Martes, 03, Dic, 3:12 PM

Fuente: www.pichilemunews.cl – 01.04.2020

- Dos artículos recientemente publicados por nuestro diario digital, relacionados con los “puetas populares” y personajes típicos de nuestra comuna ha generado auspiciosas reacciones.
- Vamos casi en medio millar de apodos .., aunque no lo crea.

En efecto, ahí junto con recordar a los “puetas populares” -que fueron parte del Libro “Canto de Puetas” (editado en 1996 por la Editora e Impresora “El Promaucae”, de Pichilemu)- hemos dado a conocer a través de Décimas, parte de los apodos existentes de coterráneos, amigos y familiares incluidos, lo que ha motivado a muchos a revelar otros, para nosotros desconocidos, y aunque para algunos no pase de ser un tema trivial, profano, enriquece nuestra cultura popular. Más aún, que quieránlo o no, forman parte del patrimonio inmaterial de nuestro patrimonio.
Todos los surgidos en aquellos posteos ya están incluídos, agregados valga la redundancia, como un aporte.
Ello también ha servido para que nuestros lectores desenpolven sus recuerdos y algo más que eso, en el caso de nuestro destacado folclorista e investigador pichilemino, Pedro Pablo Pavez Caro.
¡Así es!, Pedro Pablo no hace mucho rato nos ha hecho llegar un valorable trabajo de investigación, casi tan importante como el que lo ha llevado a recopilar parte del folclore musical existente en el mundo rural.
En concreto, relacionado con los apodos, nos envió un archivo ordenado alfabeticamente, con casi cuatrocientos apodos. Cerca de cuatro años -dijo en conversación con “pichilemunews”- le llevó a reunir esos apodos que tenía guardados; y que, a raíz de estas publicaciones, sintió que era hora de compartir con la comunidad.
La mayoría desconocidos para quien escribe estas líneas, lo que se explica en parte por los largos períodos alejados de nuestra comuna y patria chica. Alejado más que nada por temas laborales, pero que no nos impide estar informado de lo más importante.
Pero vamos a lo principal de estas líneas, el deseo personal -como de Pedro Pablo- de compartir a través de esta plataforma, más apodos de pichileminos, muchos ya idos y otros que siguen bregando día a día, para bien o para mal, con sus apodos.
Acá entonces, sin agregar ni quitar nada ….

Apodos

A
1. Amarillo
2. Apaga la vela

B
3. Baucha
4. Boina negra
5. Bola e` barro
6. Bollas negras 7. Bonito culo
8. Boquinicho

C
9. Caballo blanco
10. Cabeza de águila
11. Cabeza e’ cumbia
12. Cache e´mula
13. Cabeza e’ perro
14. Cabezón
15. Cabina blanca
16. Cacha fía
17. Cachamba
18. Cachano
19. Cachete
20. Cacho e’ mote
21. Cachuleo
22. Caga la olla
23. Calanrro
24. Caldo e’ raja
25. Calzoncillo
26. Capilco
27. Capulina
28. Care e’ toni
29. Care pan de pascua
30. Care poto
31. Cata pilco
32. Catana
33. Catunga
34. Caturra
35. Caturro
36. Cha feo
37. Chagual
38. Chaguala
39. Chamaco
40. Chancha blanca
41. Chancha ciega
42. Chancha negra
43. Chanchi vía
44. Chancho choco
45. Chancho e’ goma
46. Chapulín
47. Charica
48. Che pepe
49. Cheño
50. Chifeo
51. Chicha vinagre
52. Chicharrón
53. Chichote
54. Chinbengo
55. Chipana
56. Cholo
57. Chonchón
58. Chorero
59. Chrulenco
60. Chuchucho
61. Chulato
62. Chuncho
63. Chununo
64. Churrina
65. Cinco Lucas
66. Cocali
67. Cocos negros
68. Cola e’ chancho
69. Come laucha
70. Come maqui
71. Conato
72. Concha lo veja
73. Concha seca
74. Conchita
75. Condorito
76. Coñito
77. Cuchara
78. Cuchillón
79. Cuea e’ tarro
80. Cueva e’ tarro

D
81. Diez ruedas

E
82. El Bambino
83. El bomba
84. El trenca
85. El borrega
86. El burro
87. El cachalote
88. El caleuche
89. El califa
90. El canastero
91. El changao
92. El chaucha
93. El chenga
94. El chenga
95. El chengao
96. El chicle
97. El chinche
98. El chingue
99. El chocolate
100. El choripan
101. El chote
102. El Chucho
103. El chuflo
104. El chuleta
105. El chuncho
106. El chunga
107. El chupilca
108. El cigarrillos
109. El cinco
110. El cochauran
111. El come pasto
112. El Conejo
113. El corneta
114. El cuchara
115. El cururo
116. El diuca taima
117. El embalsamao
118. El faraón
119. El fatiga
120. El garuga
121. El gato e’ goma
122. El gitano
123. El guaila
124. El guata
125. El guata e’ macha 126. El guey
127. El guirao
128. El huacho
129. El jutre
130. El liguana
131. El llorón
132. El loica
133. El maceta
134. El manguera
135. El Minina
136. El momia
137. El monaca
138. El morroño
139. El muerte
140. El negro cagón
141. El Nina
142. El ñaja
143. El paja
144. El pajilla
145. El parrina 146. El pata pela
147. El pata raja
148. El pate e’ palo
149. El pejerrey
150. El pequen
151. El peuco
152. El pichula lacia
153. El pidén
154. El pinga
155. El pinganilla
156. El piqueta
157. El piruja
158. El pirulo
159. El pistola
160. El Pitio
161. El polilla
162. El recuande
163. El pollo
164. El rancho grande
165. El roncador
166. El runrún
167. El sapo choco
168. El siete cañas
169. El siete leyes
170. El silletero
171. El tachuela
172. El terrón
173. El tijereta
174. El tiqui- tiqui
175. El tómate la otra
176. El tornillo
177. El totora
178. El tripa
179. El tucán
180. El turrique
181. El tute
182. El zorro

F
183. Fiñique
184. Firme el basto
185. Fosforito
186. Frente e´ litre
187. Fuñingue

G
188. Cabina negra
189. Gallineta
190. Gamba
191. Garza pituca
192. Gato e’ chale
193. Gato flaco
194. Gato mojao
195. Gato negro
196. Gorrión mocoso
197. Guat e’ parlante
198. Guacho pique
199. Guaracazo
200. Guarapalo
201. Guaren de acequia
202. Guareque
203. Guarisapo
204. Guate e’ peo
205. Guate leche
206. Guindas verdes
207. Guitoño

H
208. Haga pito
209. Hilton cien
210. Huevo duro
211. Huara huara

J
212. Juan che
213. Juanero

L
214. La Caracha
215. La conchita
216. La cutia
217. La escopeta
218. La estufa
219. La momia
220. La pale’ barro
221. La pata
222. La pela
223. La tabla del uno
224. La tagua choca
225. La zorra
226. Lagarto choco
227. Lagarto verde
228. Leche cocía
229. Lengua e´ lija
230. Los cachila
231. Los calamina
232. Los callejas
233. Los carnudos
234. Los chaca
235. Los chebrolet
236. Los chicos malos
237. Los choreros
238. Los chunchules
239. Los chunga
240. Los coloreros
241. Los come e` quingua
242. Los congrios
243. Los cuatro vientos
244. Los culebra
245. Los fonolas
246. Los frente e’ litre
247. Los jotes
248. Los moco verde
249. Los motonetas
250. Los pantrucas
251. Los pascualitos
252. Los pericos
253. Los peucos
254. Los pica tiempo
255. Los pinga
256. Los pingajos
257. Los pitios
258. Los porotos
259. Los potrancas
260. Los puntilla
261. Los quilas
262. Los raja negra
263. Los robalos
264. Los tapaculos
265. Los terrones
266. Los tetera
267. Los yegua brava

