Pica: En esta comuna nortina -al interior de Iquique- reviven la época de “Jurassic Park”
Fuente: www.pichilemunews.cl – 05.06.2022
- Por segunda vez, después de 39 años, llegamos a Pica -con ambas orejas- a gozar un rato de la “Cocha” de ese remanso en el vergel en medio del desierto tarapaqueño.
En nuestro periplo por el norte junto a mis dos hijos, Christian y Patricio, uno de los principales propósitos era llegar hasta la Virgen de La Tirana, para pagar una manda -sin fecha- realizada pocos meses antes de que naciera el segundo de mis hijos.
Estando en Antofagasta, el año 1983 fuimos con Christian -de 7 años- hasta Pica en la madrugada del 16 de julio a conocer esa fiesta religiosa tan famosa y a pedirle a la Virgen algo sencillo: “que el hijo que venía naciera sanito”. Claro que no pesara a estas alturas casi 100 kilos y fuera tan bueno para comer ….
Cumplió con creces la virgencita, pero nunca pude volver con mis hijos, por diversas razones. El año pasado estuvimos cerca de cumplir, pero las vacaciones que no coincidían, después la serie de elecciones -de las cuales ninguno queríamos dejar de participar- las pospuso. Para Marzo, para Abril, hasta que en Mayo si logramos coordinar. Se alinearon los astros y partimos …
Después de llegar a Antofagasta, ir a la Portada por enésima vez en mi caso, ir de pasada a la Caleta “Juan López” (que dejó de ser el lugar agradable de décadas pasadas) seguimos a Mejillones al día siguiente (que está mucho más lindo que antes). Y de ahí pasamos por Hornitos y ver desde la carretera pequeñas y hermosas caletas antes de llegar a la tierra de Alexis. El tiempo no nos dejó ver algo agradable de esa ciudad, pues María Elena nos esperaba.
A la pasada vimos el “Aeropuerto de Alexis” (un pequeño cartel así lo señala) allá arriba en el plan. Se trata de un aeródromo conocido como Barriles (campo de aterrizaje, donde alguna vez, en el siglo pasado, recibió el avión postal de Lan que abría rutas hasta Arica). Dicen que Alexis puso las lucas para su pavimentación, para poder llegar más rápido a su tierra cuando la visita de vez en cuando.
Llegamos antes de las 14 horas al edificio municipal, donde mi hijo esperaba pagar el Parte que ya varios meses antes le sacaron en esa comuna cuando transitaba por la solitaria carretera, en demanda del Cerro y Antenas de señales telefónicas que debía inspeccionar y fotografiar.
El Parte lo solicitó “por exhorto a la comuna de San Bernardo”. Y tras meses de consultas en el Juzgado de Policía Local de San Bernardo la respuesta era “no ha llegado”, seguramente “la pandemia”, “que esto, que lo otro”. Un par de semanas antes de viajar la respuesta fue igual de negativa: “Su parte no ha llegado”, contestó el (a), (e) diligente funcionario (a), (e). Llegamos a María Elena y mi hijo al explicar las razones de llegar desde Santiago a esa oficina -a miles de kilómetros de distancia (1.556 kms)- la funcionaria le dice que “el Parte fue despachado el 01 de Febrero de 2022 y fue recepcionado el 23 de Abril de 2022.
Y, la última respuesta en Abril fue que “no había llegado aún”. Se supone que usaron un servicio de correo formal, no una “paloma mensajera” o un “chasqui”.
Ante ello, mi hijo solicitó lo recibiera el Juez de Policía Local; pero -aunque no había ninguna persona en espera, el “Rey” se negó a atenderlo. Se ignora si aún no terminaba su colación. Al parecer la “sopa de letras” estaba muy caliente.
En subsidio, logró que la funcionaria fuera más empática -¡bien por ella!- y accedió a extenderle un Certificado -que lo adjuntamos- donde decía la fecha de despacho del Parte hacia San Bernardo y la fecha en que fue entregado en el lugar de destino.
