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Fuente: www.pichilemunews.cl – 01.08.2021
- Desde tiempos remotos, la sal -ese albo producto que desde tiempos inmemoriales se cultiva en nuestra comuna, como en distintos lugares del mundo- ha sido en momentos tan, o tanto más valioso que el oro y otros metales preciosos. Los por qué son varios y no entraremos en detalles, sino dejaremos al interés de cada uno, en averiguar si no lo sabe.

A qué viene este breve preámbulo. Para recordar lo que -tantas veces dicho en reuniones informales, formales, en la radio y otros medios- empezó a tener sentido.
¿Qué pasó hace 21 años?
El periódico local “El Expreso de la Costa” -que incursionaba como otros medios lo hicieron antes- publicó su N° 3, del día 31 de julio de 2000, en portada: La Sal de Cáhuil podría salir al mundo. Le antecedía: Franceses interesados en la comercializar producto. Y, en su interior un artículo desarrollaba de qué se trataba ese titular ….
Antes de ir al artículo, necesariamente hay que remontarse alrededor de cuatro años antes. En efecto, a lo que surgió tras la visita de un importante funcionario del gobierno francés, a Pichilemu, en calidad de “pequeñas vacaciones” desde Argentina donde estaba asignado para esta parte del mundo.
Se trataba del ingeniero francés Bernard Cavaillé, quien junto a su esposa e hija, aprovechando el feriado de Semana Santa, desde el vecino país, visitaron a su amiga Anne Evequoz, a la sazón esposa del empresario rancagüino Carlos Von Unger Casanello, quien años antes se había radicado en Pichilemu y construido su Complejo Turístico “Dunamar”. Aquella vez, fue uno de varios viajes porque le encantó a los franceses. Y pese a muchos atractivos que le encontraron, uno en particular llamó la atención de Bernard Cavaillé: las salinas de Cáhuil ….; claro, porque explicó luego que en su país, él conocía una zona, Guerandé, que también parte de sus habitantes se dedicaban a la producción de sal. Más aún, al conocer cómo era el proceso utilizado acá, como sus herramientas, entre otras, eran muy similares. Más aún, casi iguales …
Y, al conocer la realidad que vivían quienes trabajaban y cultivaban la sal, era una historia calcada con lo que había sucedido allá en Guerandé, en su país; pues el abandono de gran parte de las salinas, el bajo precio de la sal y las condiciones de abuso que se daban acá y allá -en un momento- llevaron a que, la juventud de allá, como la de acá, hiciera a la juventud mirar hacia un porvenir imaginario, pero mejor, y a emigrar hacia otros lugares en busca de aquel.
Pero, contó Bernard Cavaillé, ocurrió que a alguien le surgió la idea de cambiar el destino de esas salinas de Guerandé, a tal punto que la realidad de empobrecimiento, de falta de expectativas, cambió completamente y el producto -la sal de Guerandé- hoy está en las estanterías, góndolas, de los Supermercados más sofisticados, a tal extremo que usted puede encontrar decenas de frascos, bolsitas, de sal de Guerandé con diversas especies que le dan valor agregado.
Famosos restaurantes en sus Cartas ofrecen menús con Sal de Guerandé. Y tiene inmensamente otro valor.
Todo esto lo escuchó, primeramente, el entusiasta empresario Carlos Von Unger, quien en más de una ocasión nos invitó a escuchar lo mismo de voz del propio ingeniero francés. Y así, en calidad de concejal participamos en reuniones informales y formales con autoridades -comunales y provinciales. Incluso en una o dos ocasiones con el propio ingeniero Monsieur Cavaillé, donde éste funcionario contó lo señalado y que esa experiencia era posible replicar acá en Cáhuil y alrededores, dándoles apoyo a los salineros de diversas formas, como adoptando medidas gubernamentales que, les permitieran cambiar la realidad actual a una de enormes perspectivas que, en un plazo prudente, significarían un cambio en varios sentidos: mayor precio de la sal, mejoramiento de calidad de vida de sus habitantes, entre otras mejoras.
El mismo funcionario francés se comprometió a gestionar apoyos de organismos involucrados en la experiencia de Guerandé, todos los cuales se hicieron.
¿Pero qué ocurrió con los apoyos y medidas que se esperaban de las autoridades de entonces?
No lo diremos. ¡Adivinen!