M
268. Macho negro
269. Mal echo
270. Mamita linda
271. Mamita mía
272. Mandí bulín
273. Mañisca
274. Mas cuea
275. Menene
276. Mete la chala
277. Migueloro
278. Montón de humo
279. Morocho
280. Mula renga

Ñ
281. Ñaja- ñaja

O
282. Ojo e’ buey
283. Ojo e’ huiro

P
284. Pai, pai
285. Pana gruesa
286. Papa larga
287. Para Gallo
288. Parafina
289. Pata de carabina
290. Pata en la raja
291. Patas de albahaca
292. Patas de hilo
293. Patas de huso
294. Pate cumbia
295. Pate de alicate
296. Pate e’ cambio
297. Pate payaso
298. Pateco
299. Pato echao
300. Peazo e’ plato
301. Pecho e’ diuca
302. Pecho e’ jote
303. Peinao e’ culo
304. Pelao lato
305. Pelotas plásticas
306. Pera e’ chivo
307. Pera seca
308. Pirinola
309. Perquin
310. Perra chica
311. Perra choca
312. Perra negra
313. Perra ñata
314. Pichoico
315. Pichula e’ ganso
316. Pico e’ pato
317. Pililo
318. Pincel
319. Pinchecha
320. Pinky
321. Piquero
322. Piragua
323. Pirindique
324. Pirineo
325. Pirrín
326. Pitroco
327. Pitucho
328. Pizón
329. Pluto
330. Pobre flaco
331. Pocas pilchas
332. Pochocho
333. Pochoco
334. Poyoyo
335. Pololo
336. Potrillo

Q
337. Quelequecho

R
338. Rana choca
339. Ratón de playa
340. Reajuste
341. Rey de copas
342. Rico ricón

S
343. Saco e’ pan
344. Sapo choco
345. Snoopy
346. Sopa e` perno

T
347. Tape cacho
348. Tarro choquero
349. Tarro con moco
350. Tablón
351. Terremoto
352. Tejero
353. Tetera e’ campo
354. Tiro loco
355. Tizón con ojos
356. Tocornal
357. Tocullón
358. Tomate podrido
359. Torda
360. Tordo choco
361. Telefunquen
362. Tronco e’ boldo
363. Tufúfere
364. Turco pachalemu
365. Tutulo

V
366. Viejo e’ los machos
367. Viejo ‘el hoyo
368. Viento norte
369. 20 pesos

Y
370. Yandel

APODOS
Acá, listado que contiene los apodos publicados el 29.03.2020 y todos los que han ido aportando los lectores, omitiéndose los ya considerados, como los demás surgidos tras la publicación del listado de Pedro Pablo Pavez (del día 01.04.2020), varios que ya eran parte de los publicados inicialmente.
Este listado -sin números- permite ir agregando con más facilidad los apodos que eventualmente, sigan quedándose en el tintero ….

A
Alicia Chunga - Arroz con leche – Alicia - Argentino - Amasadito caliente - Aurelio Piure

B
Balsa (o Barza) - Balsero - Bototo - Boca de chaucha – Buey cansa 'o - Buey taima 'o – Burros - Boleto 'e micro - Buzo blanco - Buzo negro – Bola de barro - Bola de oro - Buho – Buen amigo – Bisagra – Bolas con sueño

C
Cabina blanca - Cueca larga - Cachufla - Calleja - Cagón - Cutoño – Coca - Cebo 'e carreta - Cabeza 'e pichí - Clavo 'e línea – Calela – Cochinga - Cacha las toa 's - Cochabrán - Copito 'e nieve - Cutiño - Coche 'e Tercera – Contre 'e pollo – Cotoyo - Cotollito - Come quecho (queso) - Come quingua (quinoa) - Congrios - Cristo de palo – Cucharita - Col 'e chancho - Cogote 'e Yegua – Cururos - Culo seco - Cabeza de león – Cojelo - Cuchuflí 'e alquitrán - Cacho 'e cobre - Cachón de mocos – Canito - Cacho de mote - Cuatro vientos – Calistrito – Cochecho – Calchilla - Catalina - Cartulo – Cabeza de sauce - Cachano - Carnudos - Cachuo - Castañón - Colorado - Cueva 'e tarro - Cuca – Cuchito - Cueva negra – Cabeza negra - Cabeza de tope – Cañoños - Cocos negros - Cogotito de yegua – Cogote é yegua - Cogote ‘e pavo - Cocos ‘e perro - Carlos Metete - Capataz del diablo - Calulo - Carnero - Calabriote - Cinco lucas – Concholo - Car'e Concreto - Catrileo – Cabeza de palo - Cabeza con yapa – Culebras - Condoro - Come sapo - Cabeza de palo - Cuida la guagua – Caluca – Caturro - Cabeza 'e martillo – Catalera - Conato – Clavelito – Cabeza de Long play

CH
Chapulín - Chaparro - Chungas - Chagualera – Chaca - Chicorita – Chimbengo - Chifeo – Chicharrón - Chaqueta 'e cuero - Chila - Chana - Chino Bradley - Chino Teja – Chirigua – Chicha (Chichita) Vinagre - Chino Álvarez – Chino Rojas – Chino Jara - Che Juan o Juan Bencho - Chico Nene- Chico Piña – Chaleta - Chorero – Chinches - Chicharrón de Tungo - Chupete 'e cholguán – Choco – Chulato - Chununo - Chanfaina ‘e jote - Chocolate – Chichote - Chiconato - Chuchucho - Chinco pechos - Cholo - Chico Piña - Chola – Chimenea - Chispita – Chumita - Chichico - Chanchos plásticos - Chancha voladora - Chercán - Chico de la Tuti - Chichico – Challaco – Chalaco – Chuleta – Chupao - Chasquilla – Chivato – Chonchón

D
Desgraciado - Don Vara - Dolly Pen – Domínguez – Duque – Donina - Don Galvita o Don Galva – Don Wala - Don Baucha - Diputado - Don Bolemo - Dr. Mortis - Dado 'e plata – Duro – Diuca – Diuca Taimá - Don Cheyo

E
Escuti - Empanada 'e cijo

- F
Farol tuerto – Faruco - Firme el Basto - Fosforito – Fonola - Foto 'e carnet

G
Gambita – Gallina negra - Gancho ras - Grande oso - Garzón Flores - Gorrión mocoso - Guairao - Guatón cóndor – Guatón Miranda - Gato Negro - Guate parlante - Guate 'e Leche - Guate 'e chicha - Gato de chalet - Guarén de wáter – Gatito - Gato romano - Gusano ‘e papa - Guatita - Gorila - Gusano de seda - Garuga - Garabato - Gran Tombolini - Gacela - Guajaja - Guata de macha – Giro sin tornillos

H
Hugo Pelé - Huevo duro - Helado de Lana - Huaso Pituco - Huara huara - Helicóptero choco

I
Ingeniero

J
Juan Serrucho - Jote Azul - Jote Rojas - Juan Ñoño - Juan Ñato - Juan malo - Juan macho - Juan Pizón - Juan Duro – Juan Ají - Japa

K
Kokali

L
Lagarto Verde - Leche cocida - Lengua de lija - Lumumba - León enjaulao - Lucho pato - Las Patas - Lucho Flaco – Linkas – Lolo - La Ley - Laguna del perro - Luchita Bota - Lunita - Ligue ligue – Lora

