Martes, 17, Sep, 6:46 PM

Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Ramón Lizana Galarce (*) – 29.07.2024
Centrados a mediados de los sesenta y principios de los setenta, Pichilemu vive informado de lo que las radios del exterior le comunican. La televisión aún es una utopía y los diarios y revistas que llegan a través del tren de pasajeros contribuyen al conocimiento del mundo exterior.
Los colegios imparten ciclos preparatorios, exceptuando el Liceo José Miguel Camilo que ofrece hasta segundo humanidades, pero con cierta limitación toda vez que se deben dar exámenes ante comisiones de profesores normalistas que vienen de Santa Cruz o San Fernando.
Al ponerse de moda la música instrumental con conjuntos que incluyen a una primera y segunda guitarra, bajo, baterista y su vocalista empiezan a surgir los locales bailables con lo cual una nueva vida nace en Pichilemu.

Es más, de medianoche y todavía resta visitar al más emblemático de los lugares. Dicho lugar recibe la mayor cantidad de personas de todos los estratos sociales, donde el rey indiscutido de la pista es el pichilemino “Lumumba” o Juan “Chorero” Vargas Carreño. Su concesionario, Francisco Lorca le llama Quinta de Recreo “Costa Azul" y está emplazada al inicio de la calle José Joaquín Aguirre colindando con las dunas que sirven de cortinas al oleaje del mar.
Es un gran galpón rectangular de madera de un poco menos de cien metros de largo con mesas y banquetas ancladas a la tierra en su gran mayoría. Al lado izquierdo un extenso mesón y frente a la puerta principal un gran escenario.
La Sonora “Festivalera” de Santa Cruz con su vocalista Ismael Carrasco le ponen el ritmo a la noche. Valses, tangos, cumbias y corridos envuelven el lugar mientras el pisco y la grapa con cuatro bebidas o bien el ponche de vino blanco con bebidas acompañan las mesas. Los fotógrafos recorren el recinto inmortalizando a los presentes ya sea en las mesas o bien al ritmo del baile del momento.
El mesón abarrotado de personas sin pareja observan hacia el centro de la Pista queriendo involucrarse en el baile.
El tiempo no cuenta. Todo es alegría y diversión. Muchos aprovechan a través de un papelito que hacen llegar al animador, enviar un saludo a algún familiar que cumple años o algo parecido como hacer conocer al personaje que se encuentra en el lugar.
La Sonora hace un alto y "Sandy Nasser" vistiendo un elegante traje negro con una humita roja que va de hombro a hombro ofrece los destacados temas de Leonardo Favio que se encuentran en boga, “Fuiste mía un Verano" y "Quiero aprender de memoria".
La noche se va y junto a ella se abandona el lugar.

Sobre la misma calle al lado derecho en un rústico local se encuentra el rey de los anticuchos, un personaje delgado con un pequeño bigote, boina, pañuelo al cuello y delantal blanco que se autodenomina "Doctor Mortis" especializado en ofrecer anticuchos de carne y de pollo. La travesía de la noche obliga a participar del ofrecimiento sirviéndose ya sea sentado o bien de pie al lado de la parrilla.
Al llegar a Aníbal Pinto un estimado propietario del Restaurante “Ducal” -Rubén Espinoza Moreno- ofrece el mejor caldillo que recuperará el cuerpo. El famoso caldillo de congrio que solo él posee el secreto de su condimentación.
El sol muestra sus primeros rayos. Las luces del pueblo se han apagado, lo cual indica que la noche se ha ido dejando tras de sí inolvidables recuerdos de una noche de verano en ese Pichilemu de los tiempos idos.

(*): Profesor U. de Concepción
Nota: Titulado en esa casa universitaria penquista.