Fuente: www.pichilemunews.cl – 15.06.2024
- Juan Gaete Becerra, un activo dirigente de la localidad de Cáhuil nos confesó -aunque no somos cura- qué motivaciones tuvo, para concretar la donación de una hermosa escultura -ya terminada e instalada- en la Plaza que está en remodelación y próxima a ser inaugurada.
- La leyenda -que reproducimos in extenso, al final- cuenta que, aprovechando un viaje del viejo Vega a Topocalma, unos facinerosos se robaron el “caballito encantado” de la laguna. Y, desde ese momento, las redes que calaban en la laguna nunca fueron tan generosas como ocurría estando el caballito ….
Vanos esfuerzos hicimos con la artista autora de la obra, para conocer detalles de la escultura que fue instalada recientemente en la Plaza de Cáhuil, área verde que está en remodelación desde hace unos meses.
Esperando información -que nunca llegó- finalmente fuimos directo a quien financió la importante obra -realizada por la escultora Macarena Irarrázaval- que, rápidamente, ha llamado la atención en las redes sociales.
La obra en piedra granito, de más de 2 metros de alto y de dos mil kilos, está ya instalada en su plinto, con la correspondiente placa: un extracto de la leyenda del Caballito de Encantado de la laguna de Cáhuil, el nombre de la artista y del generoso y altruista vecino e hijo de una antigua familia de la localidad.
Mediante la gestión del director de la radio “Entre Olas” FM, logramos el número de Juan Gaete Becerra, sesentón, quien dijo: “Uno a esta edad piensa, a medida de sus fuerzas, lo que a uno le gustaría que quede en beneficio para la comunidad. Y, viendo que hace unos meses se empezó a remodelar la plaza de mi pueblo. Y, cavilando, me acordé de las historias que nos contaba mi abuela sobre el caballito encantado de la laguna, historia que la oí muchas veces de otras personas. Y, me dije, ahí está lo que quiero. Trataré de devolver el caballito encantado a su lugar de origen … Conociendo a la escultora Macarena Irarrázaval -radicada en la localidad- hablé con ella y le di a conocer mi idea y le conté la historia. Le dije más o menos que es lo que quería y que yo la financiaría. Llegamos a acuerdo en su valor y se hizo. Es la obra que ya está instalada en la plaza y que muchos están visitando y tomándose fotografías ...”.
Sin duda, lo que ha hecho Juan Gaete, a quien conocemos desde su edad escolar en la Escuela “Cardenal Caro” -compañero de uno de mis hermanos menores- y que en su adultez ha sido dirigente de cuanta institución hay en su localidad, es una obra fantástica, tan importante como la obra de arte que plasmó tan bien la escultora. Una obra -que nos atrevemos a aventurar- se convertirá en icónica de la localidad de Cáhuil.
Más aún, un sitio de interés digno de visitar como lo es la hermosa Capilla que está a un costado de la Plaza. En otras palabras, el dirigente y empresario, también estará creando un nuevo atractivo turístico para su terruño, que tiene sus salinas, su humedal con centenares de aves y fauna, su microclima especial, su cultivo de ostras y la serie de restaurantes que le convierten, junto a la laguna con zona de baños y paseos en bote, en un lugar imperdible de visitar en las vacaciones en la comuna pichilemina.
Donante
Estimado Juan, le acotamos, tú eres mucho más joven que yo y por lo que he sabido la escultura del “caballito encantado” no es la única “obra” que has estado realizando.
Supimos que la Pila bautismal, en piedra, con forma de bote, que está en la Capilla de Cáhuil también la donaste tú. El nuevo Apóstol de San Andrés que luce afuera de la Parroquia de Ciruelos, también, entre otras cosas, es con un importante aporte tuyo. La feligresía se puso con poco más de un tercio y el saldo fue de tu parte. ¿Estás pagando indulgencias …?
“No, como se te ocurre …, no necesito indulgencias. Estamos en una etapa que podemos hacer estos aportes y lo hago con mucho gusto. Tampoco busco reconocimientos, ni nada por el estilo, solo dejar algunas cosas que pienso son importantes para la comunidad y una parte de otras que están por concretarse. Ya están conversadas y se harán, con la ayuda de Dios y la Virgen”.
¿Y nos puedes adelantar algunas …?
“Mira, no te diré los detalles para que los publiques. Pero si puedes publicar que, el año 2028, la Parroquia de Ciruelos cumplirá los 250 años de su creación. Y ya están conversados algunos cambios que van acorde a cómo eran las construcciones de tipo colonial de entonces. Ahí ya se pueden ir dando una idea …”, nos indicó Gaete Becerra, al tiempo que nos reitera que los detalles queden off the record, al igual que otras iniciativas que piensa concretar más adelante.
No obstante, un detalle nos queda dando vuelta. ¿Cómo se gestionó que la obra que querías para la Plaza se instalara allí?