LL
Llumaldo

M
Maleta - Marzo - Marcelino Dandee - Manenas – Manolete - Mata mala - Mira cielo - Manga 'e sostén - Marmita - Monchito - Medio Pato – Marquitos - Mamadera 'e plomo - Maletín de gásfiter - María Chica - Marraño (o Marrañito) – Mataloro - Macho loro - Mermelada 'e mora - Micrófono andante - Montón de humo - Moco verde - Mojón caliente - Morroño - Mona ‘e palo - Montalvini - Mono 'e palo - Mona e’ palo - Monina – Musimesi – Macho loro - Mono

N
Negro Adán – Neco - Neno Urzúa – Nucadeora – Ninago – Nanao

Ñ
Ñungo - Ñiñico

O
On Vela - Oga oga - Ojos de ganso

P
Pirindique – Pinganilla - Pirinola o Piri – Pinchecha – Pitula – Pollo - Poto 'e guagua - Pedazo 'e Pana o Che Pana - Porotos - Pancho Trola – Pancho hueso - Persicola - Pobre Flaco – Pitío - Pitucho - Pocas pilchas – Pantruca - Pate 'e combo – Pate 'e cambio – Pechuga – Pechuga 'e pato - Pistola – Pistola bendita – Pitusa – Pico 'e pato - Panchote – Pelela - Paraguaya - Potrillo - Pato echado - Patita e' cabra – Picón – Pitrocos - Pololos- Pava blanca - Perra chica - Pajarito - Pequenes – Pampanito - Pate 'e carabina - Pituco - Puente Cortao – Pateco – Parrina – Peluca – Parafina - Piñita - Paco loco - Pat’e billar – Pejerrey - Puntete – Perejil - Porongo (Poronguito) - Pavo - Pepe Piure - Pan 'pa la Nina - Pulga brava - Ponciano -Pinguino - Patronsposte - Pililo - Negra – Pololos – Piures – Potranco - Pato Chucho – Pollera colorá – Pato lile

Q
Quinito

R
Raspalaolla – Ramoneta - Ratón de Water – Raja hedionda - Ratón de acequia - Rancagüino - Ratón de playa - Raja Negra - Rincón de Cáhuil – Risos de oro - Romita – Rucio - Rucio Díaz – Rummenigge

S
Saco 'e plata - Sartén de bandolero - Sandía - Spedaletti - Sapo – Sapín - Sapo de rulo – Sablazo - Segundito - Siete leguas - Siete colores - Sin pelos en la lengua – Solano

T
Tangarito - Tranca de goma – Terrón – Teté - Telefunken – Travolta – Tornillo – Terremoto - Tordo choco - Toyo de alta mar - Tres dientes - Tomatito relleno – Tejas - Tira pinta - Turrón de Hiel - Tapaculo - Tablón - Toco - Tarro choquero - Tribilín - Tutulo – Turela - Tripas lav 'a - Teterita - Turrique – Turco - Turco manicero - Tronco mocho - Trulenco – Timbimbe - Tite jote – Tripa seca – Tarzan

U

V
Viuda alegre - Viejo los machos - Vale Por - Volantín 'e cholgúan - Viento norte - Vieja ‘e moño

Y
Yandel – Yayita - Yegua brava - Yeye

X

Z
Zambuca - Zorro – Zorra - Zorro plateado – Zorrillo

W

Fotografía: Archivo "pichilemunews".

Fuente: www.pichilemunews.cl – 02.04.2020

- La primera de dos historias -que forman parte del inconsciente colectivo pichilemino- que daremos a conocer ...
Sabrosas historias de personajes pichileminos -como de otros que han llegado y se han quedado para siempre- no siempre se pueden contar, aunque algunas pocas hemos incluido en el tiempo. Pero, hasta ahora no recuerdo haber mencionado a este personaje y explícitamente tampoco ha quedado identificado a través de los apodos publicados … Sin embargo, a través de mi hermano Antonio -ya liberado por el autor Francisco Enberg Castro- quien le confió hace algunos años dos historias pichileminas para su opinión, me las ha transferido para difundirlas.
Sin duda les gustará a muchos y, ojalá, a sus descendientes, pese a que cuenta sobre sus debilidades, pero sobretodo de sus fortalezas como “mecánico”, como pocos.
Esta historia -quizás- nos anime a redactar y contar otra que sabemos de él, tan buena como las resumidas acá.
Antes de ir al grano, decir que este personaje llegó junto a su familia, por los años '60 junto a la empresa constructora de su suegro y cuñados, cuando llegaron a cumplir con una Licitación Pública para pavimentar varios tramos de calles de Pichilemu.
Se terminaron las obras, pero él junto a su prole -que estuvo en varios puntos con su Taller- se quedó definitivamente en estas tierras.

