Martes, 07, May, 9:43 AM

Fuente: www.pichilemunews.cl – 25.02.2024
- La estación veraniega -en su apogeo- va en retirada, mientras fotografía publicada en redes sociales nos retrotraen a nuestra infancia y adolescencia; llevándonos en una aventura por la costa -que en nuestro caso- solo pudimos realizar en los años ’60 hasta las casas patronales de Panilonco. Y, años más tarde, a Tanumé (1976), y posteriormente a la lobería y al Faro de Topocalma (Marzo, 1977 y 1980).

En efecto, vimos la fotografía aludida que muestra a un adulto y niños bajando por la polvorienta prolongación de la avenida Ortúzar -desde Federico Errázuriz hasta la playa. Y, sobre sus cabezas el promontorio que no es sino la otrora “Piedra del Pelambre”. Que muchos -cuando se le menciona- no saben dónde estaba y menos por qué se le conocía bajo ese nombre.
Pues bien, ahí está -en gloria y majestad- ese monumento natural de arenisca que, si bien tenía su valor patrimonial, fue eliminado por un alcalde que tenía en mente un proyecto superior y que mantenía en cierto modo algunas características, en los inicios de su mandato inconcluso (1971-1973) por el Golpe Militar.
Detalles de ello, los dimos a conocer en un artículo del mes de enero, con ocasión de la inauguración de los SS.HH. en el sector suroriente de la Plaza “Arturo Prat”.
No está demás decir, que esta plaza recién en el año 1967 se empieza a construir -en la alcaldía de Carlos Rojas Pavez y apoyo de la mayoría de los regidores del período (1967-1971) tras acordar la adquisición de sitios -en poder de sus dueños- de esa manzana que hasta entonces había albergado incluso, uno de los basurales en el sector central de Pichilemu. Agregar, para ser justos con la verdad histórica, que antes de esa fecha, la Municipalidad ya había adquirido la mayor parte de los sitios de esa manzana.
Ya todos los sitios adquiridos -algunos donados también- tras gestión con la Armada, se consigue el busto del héroe naval Arturo Prat.
Ese lugar lo conocimos antes del año 1955, donde muchas veces jugamos a los pies de la Piedra del Pelambre junto a algunos integrantes de la familia Vargas Carreño, tirándonos guarda abajo por la arena. También, en nuestros recuerdos está la ida por primera vez al Circo “Hermanos Millas” instalado en la esquina de Ángel Gaete y Errázuriz, antes de los ‘60. Seis o siete años, donde tras ver a una niña contorsionista lo único que queríamos era tener una fotografía de ella que vendían tras su actuación. Ahí, por primera vez probamos el turrón, que hoy -el artesanal- poco se ve. Experiencias y un espectáculo que, por más modesto que sea, el circo nos sigue atrayendo ….
Es después de los años ’65, cuando volvíamos a Pichilemu en vacaciones de invierno, fiestas patrias y/o verano nos rencontrábamos con amigos de infancia y excompañeros -también estudiando en otras ciudades- buscábamos y hacíamos grupos para hacer crecer el grupo al doble.
Ahí surgieron fogatas con el juego “corre el anillo y sus penitencias” incluidas, caminatas al cerro La Cruz -donde había solo pinos- baile en los locales de esos tiempos. También, más de alguna vez el bailoteo fue en alguna casa y los “pinchazos” y romances que surgían, de unos y otros. Visitas y bailes en Santiago cuando el romance prometía. ¿Cuántos nombres se vienen a la mente …?
Bueno, muchas veces no pasaba nada y, de igual manera o caminábamos de punta a punta la Avenida Ortúzar, seguíamos por Pinto, La Marina (desde el ’91 Agustín Ross) y luego terminábamos en la Piedra del Pelambre, sentados allí, contando chistes o acordándonos de viejas anécdotas, hasta que en la oscuridad de la noche aparecía en la lejanía una luz que por leves segundos se dejaba ver, dependiendo de la nubosidad con su destello …., luz emitida por el Faro de Topocalma.
Destello que hizo abrigar toda una inquietud de conocer si ese Faro era o no, como aquellos que aparecían en el cine en alguna película ….
