Fuente: www.pichilemunews.cl – 29.06.2024
- Hoy se conmemora el Día de San Pedro y San Pablo, patronos de los “hombres de mar”. Una actividad que, desde siempre, es una de las más sacrificadas y riesgosas por el peligro latente, sobre todo cuando deben alejarse en sus embarcaciones a alta mar o mar adentro ….
Todo ello, pese a que nuestro Océano Pacífico nos demuestra, a través de la historia, que es todo lo contrario. Al menos eso es lo que nos dice una bitácora plagada de hechos donde el mar a cobrado víctimas, dejando muchas veces a hogares destruidos por la pena, el dolor, de perder a un ser querido.
Y, si bien esos casos que estamos recordando genéricamente han ocurrido en cualquier época del año, hoy los sacamos a colación a raíz de los temporales que tan asiduamente están afectando con rigor en las diferentes regiones de nuestro país.
Nos remitiremos a hechos, sucesos que han sido protagonizado por embarcaciones de gran tonelaje, como mediano y menores, tanto por “hombres de mar” de nuestra comuna, como otros que navegaban a la cuadra, o el mal tiempo provocó el naufragio frente a nuestras costas de la actual provincia de Cardenal Caro, de poco más de 100 kilómetros, en la Región del Libertador General Bernardo O’Higgins.
Para ello, recurrimos a la Bitácora que -en los años ’70- nos facilitó el alcalde de Mar de entonces, el “hombre de mar” e instructor de pesca Alejandro Mella Galaz.
Es así, como nos dice que -el día – ocurrió …..
“Ese mar que tranquilo te baña, te promete futuro esplendor …”, dice en parte nuestro himno patrio. Bellas frases que, sin embargo, en la realidad, nuestro mar “echa por tierra”, puesto que de tranquilo y pacífico tiene solo el nombre.
Las innumerables tragedias que en él se han producido y las que directamente ha causado con centenares de terremotos -con epicentro en él- y los maremotos, llamados también “tsunamis”, se encargan de demostrar que de tranquilo y pacífico tiene muy poco, por no decir nada.
Unos cuantos ejemplos, en el mar pichilemino, que recuerdan situaciones donde el dramatismo y la desgracia ha estado presente, sirven como aseveración de lo anteriormente expuesto.
Naufragios
Al tener acceso a antecedentes de la Alcaldía de Mar, hace algún tiempo ya, conocí en detalle de varios casos en que el mar del litoral pichilemino ha jugado varias “malas pasadas” a pescadores, marinos, ya en botes, goletas pesqueras y hasta barcos de gran tonelaje; en las cuales han protagonizado naufragios con secuela de muertos y desaparecidos.
Es así, como el 28 de enero de 1958, el bote pesquero “Tahiti Nui”, matrícula N°30 de Pichilemu, naufragó con 5 tripulantes, salvándose 3 de ellos mientras que dos perecieron ahogados. Sus nombres Juan Ullrich Salgado, Emilio Calderón Córdova, Evaristo Vásquez Sanhueza, Ernesto Vásquez Sanhueza (ahogado) y Jorge Gutierréz Jeria (ahogado). En la ocasión, el bote “Esperanza” zarpó en su auxilio, logrando rescatar a dos pescadores que permanecían asidos al bote volcado, en tanto otro logró nadar y alcanzar la orilla; mientras que otros dos murieron en el intento.
Los tripulantes del bote salvador, eran José Castañón Flores, Rafael Carreño Vargas y Mario Correa Arraño. Este último -el más joven- a la fecha aún puede contar su historia a su familia.
El sábado 14 de febrero de 1959 es un avión el protagonista de una tragedia. En efecto, a las 17.55 horas de ese día, un avión Piper 370, matrícula CC-SKG perteneciente al Club Aéreo de Santiago, con base en el aeródromo de Tobalaba, minutos después de despegar desde el aeródromo de Pichilemu, con destino a la capital, cayó al mar (ver detalles de este episodio).
El avión era tripulado por el piloto civil Víctor Furnaro y llevaba como pasajero a Italo Magnolfi Vignolini, miembro de la sociedad Magnolfi-Bianchi, propietarios a la sazón del Gran Hotel Ross del balneario pichilemino.
Como no fue posible el rescate de inmediato; días después la familia tanto del piloto como del pasajero, contrataron los servicios de un barco pesquero -el “Ocean Gift”, de San Antonio- y de buzos profesionales para que rescataran a las víctimas.
Recién el día 21 de febrero, un día después de llegar el barco al sector del accidente, el buzo Raúl Villagrán Muñoz encontró al avión y el cadáver del piloto, quien permanecía en su asiento con el cinturón de seguridad; no así al pasajero, cuyo asiento posterior estaba vacío y con el cinturón sin abrochar.