SAMANIEGO
Por: Francisco Enberg Castro


Samaniego era un mecánico que vivía en un sitio contiguo al Cuerpo de Bomberos a fines de los años sesenta y principio de los setenta. Este sitio pertenecía a don Julio Saenz y quedaba a metros de la casa de calle San Antonio. En él levantó una rancha, la cubrió con un toldo de viejas aspilleras y la llamó “taller”.
Su aspecto sucio y desordenado escondía una tez blanca y un pelo entre rubio y colorín, rasgos de un probable origen nórdico que el alcohol había tapado y deformado, cosa que repercutió en las personas cercanas manteniéndolo a él y a su familia en un deplorable estado. En un accidente que tuvo en tractor, perdió una pierna, por lo que tuvo que usar una prótesis que sonaba y se arqueaba al caminar.
Hombre de mundo y de una particular manera de ver las cosas, franco y directo, no se andaba con rodeos al momento de encarar las cosas. Esto junto con su vasta experiencia como mecánico, lo hacían ser admirado y respetado por cuantos le conocieron. Cuando le iba bien y ganaba sus pesos, ligerito se emborrachaba, se ponía a cantar simulando con la pierna falsa tocar una guitarra, la colocaba pegada al pecho con el zapato apoyado en el hombro, cosa que nos sorprendía y divertía.
Poseedor de un sinnúmero de dichos y cuentos que hacia aun más llamativo simulando que hablaba en latín: “salutem imploribus codus hasta que votre corpe agüante” o “cagatum restum herem”. Filosofaba y despotricaba sobre las miserias de la sociedad, se reía de los clientes que no lo conocían, especialmente de aquellos estirados y recelosos de “su taller”, gozaba bajándoles el moño, algunas veces los hacía lesos como quería, pero tenía una gran voluntad para ayudar al que acudía en busca de sus conocimientos y experiencia. Era tan buen mecánico que su fama sobrepasó los contornos de Pichilemu, muchos “colegas” venían de otras localidades a buscarlo cuando “algo se les iba en collera”, nunca se supo que una panne le haya quedado grande. Juan (1) me contó una vez que le arregló un desperfecto a un avión y pudo volar sin ningún problema de regreso a Rancagua.
También recuerdo cuando una vez llegó a la Semana Pichilemina nada menos que Budy Richard (cuando estaba en su apogeo de popularidad), para que le arreglaran un Ford-coupé de un lindo color azul metálico.
Lucho (2) se acuerda cuando don Alejandro Santolaya (Sr. Santoplaya como le decía un gringo) llegó un día al taller por un desperfecto eléctrico en el distribuidor de su camioneta (en un viaje de Rancagua a Pichilemu en que la Marta Paulina (3) y yo íbamos de pasajeros en la parte de atrás de la camioneta de don Alejandro, nos dimos vuelta en la bajada de la cuesta del Alto Colorado, gracias a Dios sólo quedamos con machucones y un poco aturdidos, además del tremendo susto). Samaniego comenzó a arreglarla y como siempre le gustaba hacer sus payasadas sin importarle a quién fuera, esta vez se le pasó la mano...
Con el destornillador comenzó a sacar chispas de los cables de la batería y apoyándose en su pata mala para no hacer contacto con tierra, le dijo a don Alejandro: - Afírmeme,...afírmeme que me caigo..., ingenuamente éste le pasó la mano y el golpe de corriente le pegó tal cuetazo, que lo tiró lejos. Don Alejandro (que era un inmigrante español, persona muy esforzada y trabajadora, pero de no muy buen genio, tenía un tic que cabeceaba permanentemente con la cabeza) lo retó tanto, que Samaniego le terminó de arreglar rapidito la camioneta y no se atrevió a cobrarle.
También Jorge (4) me contó otra historia, la del camión del tío Renato Pizarro: El tío Renato despachó de Cáhul un camión cargado con sacos de sal, al parecer iba más pesado de lo normal porque a la subida de la cuesta, un poco más arriba del cementerio, el camión comenzó a hacer un ruido extraño y valvuleaba mucho, según dijo el chofer. Por suerte atinó a detenerse en un costado del camino y mandó a pedir ayuda. Rápidamente llegó el tío al taller para buscar a Samaniego y llevarlo a ver al camión, Samaniego invitó a Jorge a que lo acompañara nombrándolo “Oficial” ayudante.
Cuando llegaron al lugar, Samaniego inspeccionó la panne, pidió que le encendieran el motor y, con su instrumento de palo de escoba, comenzó a “auscultar” el ruido poniendo el palo en la tapa de las válvulas que estaban en diferentes partes del motor, en tanto el otro extremo se lo colocaba en la oreja. Mientras hacía esta operación, hablaba payasadas en inglés y se imaginaba ser un médico auscultando a un paciente.
Su diagnóstico fue el siguiente, e hizo tomar nota a su “Oficial ayudante”: - Motor fundido, requiere cambiar el pistón Nº4 y para eso necesito lo siguiente…, y procedió a enumerar una serie de repuestos que necesitaba para realizar el ajuste in situ, y dijo: en dos días le tengo arreglado el camión. Le entregó el papel a su dueño para que encargara los repuestos. Por supuesto el tío no quedó para nada convencido. Regresaron a Pichilemu y mandó a buscar a don Lucho Godoy, reputado dueño de un taller mecánico de Rancagua, quien después de una operación no menor, logró llevar el camión tirado por otro camión hasta su taller. Después de una semana de trabajo y de haber procedido a destapar el motor, le entregó un presupuesto donde decía: Motor fundido, hay que reparar completo el pistón Nº4 y para sorpresa del tío, la lista era casi la misma que la que le había entregado Samaniego. Eso sí el costo de traslado junto a la reparación, triplicaba el costo ofrecido por éste.
El tío se lamentó mucho el no haberle tenido confianza a este singular “maestro” y no haber creído su certero diagnóstico realizado con un simple palo, con el que llego a la misma conclusión de don Lucho, quien había necesitado destapar y prácticamente desarmar el motor para llegar a lo mismo. Desde esa vez ya no desconfiaría de Samaniego.
Me imagino cuánto le habrá dolido el bolsillo y cómo se habrá agarrado la cabeza a dos manos diciendo: y yo que no le creí a este tal por cual; ya que como buen comerciante que era, había despreciado una buena oportunidad de ahorrar tiempo y dinero.
Otra de las historias que acontecieron en torno a este hombre fue la de un encopetado cliente: Un día llegó un pije de Santiago en un auto coletudo, según lo que dijo el motor le había fallado después de pasar la cuesta entre Alcones y Pichilemu, que para entonces era de tierra y llena de calamina. Llegó muy desconfiado por el aspecto del “taller” y le dijo a Samaniego:
- Mire hombre, este auto es nuevo y nadie le ha metido mano fuera del garaje donde lo atiendo en Santiago. No sé que le pasa, el motor funciona disparejo y se anda parando solo. Me dijeron que Ud, era el mejor mecánico que había en Pichilemu. ¿Cree que lo podrá arreglar para regresar a Santiago y así poder llevarlo a mi taller para que me lo arreglen bien?
Samaniego ni siquiera se molestó en contestar su impertinente pregunta. Le gritó a todo pulmón a su hijo “Gino... tráeme un desatornillador y un palo de escoba”. Luego le dijo al jutre: échelo a andar y ábrame el capó. Esperó un rato y puso un extremo del palo en la tapa de válvulas y la otra en su oído, con el destornillador comenzó a regular un tornillito del carburador, auscultaba cada cierto tiempo con su conocido e improvisado instrumento, para volver a ajustar el tornillo hasta que quedó satisfecho con el sonido parejo del motor. - Listo jefe, son $ Eº 300.000. Escudos (unos treinta mil pesos de ahora).
El tipo se quedó de una pieza:
- ¿Cómo? le dijo, ¡pero si apenas apretó un tornillo y no se demoró más de cinco minutos! ¿Y me va a cobrar eso?, ¿más encima no sé para qué utilizó un palo? (como el tipo no sabía nada de mecánica, desconocía los secretos que utilizaba Samaniego para dar solución a cualquier problema mecánico).
Hágame un papel que me detalle qué fue lo que hizo y que por apretar un simple tornillo, me está cobrando $ Eº 300.000. ¡Lo voy a denunciar por sinvergüenza!
Samaniego sin inmutarse volvió a llamar al Gino: “Tráeme un cuaderno y un lápiz”. Con toda calma apuntó sus datos, detalló el cobro y lo firmó, luego arrancó la hoja y sin decirle nada, se la pasó. El tipo leyó con perplejidad el papel manchado de grasa, carraspeó, y procedió a pagar lo pedido. Se fue meneando la cabeza (murmurando para sus adentros ...me cagó este huevón....) después de disculparse y reconocer el trabajo simple pero efectivo de Samaniego.

¿Qué decía el papel?
Cobro por carburación:
Por apretar un tornillo................... $ Eº 10.000
Por saber qué tornillo apretar.….. $ Eº 290.000
TOTAL:.......$ Eº 300.000


Los Mandamientos del buen tomar vino:
Como decíamos, Samaniego era bueno “pal pencazo”, y en sus continuos jolgorios se ponía a cantar tangos o recitaba sus famosos “mandamientos del vino”:

“Primero: Tomarse el vaso entero”
“Segundo: Tomar con todo el mundo”
“Tercero: No decir nunca no quiero”
“Cuarto: Tomar harto”
“Quinto: Tomar del blanco y del tinto”
“Sexto: Tomarse hasta el resto”
“Siete: Tomar hasta sonar como cuete”
(7mo: Tomar por detrás y por delante)
“Octavo: Tomar hasta quedar botado”
“Noveno: Tomar del malo y del bueno”
“Décimo: Tomar aunque esté pésimo”

“Colorario: La familia que toma unida permanece unida”
También decía: Cuándo Dios llamó a Gabino, no le dijo Gabino ven, sino, ven Gavino.

1 Juan Enberg, conocido “glorioso Capitán chamullo”.
2 Luis Enberg
3 Marta Paulina Enberg
4 Jorge Enberg

Fotografía: Archivo "pichilemunews"

Fuente: www.pichilemunews.cl – 20.04.2020

“El temporal se desató a las 0.30 horas del jueves y desde ese momento nadie durmió hasta que el temporal de viento y lluvia se aplacó como a las 9.30 horas”, fueron las palabras del alcalde de Pichilemu, José Lino Vargas Jorquera, para describir en parte lo que vivieron los habitantes de la comuna la noche del jueves 10 de abril de 1980.

