre significa “hierba medicinal”), verbigracia, es encontrarse, de súbito, con artesanos orgullosos por mantener una herencia cultural centenaria. Un trabajo en cerámica a partir de materialidades que la hacen única en el mundo.
“Por eso la artesanía de Pañul ha sido catalogada con ‘Denominación de Origen’. Es decir, que no se encuentra en ningún otro lugar, excepto acá”, explica Damina Cornejo.
Encargada del departamento de turismo de la Municipalidad de Pichilemu desde 2007, Cornejo es una de las responsables de las “Rutas Patrimoniales”, que se organizan para vecinos y turistas en época estival.
“Los objetivos de esta actividad son varios. De partida, mostrar estos sectores de una comuna, como Pichilemu, que es mucho más que mar y olas: acá hay bosques, artesanía, patrimonio vivo… Otra prioridad es que los artesanos exhiban sus trabajos y los comercialicen, y así ayudarlos a consolidarse y a crecer”, agrega el alcalde Cristián Pozo. El concepto se llama “turismo rural” y es una de las modalidades que su administración ha instalado desde hace un tiempo. El éxito es inusitado, quizás por el interés por conocer a este Pichilemu profundo, pero también porque son paseos guiados, a cero costo.
Así lo confirman Álvara Ramírez y Cecilia Alfaro, de Rancagua y de Limache, respectivamente, quienes gozaron de esta jornada por Pañul. “Es primera vez que hago los paseos y me encantó. Lugares muy bonitos, artesanía preciosa y una organización de primera. Todo bien”, nos cuenta Álvara.
“Lo mejor de la jornada es que se trata de una actividad guiada, así podemos aprender cosas de lugares como Pañul y del trabajo que aquí se desarrolla. Agradecemos a la municipalidad por este esfuerzo”, completa Cecilia.
LAS VOCES DETRÁS DE LA ARCILLA
La familia Soto Pavez es una de las más representativas de la zona. Con don Héctor y doña María Cristina a la cabeza, ya cuenta con una nueva generación que recogió la tradición artesana: su hijo Diego.
“La Denominación de Origen ha sido muy importante. No sólo para ser reconocidos nacional e internacionalmente, sino para adquirir un sentido de pertenencia, una identidad única que da nuestro trabajo. Nos ha servido, por ejemplo, para consolidar la Agrupación de Artesanos de Pañul”, dice Diego.
Respecto del método de trabajo para sus piezas utilitarias, pero que también pueden ser ornamentales, Diego cuenta que “el quemado de la cerámica es clave y se hace utilizando una técnica parecida al quemado del ladrillo”.
Más allá, siempre como hitos en medio de los bosques, resalta la tienda de Marcela Urzúa, artesana que apostó por la innovación. “Decidí esmaltar las piezas con diferentes colores. Eso obliga a un mayor tiempo de elaboración y mayor cantidad de insumos. Tenemos productos tradicionales, que van desde los 2 mil pesos, hasta trabajos esmaltados, cuyo costo llega a los 90 mil, como las tinajas más grandes”.
En general, los precios de cada pieza son accesibles a todos los bolsillos.
Rigoberto Rossel (integrante de otra familia emblemática de la región) también buscó un camino alternativo. Son las tinajas gigantes, cuyo tamaño, en algunos casos, supera los dos metros. “Hay que hacer cosas distintas y eso lo decidí hace 20 años, cuando comencé con la fabricación de estos artículos, que son utilitarios (se utilizan, por ejemplo, en viñas) o bien ornamentales”.
Su trabajo, como el de muchos, involucra a toda la familia, partiendo por su esposa Patricia, mientras la pequeña Constanza, de cuatro años, revoletea entre esas piezas gigantes. “Hacemos, como promedio, 20 tinajas y 40 maceteros mensuales, los cuales suelen venderse en Santiago y en Rancagua”.
CERVEZAS Y LANAS
Pero Pañul, ubicado a 18 kilómetros de Pichilemu, no sólo es cerámica, como pudiera pensarse: entre la rica materialidad que ofrece la naturaleza y la creatividad de sus habitantes, surgen otros emprendimientos. Uno de ellos es el de Ana Pavez: Arte Lana. Desde 2011, Ana decidió hacer lo que su madre y abuela han hecho toda su vida: tejer.
“Ellas me enseñaron las técnicas del telar. Manejo mejor el telar de balleta (horizontal) que el mapuche (vertical), pues fue el que aprendí primero y me gusta más. Acá, en mi tienda, hacemos de todo: desde pequeñas piezas hasta ponchos y frazadas, los cuales pueden tener un valor de 200 mil pesos”.
La caminata se extiende, ya, por casi dos horas, momento exacto para una “parada técnica”: hidratación y algo para comer. Y las sorpresas continúan: asoman la cervecería artesanal Gerleca y el restorán Los Troncos, últimas estaciones del paseo.
Segundo Rossel (primo de Rigoberto) abre el diálogo y una cerveza, contándonos que hace cuatro años se interesó por esta actividad: “Hice un curso sobre cómo crear buena cerveza artesanal. Abrí Gerleca (acrónimo con la primera sílaba del nombre de sus hijos: Germán, Leslie y Camila) y cada día intento descubrir un sabor nuevo, un matiz que haga de mi producto algo distinto”.
Así, ahora exhibe la Barbecho, el Estero, la Chacra y la Trilla, entre las 11 variedades de cervezas lager que muestra su catálogo. Todas tienen nombres asociados al mundo rural. Finalmente, Los Troncos y una cazuela reponedora, entre una carta gastronómica donde no pueden faltar las humitas, pasteles de choclo, buen pebre y una copita de mistela…
“El turismo rural, como estos paseos turísticos, ayudan a nuestros artesanos y emprendedores, les dan visibilidad, sus productos se comercializan más y mejor. Seguiremos con estas actividades durante todo el verano. Es otra forma de mostrar Pichilemu y toda su riqueza patrimonial y humana”, concluye el alcalde Pozo.
Fotografías: El Ágora