Terremoto, Tsunami
Años después, ocurrió el terremoto y tsunami del 27-F. Afortunadamente tras esa desgracia para gran parte del país, el gobierno que tuvo que enfrentar levantar el país en las regiones afectadas -para bien o para mal- del mismo presidente que hoy tenemos, las ideas expresadas que venían desde el año 1996 más o menos, tuvieron un eco positivo a través de varias medidas, donde gestiones con los ministerios de Economía permitieron la denominación de origen para la Sal de Cáhuil; a través de ayudas permanentes, vía recursos concursables del Ministerio de Minería los salineros reciben equipamiento para facilitar y mejorar la producción de sal.
Asimismo, con recursos regionales a todos los productores se les dotó de una Planta de Yodación para que toda la sal que se produce acceda a ese proceso y así pueda ser comercializarla, según normas del Servicio de Salud. Así, los salineros de Cáhuil, Barrancas, La Villa, en la comuna de Pichilemu; como los salineros de Lo Valdivia, Boyeruca, en la comuna de Paredones les ha cambiado en forma importante su calidad de vida.
Paralelamente, decir que la Sal de Cáhuil, hoy por hoy, es infinitamente más conocida, incluso en otros continentes.
Varios reputados chefs la conocen y la tienen incluida en sus preparaciones. Y no es difícil encontrarla en los supermercados o tiendas gourmet.
Y, su auge -sin duda- se debe al apoyo gubernamental que se le ha brindado a través de varias instancias e iniciativas.

El negro pasado
Salineros que se quejen hoy, tendrían que ser muy mal agradecidos. Sería desconocer toda la historia que sus abuelos, bisabuelos y más, sufrieron, padecieron abusos indecibles a manos de “dueños de salinas”.
Porque, ha de saberse que quienes trabajan las salinas -quienes están de sol a sol- no son los dueños de las salinas.
Acaso hay alguna excepción por ahí …, donde en sus terrenos han habilitado cuarteles salineros.
Y aquí surje que muchos son “propietarios de salinas” aún cuando parte de estas salinas están dentro de fajas de terreno que de acuerdo a la ley, son fiscales, pero para esos efectos no se sabe cómo es eso.
Pero, lo habitual es que la mayoría de los salineros -al menos en tiempos pasados- trabajaban las salinas a “los dueños”, quienes después de ser producida, proporcionaban los sacos y se encargaban de venderla. Miles de sacos y, en consecuencia, cientos y miles de toneladas que se transportaban en ferrocarril a diversas ciudades.
Los salineros pasaban durante todo el invierno esperando su dinero para alimentar a sus respectivas familias; la que llegaba a puros “mejorales”, a “gotas”, “vales”, muchas veces humillaciones. No faltaba que el mismo dueño de salinas les vendiera, o pasara mercadería, a vil precio. Todo ello, argumentado porque aún no les han pagado.
Pero la necesidad tiene cara de hereje. A la vuelta del año, nuevamente los salineros estaban al pie del cuartel, limpiándolo, y luego todo el largo proceso que -hoy aún con toda la ayuda, equipos proporcionados- tarda meses para que la naturaleza, sol Dios mediante, vaya solidificando el agua salada en granos de sal.
Luego, el acopio y el secado -que permite ver durante meses una maravillosa cordillera de albos conos diseminados a ambos lados de la laguna hasta varios kilómetros adentro entre los cerros que la bordean a lado y lado.
Un espectáculo que atrae a cientos de turistas a conocer de cerca, su textura, su proceso. Y, de paso apreciar la diversidad de avifauna que tiene ahí su hábitat, donde cientos de aves completan una de las más hermosas postales de la comuna de Pichilemu.

Fotografías: Archivo “pichilemunews.cl/CapturasC13