De eso ya, 40 años, que recordamos al desempolvar archivos que aunque fueron terribles para muchas familias, sobretodo las que quedaron afectadas y que replicaremos con algunos hechos, para quienes vivieron los momentos en que varias regiones fueron “sacudidas violentamente” por la naturaleza la noche del 27-F, hace poco más de 10 años, son sin duda nada comparables con la secuela de daños materiales y de vidas humanas tronchadas.
Tampoco se puede comparar con la incierta proyección de la pandemia global que afecta a la humanidad, con una secuela abismante que no se detiene y que los expertos ya definen como la más grande de la humanidad. Realmente es mucho lo que queda por saberse y verse, ya que día a día, cifras -aún sin llegar al peak- suben dejando miles de hogares sumidos en el dolor, en tanto los daños colaterales: desempleo, incertidumbre, cunden en la población.
Y lo peor, cada gobierno pese a que están adoptando medidas mitigatorias para enfrentar al enemigo, Covid-19, suelen verse contradictorias entre lo que dicen unos y otros.

NOCHE LARGA, NEGRA Y DRAMÁTICA
Las palabras con que el alcalde José Lino Vargas definió el fenómeno, quizás a la distancia, y a 40 años de aquello, pueden sonar exageradas. Pero, ¡no es así! Reflejaban exactamente lo que vivieron los habitantes de nuestra comuna.
El día sábado 12 pudimos viajar desde Santiago -nuestro lugar de trabajo- para conocer en terreno la magnitud del temporal. Ya en el Paso de las Huertas podíamos ver árboles quebrados a mitad de su altura. Bosques completos …, árboles más cercanos al camino de ripio ya aserrados para despejar la vía. Y, desde los los Silos del Fundo San Antonio, cientos de eucaliptos cortados en rollizos amontonados en la berma. Según apreciación de las autoridades del ramo, unas 150 matas de eucaliptos y pinos cayeron hacia el camino; dejándolo intransitable.
Ello era solo un pequeño aperitivo de los daños producidos.
Más tarde, tras almorzar salimos a reportear y un funcionario de CONAF, a cargo de la Estación Meteorológica del campamento que mantenían en la subcentral “El Romero”, consultado al respecto, nos informó que los instrumentos registraron 140 kilómetros por hora la velocidad del viento. Al ser consultado por los daños en las plantaciones de pino, a esa altura -sin tener los datos totales- estimaban al menos un 30% de la superficie afectada. La Municipalidad atendió a 38 personas, mujeres y niños, damnificados que perdieron gran parte de sus techumbres, y quedaron con sus pertenencias totalmente mojadas, destruidas o averiadas.
En tanto las reparación de la línea telegráfica llevarán más de un mes de trabajo, ya que la mayoría de los postes está en el suelo y la línea cortada y enterrada.
Por su parte, el ferrocarril fue el único medio de transporte que no se vio interrumpido. Mientras que el servicio de microbuses quedó normalizado el sábado 12, 48 horas después del temporal.
Consultado el alcalde pichilemino, respecto a los daños en techumbres, dijo a La Tercera que “en una apreciación hecha con personal municipal al día sábado solo en el radio urbano había un porcentaje no inferior al 80% de las viviendas con daños en las techumbres”, precisó.
Lo más preocupante que se supo del este temporal de viento y lluvia -que afectó al litoral central- fue el naufragio de embarcaciones con cinco pescadores y dos desaparecidos. A finales del mes de octubre del mismo año, también se produjo un gran temporal, aunque de menores proporciones que el descrito.
Pero casi un año después -en 1981- el temporal de viento y lluvia que se produjo -también con menor intensidad en la velocidad del viento, la secuela que provocó en el litoral fue trágica con varias embarcaciones que naufragaron: En nuestra costa “se desintegró” el bote “Calipso” que se estrelló entre la Piedra del Lalo y el Rapanui. Ahí hubo víctimas fatales, en tanto uno de ellos se salvó al amarrase a un tambor de combustible.
En tanto, la goleta “Gata Blanca” quedó a la cuadra de la Terraza, tirándola el mar a la playa; todo lo cual -incluidos testimonios gráficos- será para más tarde.
Víctimas fatales también hubo en otras regiones que fueron afectadas ….

Fotografías: "pichilemunews"

Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Mario Carvajal Bunster – 17.04.2020

Debiéramos, mirando esta foto, hacer memoria y contar la historia de esta imagen en blanco y negro, de Punta de Lobos, en el restaurante que estaba camino a Pichilemu llamado Juan y Medio.
Entiendo, sin duda, que es la que se presentó, en tamaño 30x40, y que ganó el Primer Premio en el Concurso de fotografías de la Sexta Región el año 1974. Y que de los organizadores, el milico designado que presidía el jurado, se quedó con la foto y todas las demás.
Quisieron los dioses (principalmente Dionisio, junto a los poetas que habitan el Parnaso) que, hambre y sed mediante, el autor y su obra se encontrasen por última vez, como un mero detalle del destino, a la vera de la carretera 5-Sur, donde paran los camioneros a las humanas cosas de cambiar el agua de las aceitunas, con hambre, sed y un breve descanso.
Y, nos queda la pregunta, ¿de qué modo llegó al restaurante Juan y Medio? El cuento es que esta foto de Punta de Lobos y otras de Pichilemu (como la que está en el Hotel-restaurante de Sergio Urzúa), el autor se la prestó para que decorara su negocio, al comerciante Hernán Álvarez Maturana, un pillo de siete suelas, (que con violencia descansa en paz) y a éste se la robó Juan Pérez, alegando que era de su pariente y, sin asco, como cuentan, se la vendió a Juan y Medio o se la cambio; en verdad fue por esto: por un plato de lentejas como Jacob le compró la primogenitura a Esaú. Y Juan Pérez, dicen, no olvida, hasta ahora, el tremendo asado que devoró ese día en la mesa pródiga de Juan y Medio. De lentejas nada.
Se dice de ese lugar en la carretera, que tomó su nombre del primer dueño, Juan, que era bastante alto y ampliamente grueso, por lo que los parroquianos murmuraban que alcanzaba su humanidad para un hombre entero y medio más.
Las tragedias no suceden sin motivo, hay oscuros poderes que con sus ambiciones van juntando causas hasta que se desata el desastre y, poco les importa en qué parte lejana de nuestro mundo sea.
Juan y su familia atendían muy bien, con cariño y esmero; cocinaban sabroso y eran generosos con el calibre de las porciones servidas a sus clientes y los salones muy limpios, las mesas atendidas por bellas camareras: todas huasitas vírgenes de la zona. El prestigio de la calidad corrió de boca en boca y su negocio prosperó sobre la marcha, aunque la virginidad que Juan y Medio añadía como postre para mirar y luego murmurar, en estos tiempos, no tiene ningún prestigio. Nadie cree en ella.
Entonces, todos los “Juanes” exclamaron: ¡Vamos ampliando los comedores, los aleros, la cocina; hartas ampolletas, tubos, cámaras de frío, ventiladores, refrigeradores para bebidas, ¡máquinas de helados! Hasta un “Wurlitzer” colocaron. ¿Habría, en medio de los campos aledaños, sembrados de viejas viñas; trajinados por vacas, gallinas y caballos, ¿un electricista? ¿A la mitad del camino entre Rengo y Requinoa?
No era necesario, somos chilenos, todos somos maestros “chasquillas”, “maestriamos”, además los electricistas cobran caro, y la municipalidad se lleva “una alita” por los planos... Así que: Así no más ¡a la que te criaste! ¡Como salga! Mientras más rústico: ¡más rica la comida!
Llegó un día fatal, en que estando todos borrachos celebrando un cumpleaños, que el antiguo local de "Juan y medio" fue consumido por un violento incendio que, se originó por un cortocircuito en la instalación eléctrica sobrecargada. No se salvó nada, y la foto del Primer Premio que exaltaba, con mucha anticipación por el acierto del fotógrafo, la posterior fama del Punta de Lobos, el surf y sus olas; la foto se hizo humo pese al agua que tenía retenida en su imagen; solo queda la que, de casualidad y, sin pensarlo, se guardó de la obra del Hijo Ilustre de Pichilemu, Jorge Aravena Llanca, convertida en la imagen de la carátula de su disco en que canta la famosa tonada “Quiero volver a Pichilemu". Al poco tiempo la imagen se volvió icónica en Pichilemu. Todos han buscado el mismo ángulo y han tratado de reproducirla, hasta nosotros un día con cámaras digitales anduvimos contando paso a paso, los cactus para buscar el ángulo exacto, sin considerar que la naturaleza cambia de tamaño y lugar los motivos naturales más débiles, como el caso de los seres ignorantes que son cactus que no dejan huellas: solo el más fuerte, sabio y bello es el que perdura y llega a viejo, pero igual se desvanece.
Las verdaderas causas de este siniestro están lejos, ¿la responsabilidad es de don Juan o sus descendientes, en lugares de esfuerzo y trabajo en que se hace lo necesario y se sale adelante con familia y todo? ¡No!
La culpa fue de Edison, J.P. Morgan, Westinghouse y varios más; los inventores y financistas de las ampolletas lumínicas, 116 años atrás en tiempo que le hicieron la "Guerra de las corrientes" a Nicola Tesla, quien proponía un tipo de electricidad sin cables ni recalentamientos. Más encima casi gratis. Puras y verídicas historias que el tiempo nos depara.
¡No, poh, hay que sacarle plata a la gente! Y se tiraron todos encima de Tesla, lo declararon loco y casi lo borraron de la historia. Ahora andan como enfermos tratando de entender sus teorías, el mundo está que se quema y el "loco" Tesla, además, resulta que era ecológico, adelantado y medio extraterrestre.
Los descendientes de don Juan, con los años, para no malgastar la fama, pararon el negocio nuevamente. Varias veces he ido a comer allí. Sigue siendo excelente.
Esta es la invitación al fotógrafo que aún vive y, un día por pura intuición, bajó a almorzar en ese antiguo Juan y Medio y se inmortalizó ante su propia obra.
Jorge, para tu próxima visita a Chile, tenemos que ir a contar la historia de la incendiada foto de Punta de Lobos, quedando su recuerdo como precursora del surf en Pichilemu y la desaparición de los lobos, porque apenas sobre su roca, blanca de abono inútil, se posan los alcatraces y las pocas gaviotas que avergonzadas y despistadas, detienen su vuelo en la erosionada cumbre. Y, esperemos por gentileza un asado –mejor un costillar ¿te parece?–, por si en algo los nuevos Juanes tienen memoria y aprecian la historia.