Fue en febrero de 1977 cuando a raíz de nuestro interés de conocer en terreno la labor de CONAF, se concretó exactamente el 2 de ese mes en el Día de la Candelaria, fecha que coincidía con el apogeo de la parición de lobos marinos en la lobería de Topocalma a pocos metros del Faro existente en el cerro donde se sitúa esa infraestructura que está a cargo de todos los faros existentes en el país.
Invitado por el Jefe de Área de Conaf, en esos años, el ingeniero forestal Esteban Sacristá; primero nos dirigimos al Vivero de Plántulas de pino radiata en el sector Las Garzas, el cual proporcionaba los pinitos para forestar los predios que tenían convenio con ese ente estatal.
Luego de estar allí, fotografiar y conocer detalles de aquello, emprendimos retorno y viaje a las instalaciones de CONAF en la reserva de Tanumé. Desde ahí, nos dirigimos junto a otros pichileminos a la Lobería de Topocalma. Cuando a unos doscientos metros nos acercábamos a la playa vimos la gran roca-cuna que estaba literalmente “hirviendo” con lobos adultos -hembras y machos- y cientos de lobitos prácticamente recién nacidos.
De hecho, muchos que tras caerse de la roca y siendo arrastrados a la orilla de la playa, arrastraban su cordón umbilical.
Otros tantos yacían muertos en la arena -tanto húmeda y seca- pero rodeados de aves de rapiña que los despanzurraban, tras luego de picarles los ojos, dejándolos a merced de garras y picotones. Sin duda, un espectáculo dantesco, estremecedor, donde las pocas personas que había allí, más unos ocho que llegamos ahí, poco podíamos hacer. Así y todo, junto con recorrer roqueríos cercanos, encontramos lobitos pequeños atrapados entre las rocas. Algunos de ellos se pudieron sacar y devolver a las aguas para que nadaran en busca de su madre. Testimonios que logramos fotografiar como de otras tomas a las rocas y lobitos que jugaban o turistas que intentaban jugar con ellos ….
Antes de regresar a Pichilemu, pudimos subir en el jeep que nos movilizábamos hasta casi la cima misma del cerro. Y desde ahí subir a pie el resto del camino, rápidamente, solo para hacer algunas tomas fotográficas y -¡por fin!- conocer ese Faro que tantas veces nos había hecho crecer las ansias de conocer ese misterioso faro que -a 40 kilómetros de distancia- hacía posible “orientar” y -si era necesario, modificar el rumbo- a las embarcaciones y alejarlas del peligro en la costa.
No en vano una larga lista de barcos y otras embarcaciones -a lo largo de la costa de nuestro país- como en otras latitudes, se registran cientos, miles de naufragios al chocar o encallar en la costa cuando ya por acción de temporales o por la oscuridad, las naves sucumbían en roqueríos y/o encallaban en las cercanías de la costa.
De hecho, en la costa de la provincia de Cardenal Caro y, por ende, de la Región de O’Higgins son numerosos los naufragios que están registrados desde siglos a la fecha.
Buques y/o barcos de bandera inglesa, francesa, española, holandesa -por nombrar algunas- dan cuenta de hechos que dejaron pululando en nuestros territorios a extranjeros. Y, dicen, que algunos habitantes de cabellos rubios, ojos claros, son producto de los genes de esos náufragos que en su afán de supervivencia o huida antes sus pretensiones o ya consumadas, huyeron …..
Unos pocos años después, ya creada y funcionando la nueva provincia de Cardenal Caro, desde Litueche -en una camioneta del municipio- llegamos -primero- a la Laguna de Topocalma y sus imponentes roquerios que están alejados del cordón de cerros y rocas más al sur; para después de registrar emprender una visita a la Lobería -también en fecha cercana a la Fiesta de la Candelaria- cuyo material nos publicó el diario La Tercera en su contra portada el 23 de marzo de 1980.

Fotografías: WSG (13)/Miguel Celis (1)/Ale Mor (1)/Internet (2): Mapas