Luego de esa desagradable pasada al Municipio, vimos un pequeño Museo Pampino donde recuerdan preciados testimonios del pasado de esa otrora Oficina Salitrera: Objetos y fotografías de personajes, cursos de escolares, fiestas típicas del lugar, entre otros elementos. Dejamos nuestra identificación en el Libro de Visitas, y saludamos y felicitamos al encargado del lugar.
Y nos encaminamos rumbo a Calama, pasando por fuera de la entrada al poblado de Chuquicamata. Cargamos combustible, pasamos a proveernos de vituallas y seguimos a San Pedro de Atacama llegando casi al anochecer. Buscamos el lugar reservado y tras una ducha a caminar por el atractivo poblado atacameño que nos deparará varias visitas, aunque no todas las previstas por el “no funcionamiento” por aforos, cerrado por reparaciones (el Museo Arqueológico “Padre Gustavo Le Paige”).
Estuvimos tres días y cuatro noches (incluida la del eclipse lunar); pero es insuficiente el tiempo para conocer tantos lugares que hay de alternativas. Y casi todos te llevan a un destino, para volver a San Pedro y, desde ahí, emprender otro rumbo. Todo señalizado, todo calculado y bien administrado exclusivamente por habitantes y etnias de pueblos originarios que, bien instruidos, amablemente, atienden a los turistas de distintas nacionalidades.
¿La puna? - Pese a nuestra edad no la sentimos, si el dolor de muelas al ver a unas gringas y/o europeas que intentaban -al igual que nosotros- llegar a Termas que, lamentablemente estaban cerradas por el aforo y otras yerbas. Si pudimos llegar a la Laguna Cejar -todo pagado, por supuesto- donde puedes estar en el agua solo 30 minutos a riesgo que salgas más tieso que un vidrio por los efectos de la sal, que aparte te impide te hundas. Y el tema del tiempo es sagrado. Si no sales, con un pito te piden salir para luego pasar a las duchas y camarines a vestirte. Tras ello, enjuagamos nuestro traje de baño, pero no lo suficiente, pues cuando llegamos devuelta a la cabaña, el traje de baño se paraba solo. En tanto, nuestra piel, seca. Los efectos de la sal son “duros”.
Valle de la Luna, Bosque de Cactus, fueron otros de los destinos y cada uno con sus atractivos.
Sin duda, se requiere tiempo para describir tantas bellezas. Por cierto distintas a las sureñas de nuestro país, pero belleza al fin.
De San Pedro de Atacama continuamos a Calama y de ahí a la Ruta 5 Norte para continuar a Iquique. Primero pasar por Quillahua. Más tarde Pozo Almonte, para desde ahí enfilar a la costa, pasando por Alto Hospicio (que está inmenso) y de ahí en rutas alternativas que no conocíamos, constatando en la bajada el gran crecimiento hacia el sur de la ciudad iquiqueña. De hecho nos quedamos en el sector de playa Brava, donde en los años '70 era una playa muy poco visitada y donde solo existía la solitaria construcción de la Discotheque “Ragú”, la única que conocimos en esos años.
Cocha
Volviendo un poco atrás, decir que -en San Pedro de Atacama- conocimos a una simpática estudiante “chimbarongüina” que a poco de titularse en diseño industrial -en una Universidad en Talca- quiso conocer ese lugar del norte grande. Y nuevamente -¡sorpresa!- como buena colchagüina conocía Pichilemu junto a su familia.
Ya acomodados en Iquique, al día siguiente nos vamos a la Oficina de Humberstone con la idea de visitar también la Oficina Santa Laura; pero las casi cinco horas de recorrido no fueron suficiente para recorrer tanto espacio y recintos interesantes. En mi caso, agoté batería de la cámara y del celular. Por suerte, los celulares de mis hijos registraron otros lugares. Y, no alcanzamos al otro destino.