Mario Carvajal Bunster
Editor de Rave-Stern.

Fotografías: JALL/MCB/Archivo "pichilemunews"

Fuente: www.pichilemunews.cl – 21.05.2020

- Providencial salvada de cinco pasajeros incluido el piloto- que viajaban desde la Isla Juan Fernández con destino al aeródromo de Los Cerrillos.
- Esto ocurrió realmente en la noche del 21 de mayo de 1975, cuando en medio de una amenazante noche se sintió el ruido inconfundible de motores de un avión, que intempestivamente sobrevoló Pichilemu, insistentemente. Algo quería comunicar …
- En pocos minutos, pichileminos liderados por el controlador de tránsito aéreo, José Lino Vargas Jorquera, logran orientar a piloto de avión iluminando pista de aterrizaje con vehículos y fogatas.
- Un aterrizaje “casi” perfecto, salvó a sus cinco ocupantes, los que ya estaban preparados con sus chalecos salvavidas ante un inminente amarizaje/aterrizaje en la orilla de la playa.

- Pasajero de ese vuelo ocurrido hace 45 años, nos relató en exclusiva pormenores de ese traumático viaje originalmente con destino a Los Cerrillos pero que terminó en el aeródromo pichilemino.

Una lluvia de aquellas, torrenciales, habituales en esa fecha -aún sin estar en pleno invierno- fue la que precedió al 21 de mayo de 1975, la que “aguó” de cierta manera el desfile cívico con el cual era tradicional conmemorar las Glorias Navales que recuerda la heroica gesta librada en la Rada de Iquique, el año 1879, en el marco de la Guerra del Pacífico.
Y en el atardecer de ese día, negros nubarrones que se veían al lado norte, hacían presagiar que la lluvia seguiría ….
Fue pasadas las 20 horas, quizás más cerca de las 21, cuando para la gran mayoría de los pichileminos el ruido persistente de motores de avión se hizo familiar, porque no cesaron, sino al contrario.
Empezó a sobrevolar en círculos a baja altura, pero los intentos de visualizarlo entre las negras nubes eran inútiles.
No pasaron muchos minutos y ya la sirena de Bomberos estaba indicando alarma. Estábamos como muchos, en plena calle mirando hacia el cielo, cuando vimos pasar algunos vehículos en dirección al Aeródromo. Y varias personas y jóvenes sobre todo corrían en la misma dirección, a los que nos unimos en demanda del campo aéreo. La lógica indicaba que el avión estaba en dificultades. ¡Necesitaba aterrizar! No era necesario ser entendido para adivinar lo que ocurriría si el avión lo intentaba en esas condiciones.
De alguna forma, como “conectados”, los intentos -de todos- era de alguna manera ayudar a que el avión pudiera tener al menos unas mínimas referencias de la ubicación de la pista.
¿Cómo lo harían …?
Por fortuna un par de oídos, con más experiencia, supo intuir que el avión necesitaba ayuda para intentar el aterrizaje en la pista que desde el aire no se veía por ninguna parte.
Fue así como, por una parte el controlador de tránsito aéreo el piloto civil pichilemino José Lino Vargas Jorquera entendió rápidamente que había que hacer algo. Tomó su fiel Fiat 600 en el que había llegado un par de días antes, junto a su esposa Ruth, nada menos que desde Puerto Montt, para aprovechar unos días de descanso y aprovechar de ver a su madre, familiares y amigos.
Se subió a su “fito”, bajó el vidrio y se dirigió raudo al aeródromo pichilemino, gritando a los pocos vehículos que veía a su paso para que le siguieran a socorrer el avión. Avión que no se veía entre las negras nubes, pero que ya tenía a medio Pichilemu mirando tratando de visualizarlo.
Mientras eso ocurría, el ex piloto civil y bombero, el comerciante Lautaro Arce Vásquez, ya había dado aviso al Cuartel de Bomberos y la sirena hacía un llamado de alerta, al tiempo que tomaba su camioneta ¾ Chevrolet y subía a voluntarios que aparecían en su trayecto …
Cuando logramos acercarnos acezantes atravesando las manzanas eriazas, esquivando matas de pencas, pozas y barro hasta el recinto del aeródromo, vimos a lo lejos luces que se cruzaban y luego se alineaban a ambos costados de la pista, como también intentos de fogatas, y personas cuyas siluetas eran de tanto en tanto iluminadas.
Y, al fondo, en el umbral del cabezal sur de la pista un haz de luz que de tanto se movía en noventa grados desde el suelo al cielo …
El grupo en que veníamos aún no llegaba al ¼ de la pista, por la calle Comercio, cuando vimos las luces de navegación y el anticolitions casí sobre la pista misma y a los segundos pasar el avión en paralelo, tocando rueda y poco más allá de los ¾ de pista desviarse hacia el poniente y quedar detenido bruscamente.
Fue en ese momento, que decenas de personas se dirigieron hacia el lugar …
Junto a un par de personas decidimos quedarnos al lado del cerco de alambre de púa y luego de unos minutos, tras informarnos que todo había concluido con éxito, optamos por devolvernos.
Lo importante estaba hecho -por personas anónimas- que habían logrado lo imposible: un aterrizaje nocturno de avión y sus tripulantes, como los pasajeros, ilesos, sanos y salvos. Pasaron varios años -el año 1985 exactamente- cuando captábamos avisaje para una Guía Turística a color de la provincia Cardenal Caro que producíamos, tras acordar previamente una reunión por teléfono estábamos en la oficina del arquitecto Santiago Roi, en calle Estado a pasos de la Plaza de Armas. El profesional desarrollaba un proyecto de Loteo denominado Costa del Sol, en la comuna de Litueche y La Estrella, junto al Lago Rapel, y por ello, era un eventual avisador.
Mientras esperábamos, por casualidad conocimos ahí a uno de los pasajeros del avión. En efecto, era uno de los integrantes del equipo de profesionales de esa oficina, al oír que éramos de Pichilemu, tocó el tema, contando algunos aspectos de esa traumática experiencia, donde nos dijo que el piloto estaba agotando combustible dando vueltas sobre Pichilemu.
Era el arquitecto Gustavo Cardemil Dávila, quien -según recordamos. Dijo: “El propósito era tirarse a lo largo de la playa orientado por el relumbre del agua al llegar a la línea de la playa; o, “si atinaban los vecinos” intentar aterrizar en la pista local, que sabía existía; pero que no se veía en la oscuridad …..”.
Hace pocas semanas, buscando información en internet, encontramos un relato de un pionero de la aviación volando a la Isla de Juan Fernández: El autor, es el piloto comercial Santiago Figueroa Navarrete.
En su relato, cuenta que él justo ese día 21 de mayo de 1975 despegó en un avión hacia el continente, con destino a Santiago. Luego lo hizo el avión Cessna 310 bimotor de la Empresa Taxpa con cuyo piloto -Eduardo López- habían acordado mantener comunicación durante el vuelo, pero llegó un momento en que la perdieron.
El piloto Santiago Figueroa dice en su relato que, tras estar aterrizado en Los Cerrillos y ya en casa, luego de varios minutos de incertidumbre se enteró que el segundo avión había aterrizado en Pichilemu.

