Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Ramón Lizana Galarce (*) – 24.07.2024
Pichilemu, pueblo costero ubicado al suroeste de Santiago, dotado de arenas grises, rocas escarpadas y acantilados empinados, ofrece un sinnúmero de atracciones para las familias veraneantes que gustan de la playa y del campo.
Desde fines de los sesenta los pichileminos comenzaron a prepararse con mayor fuerza para recibir a sus visitantes, en una época de verano marcada tan solo por unos cuantos días de enero y casi la totalidad de febrero.
Un lugar emblemático es el Parque Ross con su glorieta, pileta, kiosco y palmeras con cerca de medio siglo que constituye un lugar obligado para el visitante.
Los hoteles Casino, Gran Hotel Ross y City marcan la rigurosidad del veraneante toda vez que ellos albergaban a los más exigentes turistas de la época.
El bosque, un camino con una entrada de palmeras a ambos lados que conducían a su interior hasta alcanzar unas cuantas mesas y bancas fabricadas con una mezcla de arena, fierro y cemento, con un acabado que imitaba la textura de troncos y una cubierta lisa, afinada suavemente, que permitían al veraneante realizar sus picnics junto a sus frondosos árboles.
Por la misma vía y también por otras alternas se podía alcanzar un cerro donde el sacerdote Fuenzalida ideó e instaló una gran cruz para celebrar más de alguna misa en el lugar. Debido a eso pasó a llamarse el Cerro de la Cruz.
En la calle Independencia se encuentra la Municipalidad local. Un edificio de dos plantas desde donde gobierna el alcalde acompañado de sus regidores. En el mismo lugar se encuentran las oficinas de la tesorería, la oficina de correos y el Retén de Carabineros. Detrás, en el subterráneo un calabozo y adjunto al mismo, las caballerizas toda vez que las rondas rutinarias los carabineros las realizaban montados en briosos caballos.
A pocos metros había una cancha encementada con cuatro luminarias donde se divertía la juventud realizando competencias amigables de baby fútbol y baloncesto. Tanto en el verano como en el invierno se realizaban campeonatos que cautivaban tanto al lugareño como al veraneante.
Desde la cancha misma mirando hacia el Sur se encuentra el mítico Cine Royal, lugar de ensueño para todo amante del cine puesto que ahí se proyectaban los mejores estrenos de la temporada. Quién más y quién menos guarda el mejor de los recuerdos de alguna proyección vista en ese lugar.
Por Chacabuco se encuentra la Parroquia “Inmaculada Concepción” y junto a ella la casa parroquial y tras el inmueble las caballerizas con la carroza que era utilizada para transportar a quienes dejaban este mundo. La iglesia, casa del catolicismo efectuaba los servicios de misas, bautizos, confirmaciones, casamientos y defunciones.
Y en Avenida Ortúzar final se ubica la otra Iglesia. Es la Iglesia El Carmen en honor a la Patrona de Chile reservada para la misa dominical de las 10.00 a.m. y que ya tiene de vida cerca de medio siglo.
Por Independencia cerca de las dunas hay una cuadra que está destinada a una plaza. Hay un trazado que intenta darle forma y conjuntamente han empezado con la arborización. Su nombre será Plaza Prat en honor al héroe de Iquique.
Hacia el sur-oriente de la plaza se encuentra la Piedra del Pelambre. Es un montículo de arenisca que sirve de espacio para mirar hacia el extenso mar. Parecería que esas miradas eran acompañadas de sabrosos comentarios de los vecinos del lugar y por eso llevaría ese peculiar nombre.
Bajo el puente que conduce a la estación de trenes se encuentra el atraque de botes que se usa para transportar al veraneante por las aguas de la Laguna Petrel en un paseo generalmente familiar.
Siguiendo la dirección del puente peatonal se llega a la terminal de la Estación de trenes. Una oficina con una ventanilla para la venta de boletos, un hall que conecta la calle con el andén y una bodega para el depósito de las mercaderías que entran y salen del pueblo.
Más al Sur de la Estación existe una punta de diamante que intercepta tres calles: Avenida La Concepción, San Antonio y Camilo Henríquez. En una de esas esquinas, San Antonio con La Concepción, se instaló la famosa “Culata” una banca donde los vecinos suelen pasar las tardes alegrando con sus bromas a cuánto transeúnte se cruce por ahí. En un frente el Restaurante "Las tres B" del Tato Becerra y en el otro la Botillería de José Escobar.
Finalmente los recuerdos nos llevan hasta la entrada de Pichilemu. Es el Puente Negro que intercepta con la línea férrea y que se constituía en la puerta que se abría para recibir al veraneante que llegaba utilizando tanto el sistema rodoviario como ferroviario.
(*): Profesor U. de Concepción
Nota: Titulado en esa casa universitaria penquista.