“Conversé con el alcalde Pozo y éste me respondió que, si la idea contaba con la aprobación de la Junta de Vecinos de Cáhuil, no habría problema para llevar adelante mi idea. Y así lo hice. Conversé con los dirigentes, quienes estuvieron en pleno acuerdo. Se envió una carta formal a la Municipalidad y fue aprobado. Así de simple”.
¿Y se sabe cuándo se inaugura la plaza?
“No. No tengo esa información, pero estimo que falta poco, pues las obras de remodelación están bien avanzadas …”.
La laguna de Cáhuil
Autor: Antonio Landauro
Cáhuil es un pequeño caserío de pescadores ubicado a unos veinte kilómetros al sur del balneario colchagüino de Pichilemu. En medio de la pequeña ensenada existen aún cuatro pequeños farolillos a gas que usaron, seguramente, en una época pasada los pescadores. Hoy son solo el recuerdo de otros tiempos mejores que vivió esa esforzada población.
La laguna de Cáhuil es angosta y se asemeja a un río de regular caudal. El agua en sus primeros quince kilómetros es salada y una fauna típicamente marina. Abundan los róbalos, las cachambas y los pejerreyes.
Cuentan los lugareños que vivió hace muchos años en Cáhuil un viejo pescador de apellido Vega. Era el más diestro y hábil de todos los pescadores ya que gracias a su experiencia y conocimientos, sacaba más peces y mariscos que ningún otro. Tenía dos hijos y una perra.
Poseía conocimientos de brujería y era también un hábil alfarero. Un día compró algunos caballos y cuando parió su yegua, echó a la laguna su potrillo y lo hechizó. Este encantamiento le permitió seguir sacando de la laguna enormes y abundantes redadas de mariscos y peces. El caballito estaba de su parte y la laguna bienhechora proporcionaba al viejo Vega y a todos los pescadores, productos suficientes para llevar una vida sin apremios ni preocupaciones.
El caballito encantado era feliz. De día y de noche se sentía el chapoteo de sus ligeras patitas galopando sobre el agua. De noche lo seguían en su carrera miles de aves y el “lucerito” de luciérnagas que lo acompañaban era impresionante.
La fama del viejo Vega trascendió más allá de los reducidos límites de Cáhuil, pasó su laguna y sus montañas floridas, traspasó sus dunas y sus salinas y llegó a otras regiones. Se le conocía en Topocalma y Pichilemu, en Bolleruca, en Bucalemu, en Llico y Vichuquén. Un caballero de Topocalma había perdido en el mar un chinchorro que apreciaba mucho por cuanto le proporcionaba pesca segura y abundante. Después de agotar sus propios esfuerzos y los de su servidumbre en vano, recurrió al viejo pescador de Cáhuil cuyos poderes sobrenaturales ya lo habían rodeado de una aureola de prestigio.
El poderoso señor de Topocalma le ofreció al viejo pescador por recuperar la embarcación todo cuanto él desease.
Había que arrancar el chichorro de entre unas rocas donde rompían furiosas olas. Vega se encaminó solo al acantilado. Rechazó toda ayuda y no llevó objeto alguno para efectuar su labor. Pidió solamente que nadie lo acompañara y que lo dejaran trabajar sin testigos. Esta exigencia suya picó la curiosidad de la servidumbre del terrateniente de Topocalma y varios de estos lo siguieron a escondidas y vieron cuando Vega llegó a la peligrosa zona y se desnudó.
Enseguida se frotó el cuerpo con un ungüento y, ante el asombro de los furtivos observadores, quedó convertido en un lobo marino. Se lanzó al agua y nadó con toda agilidad hacia el roquerío. Una vez en el lugar, se sumergió y desprendió el chinchorro de las rocas que lo tenían prisionero. Se lo ató a la cintura y nadó hacia la playa. Recuperada su forma primitiva, se vistió y se fue a casa del caballero dejando en la playa la codiciada embarcación. Tan grande era el agradecimiento del rico señor y tanto su asombro que le pidió al viejo pescador que se quedara en sus propiedades. La invitación fue naturalmente bien acogida.
La ausencia de Cáhuil del pescador fue aprovechada por los brujos de otras regiones, quienes desde hacía tiempo codiciaban al caballito encantado de la laguna, y haciendo uso de sus artes diabólicas, lo raptaron. Desde entonces la laguna de Cáhuil de “descompuso” y ya no fue más la bienhechora de los pescadores, después de algún tiempo, se terminaron en ella los erizos, los choros y las machas, y los peces sufrieron también notable disminución en variedad, calidad y tamaño. En la actualidad los pescadores de Cáhuil solo extraen de sus aguas -en otro tiempo generosas- cachambas, pejerreyes y robalitos, cuyos cuerpos se ven saltar entre las redes, las claras y límpidas noches de luna llena.
Fotografías: RR.SS./MIC/Cáhuil Paraíso Soñado.