CONTROLADOR DE TRÁNSITO AÉREO
Sin entregar detalles precisos en su relato, aunque suficientes para saber de quién se trataba, menciona que uno de los pichileminos que fue crucial en ese “salvataje” era un Controlador de Tránsito Aéreo que estaba de vacaciones.
Junto con venirse a nuestra mente de inmediato el nombre de Lino Vargas, pensamos y nos preguntamos por qué nunca contó esa experiencia en alguna ocasión. En definitiva lo atribuimos a su modestia o el bajo perfil …
Pero eso nos llevó a intentar -pese a sus 90 años- nos diera el relato de algunos detalles que recuerda; cosa que se concretó tras los contactos con amigos comunes. Este es su relato:
“Yo había llegado a Pichilemu junto a mi esposa desde Puerto Montt por unos días, a ver y compartir con mi familia. Cuando sentí el ruido de avión estaba en el Almacén de mi hermana Toya. Mi cuñado me dice que parece que anda extraviado. Salgo a la calle y saco conclusiones que por la hora no había ninguna posibilidad de llegar, para ese tipo de avión, a Santiago con éxito. Era un accidente cien por ciento seguro. Y rápidamente voy a buscar mi pequeño Fiat 600 y me voy al aeródromo. Con el vidrio abajo le grito a otras personas en vehículo que hay que ir a ayudar a la pista y me sigue el Taxi del “Coté” Chico, aparte de otros que no recuerdo quiénes eran. Llegó a la Pista y le digo al “Ñungo” Aliaga que estaba con varios clientes afuera de su restaurant que hay que hacer fogatas en los costados, mientras llega don Lautaro Arce en su camioneta, otro socio del Club Aéreo. Y enseguida llegó un carro de bomberos, un jeep de Carabineros, el Taxi de Sergio Pacheco, entre los que distinguí y recuerdo.
Y así, en pocos minutos alineamos como a 4 vehículos por lado de la pista, más algunas fogatas que lograron prender … Yo dejé mi auto alineado y luces encendidas al igual que los demás vehículos y me fui al umbral del cabezal sur de la pista. Con una linterna que afortunadamente tenía las pilas bien cargadas me instalé en el eje de la pista y empecé a dirigir el haz de luz con movimientos de 0 a 90°.
Resumiendo: Pese a que el piloto no conocía la pista -solo de nombre, según confesó más tarde- entró súper bien y tuvo un aterrizaje “casi” perfecto. Digo casi, porque el piloto sin saber cuánta longitud tenía, a poco de aterrizar aplicó los frenos violentamente. Y como había llovido mucho viró hacia el poniente, saliéndose de la pista y enterró el tren de nariz, quebrándose ...”.
De ahí corrimos todos al avión a ayudar a sacar a los tripulantes, pero todos salieron por sus propios medios. Y nos agradecieron nuestra ayuda, sin la cual -según confesó el piloto- no les quedaba otra que tirarse a la orilla de la playa. De hecho estaban cada uno con chalecos salvavidas ante lo que para ellos era lo más inminente. Y las vueltas que dieron sobre Pichilemu era para agotar combustible y con la esperanza que alguien hiciera lo que finalmente se hizo con éxito”.
¿Cuántos eran los tripulantes?, ¿se recuerda de algún nombre de los pilotos, pasajeros? “Me recuerdo que eran cinco pasajeros, entre los cuales venía el piloto y un mecánico; pero no retengo el nombre de ninguno a estas alturas ...”.
¿Y tras dejar el avión, supo dónde se fueron a pernoctar?
“Bueno, primero recuerdo que a cada uno nos regalaron una langosta. Y de ahí, el “Ñungo” los invitó al Restaurant y también a algunos de nosotros. No sé de donde salieron dos botellas de champan y con eso brindamos. De ahí los llevamos como en tres vehículos al centro y si mal no recuerdo, los dejamos en “Las Cabañas” (Motel) de Carlos Echazarreta”.

LANGOSTAS
¿Qué sabe de un supuesto cargamento de langosta que traían?
“No supe cuántas traían, pero no creo que muchas, pues el avión no era para más de seis pasajeros. Venían cinco personas, incluido el piloto. Entonces no creo que hayan sido muchas. En viajes posteriores a Pichilemu, recuerdo que no pocas veces me preguntaban sobre las langostas; pero -creo- se inventó un mito en torno a eso. Obviamente que -siendo los isleños productores de langostas- vendían y se transportaban vía aérea al continente; pero en esa ocasión, las que venían eran ejemplares que traían los pasajeros para ellos mismos o regalar a lo más a familiares y amigos ...”.

