Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Ramón Lizana Galarce (*) – 18.08.2024
- Hubo un tiempo cuando la palabra era ley. Los acuerdos se sellaban con un apretón de manos y con ello el compromiso quedaba firmado sin pluma ni papel.
- Cambiaron los tiempos y las personas comenzaron a incumplir sus acuerdos verbales y producto de ello se debió adoptar la forma de dejar escrito el compromiso. En un simple papel se dejaba constancia del acuerdo entre las partes.
Lo anterior tampoco fue suficiente y por lo mismo tales acuerdos se debieron legalizar ante un Notario, a objeto de que esos convenios si no se respetaban se aplicaría un castigo señalado en las leyes de la República.
Esa es la realidad actual y llevada al ámbito de las elecciones próximas, los personajes que buscan algún fin hoy en día se muestran en cualquier medio publicitario y con preferencia las RR.SS. y radios donde intentan vender su discurso muchas veces colmado de verborrea y demagogia que no dice nada o en su defecto señalan promesas que buscan agradar al ciudadano pero que de antemano se sabe no se cumplirán.
Las promesas que estos personajes le refriegan a la población no están respaldadas por ningún escrito legal, por lo tanto, no queda más que en eso, en una simple promesa que de seguro se irá con algún viento primaveral.
En Pichilemu se aproximan las elecciones para alcalde y concejales y ya se avizoran las sentidas ofertas que la población ha estado reclamando por años y que ahora serán solucionadas por esta gama de salvadores populistas que dicen estar enfermos de tanta vocación social.
La democracia permite a que cualquier habitante pueda ejercer su libre voluntad de participar en cualquier acto social y es ahí donde las capacidades tienen que sobreponerse al deseo y a la voluntad de aquellos personajes que tienen la osadía de creerse con las condiciones de poder representar los intereses de la comunidad.
Por lo que se ha visto hasta ahora, muchos de ellos no cumplen con los requisitos mínimos para atender las demandas de los ciudadanos, consecuentemente su tendencioso afán no pasa más allá de ser una fantasía ajena a todo sustento, solo avalada por algunas personas que vieron en ellos algún atributo que en realidad carecen para la mayoría de la población o que en su defecto se encuentran amparados por alguna tienda política de esas que vemos hoy totalmente maltrechas y corrompidas.
De la misma forma los hay quienes han ocupado el servicio público demostrando un alto grado de mediocridad y hoy en su creencia personal se autoconvencen de que están en condiciones de continuar aportando a la comunidad en consecuencia que han demostrado ser incapaces de objetar propuestas cuestionables e inservibles para la población, autorizando con su silencio sólo tareas que benefician a ciertos interesados olvidándose del profundo sentir de la gente.
Pichilemu necesita un alcalde y concejales que estén comprometidos con el quehacer de la comunidad atendiendo todos los asuntos sin excepción. No se puede continuar con autoridades serviles a ciertos propósitos escondiéndose de los reales problemas y mostrándose a la población con nimiedades olvidándose de la protección de su historia, de sus bienes y de su desarrollo territorial y urbanístico donde se incluya la simetría y la estética.
La sociedad actual avanza a pasos agigantados hacia un nuevo mundo donde la tecnología se ha posesionado en nuestra vida diaria, razón por la cual se torna indispensable que todo ciudadano llamado a ocupar un cargo público cuente con los conocimientos apropiados para enfrentar los nuevos desafíos.
Por lo tanto, el verdadero desarrollo y crecimiento de este pueblo que busca convertirse en ciudad lo encontraremos no en autoridades mediocres, populistas y serviles, sino en personas que tengan una visión concreta de lo que es Pichilemu y de lo que se quiere sea en cincuenta años o más, como mínimo.
Es de esperar que los electores sepan diferenciar entre el decir y el hacer, y beneficie al más preparado y castigue a los que quieren encaramarse sin poseer las condiciones para dichos cargos.
En razón a lo anterior conviene preguntarse rememorando la expresión de la última cena: ¿"seré yo maestro"?
(*): Profesor U. de Concepción (formado en esa casa universitaria penquista).
Fotografías: Archivo “Pichilemunews”.