A esta visita hay que dedicar mucho tiempo; pero por ahora destacar la limpieza de los lugares habilitados, como los servicios higiénicos para el público. ¡Un 7!. Y por supuesto a las recreaciones de la Pulpería, tienda, carnicería, abarrotes, frutería y panadería, entre otros recintos. ¡Es una maravilla!
Cincuenta y dos años atrás, cuando llegamos el año 1970 a estudiar a Iquique, conocimos a Jéssica -una estudiante de Pedagogía en Inglés- de la que nos hicimos amigos. Simpática, dicharachera y “ganchera” la iquiqueña. A todo el círculo de amigos de diversas carreras nos contaba -con más propiedad que una promotora de turismo- de lo linda que era la “Cocha” de Pica.
Nos decía e invitaba que teníamos que conocerla y que, además, había que bañarse ahí en la “Cocha”, disfrutarla. Que la “cocha” p 'alla, que la “cocha” p 'acá. Algunos amigos y amigas de entonces pudieron conocerla.
En ese tiempo no pude conocer la “cocha”.
El año 1983 estando en Antofagasta tras pasar a La Tirana, a Matilla -donde hay historia, una hermosa Iglesia y los dulces (pasteles)- pudimos llegar hasta Pica. Sin embargo, tampoco pudimos conocer la Cocha porque el Bus -en que teníamos pasaje ida y vuelta- tenía retorno temprano.
Esta vez íbamos preparados para bañarnos en la Cocha, para variar, estaba cerrada. No quedó otra que buscar un lugar para almorzar antes de devolvernos. Consultamos y nos recomendaron el Restaurant “Pomelo”. Fuimos y absolutamente dimos en el clavo.
Limpio, acogedor y muy buena comida. Los precios acordes a los muy bien servidos platos. Y no solo es bueno el “sour” con limones de Pica (que por los medicamentos no podía beber); sino también una Jarra (Pitcher de 1 ½ litro) de limonada heladita, refrescante y con un sabor increíblemente único. No es solo jugo de limón, agua, hielo y azúcar. No, lleva algo más. ¡Adivínelo!
¿Por qué el nombre Pomelo?
- Pues, porque en la entrada del Restaurant hay un frondoso Pomelo -con sus frutos a la vista- que si cae alguno en la cabeza seguiríamos hablando de la “cocha”.
Ya “con el estómago llenito y el corazón contento” visitamos un par de placitas -todas con su encanto y cuidados jardines- en casi todos los lugares. Algo que nos llamó la atención, fue la cantidad de personas de la tercera edad felices trabajando. Ya regando, o con rastrillos trasladando hojas a lugares de acopio.
Y algo más, en el mobiliario urbano: Miles de “faroles” modernos, pero que le dan un toque, que no pudimos apreciar de noche.
Cuando ya nos retirábamos de vuelta a nuestra base, Iquique, pasamos al “Jurassic Park” que está a la entrada del sector urbano, donde las fotografías hablan por mil palabras.
Nos trasladamos en un segundo a la película homónima, claro que ya cansados no le hicimos caso a las bestias. Las retratamos y fotografiamos para la posteridad ….
Si quiere pasarse el rollo de la película, adelante!!
¿Qué?, ¿el por qué eso de que llegamos con ambas orejas …?
“Ahhh, lo olvidaba. La historia de Pica dice que el primer visitante que llegó al lugar “de lugares lejanos” por el año 1533, fue “Gonzalo Calvo de Barrientos, de tez clara, barbudo, rara vestidura y sin orejas”. Llegó así, “mutilado” en castigo infligido por orden de Francisco Pizarro como castigo por un robo cometido en Jauja.
Y -sigue la historia- fue el propio “Desorejado” quien pidió fuera recomendado a tierras donde no hubiera cristianos; llegando de paso a Pica, lejano lugar del entonces camino al sur ….
Fotografías: CSR/WSG