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Fuente: www.pichilemunews.cl - Por: Manuel R. Pacheco Vargas (*) – 02.09.2023

Sin ser especialista en el tema, me permito dar una visión desde el punto de vista de mi situación etaria actual y de mi comunidad, para lo cual me basaré en una tendencia mundial la cual ha sido especialmente intensa en Chile. Me refiero a la prolongación del protagonismo en generaciones nacidas entre los años 1946 y 1964, estos hoy en Chile son aproximadamente el 80 % de la gente mayor. Que han sido protagonista de tantos sucesos sociales, económicos y culturales como la Revolución Capitalista de los años ochenta, recuperación de la democracia de los años noventa, lo que los dotó de pertenencia para justificar su vida útil, por largo tiempo más.

En los años recientes, esto parece ser que se acabó o se les ha quitado de parte de una nueva y reciente generación joven, que todo lo quiere cambiar. Lo destacable es que, a plenitud, esto sucede justo ahora que en nuestro país vivimos una profunda transformación demográfica como consecuencia de la longevidad alcanzada por las personas mayores. No es sólo un tema de vivir más después de su etapa de jubilación oficial, sino que se trata de una tendencia que se percibe, se ve y se reclama por muchos años más en el tiempo, consiste en que personas mayores necesitan y requieren mantenerse vigentes y consideradas.
La cuestión de choque generacional ha sido tema de larga data, no obstante ahora, este grupo etario está dividido en dos grandes:- Quienes se resigna al paso natural de los años y adquieren una posición pacífica -no se resisten- y los otros que se revelan ante el paso avasallador de las generaciones jóvenes y tratan de hacer oposición desde su situación a cambios profundos, sugeridos en que ven amenaza de inminente caos, donde no se da protagonismo a los de más experiencia, Estos dos grandes segmentos se observan en todos los ámbitos de la sociedad, ya sea en la familia, en el ámbito educativo, en las empresas, en lo político, en la educación superior e incluso en la iglesia.
La asunción al poder de esta generación joven, la persistente vigencia y presencia de la generación anterior, obliga a una perspectiva en el tiempo, menos confrontacional en pos de una generación de calidad de vida mejor. Lo que no sólo se trata de que los mayores comprendan o se resignen a los jóvenes, se trata de que esta joven generación comprenda a los mayores y acepten compartir protagonismos con ellos, aunque no sean en posiciones de liderazgo, asumiendo que puedan compartir experiencias y conocimientos, que constituyan complemento a su ímpetu y vigor, en una sociedad que lo requiere, lo necesita y lo reclama.
Esto pasa por terminar con la visión miserabilista de la vejez, que comparte hoy con casi toda la sociedad actual, promoviendo que la integración intergeneracional pasa también con la visión de los mayores como objetos de compasión e infantilización. Cuando esta actitud se instala, la vejez se vuelve a pensar que una persona por ser mayor tiene disminuida sus facultades físicas y mentales.
Como conclusión decir que la sociedad sana no es la que cuida a la gente mayor sino la que es capaz de empoderarla.

(*): Presidente Club Adulto Mayor “Amor y Alegría”.