“CHAGO” FIGUEROA
Hasta hace poco tiempo, el piloto comercial Santiago Figueroa Navarrete y posteriormente dueño de la empresa Transportes Aéreos Isla Róbinson Crusoe, era considerado por muchos colegas, como el más experimentado en volar a la Isla Juan Fernández. Ese día 21 de mayo de 1975 despegó rumbo tan solo pocos minutos antes que el piloto Eduardo López Rodríguez, quien lo hizo al mando de un Cessna 310, bimotor. Ambas aeronaves despegaron desde la Isla Juan Fernández con destino al Aeródromo Los Cerrillos, en Santiago.
Estos detalles, los relata “Chago” Figueroa -como lo recuerdan sus colegas e integrantes de la promoción en la FACH, donde se formó como piloto- en el libro que publicó donde narra una serie de hechos y anécdotas en sus años volando no solo a Juan Fernández, sino al sur, al norte, llevando incluso a varios candidatos a la Presidencia de la República y otras personalidades.
Así lo cuenta en el libro “Por amor al vuelo”, parte del cual leímos en un extracto que encontramos en internet y, donde, justamente incluye ese viaje, donde uno de los aviones terminó “haciendo un aterrizaje nocturno” en una pista no habilitada para ese tipo de operaciones, sino era con un alto riesgo de fracaso …
Acá, parte del relato de las vivencias del aviador: “Llamé por radio sin recibir respuesta; seguí insistiendo y puse un poco más de potencia para ver si podía verlo de nuevo, pero no lo logré.
Supuse que estaba de nuevo con problemas eléctricos y para no consumir totalmente la batería, había apagado tanto luces como equipos de navegación. Antes de entrar en la nubosidad cerca de Santo Domingo alcancé a divisar las luces de Pichilemu por el sur. Pensé que ojalá Eduardo las hubiese visto también. Me metí en las nubes y empecé a transmitir por la frecuencia que habíamos acordado por si me estaba escuchando para que se enterara cuál era la situación del tiempo en ese corto trayecto antes de llegar a Santiago. -Estoy pasando por sobre Santo Domingo y a pesar de la nubosidad logro ver el resplandor. Estoy con rumbo 082 – 10 minutos después le informé: – Ahora estoy sobre Melipilla y también es posible distinguir el resplandor, la nubosidad está más quebrada y el techo y visibilidad sobre Santiago, es bueno. Por favor si me escuchas, aprieta el micrófono para saber si recibiste mi informe.
Pero ninguna señal me llegó que me indicara que había recibido mis llamados. Cuando aterricé me dirigí de inmediato a la torre de control para saber si habían tenido alguna noticia de él, pero tampoco sabían nada. Pasó una media hora y según mis cálculos no tenía combustible para más de unos 20 minutos de vuelo. Estaba conmigo don Lucho, el hermano del mecánico que había viajado para solucionar el desperfecto eléctrico. A medida que pasaba el tiempo la espera se hacía más angustiosa.
Don Lucho se veía en pésimas condiciones anímicas y no lograba levantarle el ánimo a pesar que le explicaba que Eduardo era un excelente piloto con muchos recursos y que lo más probable era que, no pudiendo entrar a Santiago hubiese optado por aterrizar en alguna playa, y había que esperar, por lo tanto, que lograra acercarse a algún teléfono para saber de él. Lo invité a mi casa que está a no más de 15 minutos en auto de Los Cerrillos, a esperar noticias. Antes de retirarme de la torre de control llamé a don Carlos, el dueño de la Empresa, para comunicarle lo que estaba ocurriendo y luego dejé mi teléfono para que me pasaran cualquier información que pudieran obtener. Una vez en casa le ofrecí un café bien cargado y recién habíamos empezado a tomarlo cuando sonó el teléfono. Atendió mi señora y de inmediato se volvió hacia nosotros que esperábamos expectantes. – ¡Están aterrizados en Pichilemu sin novedad! Don Lucho se dio unos segundos para asimilar la noticia y luego lloró en silencio durante breves instantes. La tensión había sido demasiada para él.
Efectivamente, como yo lo había pensado, cuando se hizo de noche y prendió las luces de navegación, a los pocos instantes se dio cuenta que estaba perdiendo carga en la batería.
Me llamó para comunicarme que iba a apagar los equipos, pero ya su transmisión fue tan débil que no la recibí. Poco antes de llegar a Santo Domingo, vio la nubosidad tan compacta que no consideró prudente entrar sin contar con las radio-ayudas confiables como para volar en condiciones instrumentales y optó entonces por acercarse a Pichilemu cuyas luces también logró ver. Su intención era, como me lo suponía, tratar de aterrizar en alguna playa guiándose por la “noctiluca” – fosforescencia que producen las olas al romper en la arena. Los pasajeros que traía no eran turistas sino personal que pertenecía a una empresa, todos hombres jóvenes que se mantuvieron en calma en todo momento. Les ordenó ponerse los chalecos salvavidas y les informó sobre la situación. Antes de efectuar su aterrizaje en una playa, como aun contaba con combustible suficiente, decidió sobrevolar Pichilemu por si lograba ubicar la pequeña pista de aterrizaje que, sabía, tenía en uno de sus costados.
Empezó a dar vueltas a baja altura sobre el pueblo, con tan buena suerte para él, que lo vio un controlador de tránsito aéreo que estaba de vacaciones en el lugar y que supuso que ese avión se encontraba en problemas. Le pidió a unos amigos con auto que lo acompañaran hasta la pista de aterrizaje y entre todos la alumbraron para que pudiera ser vista desde el aire. Eduardo alcanzó a verlos; dio una vuelta más para asegurarse y finalmente se decidió a aterrizar. Al final de la corta pista había una parte un poco pantanosa donde ya, afortunadamente sin velocidad, la rueda de nariz se enterró quebrándose uno de sus seguros sin mayores consecuencias. Lo importante era que todos estaban sanos y salvos.
Al día siguiente fui con otro mecánico estructurista en un pequeño monomotor, un PA – 18 para reparar la rueda de nariz. Antes de aterrizar, sobrevolé un par de veces sobre la pista y cerca del cabezal norte, vi que había dos grandes palmeras que para el tipo de avión en que fui no significaban ningún problema, pero no me explicaba cómo, de noche, Eduardo había logrado pasar entre las palmeras y aterrizar con un avión que entraba con mucha más velocidad.
No cabe dudas que era muy buen piloto; pero sobre todo lo recuerdo porque era un excelente amigo; no es fácil encontrar personas de su calidad humana. Tenía un carácter agradable y amistoso su tono de voz era fuerte y daba la impresión de una persona autoritaria, sin embargo empleaba ese mismo tono aun cuando estaba haciendo una broma, el mismo que empleaba cuando aterrizaba en Cerrillos después de regresar de un vuelo a la isla, y decía en voz alta para que sus pasajeros lo escucharan – “¡nos salvamos otra vez!” Todos se miraban entre sí sin saber si lo había dicho en serio o si era simplemente una broma. Al final todos terminaban riendo por la salida del piloto”.
El autor de este relato -que es parte de su libro- falleció en Octubre del año 2017, tras sufrir una penosa enfermedad, según nos contó uno de sus camaradas, el investigador aeronáutico Sergio Barriga Kreft.
En tanto, el piloto Eduardo López Rodríguez se convirtió en uno de los tantos mártires de CONAF al caer con su avión cisterna Dromader, combatiendo un incendio forestal el 27 de enero de 1998, en las cercanías de Rodelillo.

PASAJERO
Como dijimos antes, el año 1985 tuvimos una breve conversación con un pasajero de ese vuelo, cuyo avión aterrizó impensadamente de emergencia en Pichilemu. Años después -a través de un lector de “pichilemunews” -el año 2008- un colega y amigo de ese pasajero nos puso en contacto vía mail.
Sin embargo, un interés mutuo para conversar con mayor amplitud sobre el tema no lo pudimos concretar antes.
Hoy, retomamos el contacto donde finalmente nos relató su experiencia en exclusiva. Se trata del arquitecto Gustavo Cardemil Dávila.
Ver relato en artículo, a continuación ….

Fotografías: Internet/W. Saldías G./Archivo "pichilemunews".