El motor del aparato se encontraba separado del fuselaje y enterrado en el fondo a 30 metros de profundidad.
Tanto el cadáver del piloto, como los restos del avión fueron subidos a bordo del barco pesquero y llevados en él al puerto de San Antonio, luego de rastrearse sin resultado al pasajero.
El hecho de que el cuerpo del pasajero -presunta víctima- no se encontró en el lugar, y que su asiento estaba vacío y el correspondiente cinturón de seguridad abierto; dieron origen a una serie de especulaciones.
Entre ellas que el pasajero llevaba consigo una fuerte suma de dinero -producto de las entradas del hotel, en el fin de semana- para ser depositada en un banco santiaguino. Y otra que dice que, al parecer, el pasajero fue un fantasma que nunca subió al avión, como estaba previsto …
Golpes de mar
El 19 de enero de 1960, la chata a motor -cuyo nombre no estaba consignado en la Bitácora- naufragó con cuatro tripulantes al volcarse la embarcación producto de los “golpes de mar”.
El hecho ocurrió a las 7 AM mientras los pescadores Mario Correa Arraño, Eduardo González Vargas, Emilio Calderón Córdova y Francisco Vásquez Sanhueza; ahogándose este último, cuando realizaban labores de pesca.
Según el relato de los sobrevivientes -consignados en el parte de la Alcaldía de Mar- el accidente se debió a tres golpes de mar, por el lado de la proa, levantando totalmente la embarcación del agua. Seguidamente vino otro golpe de mar que arrojó por la borda a sus tripulantes.
Francisco Vásquez -detalla el parte- recibió un golpe en los pulmones y no podía moverse, razón por la cual su compañero Mario Correa lo ayudó a aferrarse a la borda del bote, mientras él trataba de “atrizar” el bote. Sin embargo, vino otro golpe que hizo soltarse a Francisco Vásquez, perdiéndose en las aguas.
En el segundo golpe, González y Calderón habían nadado hasta la playa, salvándose. En tanto que Correa al perder de vista a su compañero, nadó también a la playa, alcanzándola. Posteriormente, el cuerpo de Francisco Vásquez fue avistado entre aguas, siendo rescatado por su hermano Evaristo, quien le practicó respiración artificial y masajes, sin éxito.
Décadas del ’50, ’60 y ‘70
El hoy mundialmente conocido lugar -Punta de Lobos- con una ola izquierda famosa por su longitud, potencia y altura, en sus mejores días, ha sido varias veces escenario de naufragios y varazones.
Aquí, parte de esas historias:
El 19 de febrero 1955, es un pesquero japonés -contratado por una empresa del Puerto de San Antonio- el que estando con sus bodegas llenas y con rumbo a su base -a causas del oleaje, empieza “a hacer agua”- su capitán tomó la decisión de cambiar rumbo oriente en medio de la noche, encallando metros al sur de las rocas de Punta de Lobos.
La maniobra permitió a su tripulación incluido el capitán, abandonar la embarcación de 100 toneladas. Sus trece tripulantes japoneses se salvaron, tras alcanzar los roquerios y guarecerse en la orilla de los acantilados a la espera de que amaneciera.
Lo más increíble, es que su tripulación estaba integrada solo por ciudadanos japoneses, en total trece (13), el mismo número del Barco: Tokay Maru N°13. Su capitán era Tetzuzo Endo, quien había sufrido los efectos de la bomba atómica lanzada en Nagazaki. Las edades de la tripulación fluctuaban entre 20 y 28 años. Aparte del capitán Endo, seguía el primer piloto Tomoyoshi Kubota, el contramaestre Yoshimi Yamada, el radio operador Mamoru Umitsuki, el primer maquinista Hirona Mitsuda, y 8 marineros más.
El 2 de noviembre de 1959 una lancha maulina, matrícula N°29 de Constitución, naufragó con 5 tripulantes en la playa principal de Pichilemu -San Antonio- frente a la Avenida Ortúzar. Sus tripulantes permanecieron asidos a la embarcación en espera de su rescate; el cual llegó a través de un helicóptero de la Fuerza Aérea, que dada la alerta y solicitud de auxilio llegó antes de una hora.
En los primeros meses del año 1962, es un barco pesquero -de la Empresa Harling, del Puerto de San Antonio- el que varó a pocos metros al norte de las rocas de Punta de Lobos. Toda su tripulación resultó ilesa. Sin embargo, el barco de gran tonelaje a causa de sus averías debió repararse en el lugar y después de intensos trabajos -por varios meses- fue zafado desde la orilla mediante el remolque de un barco gemelo. Fue necesaria la ayuda de un helicóptero para levantar los gruesos y largos cables desde uno a otro de los barcos, para su remolque.
Largas horas demoró esa faena, la que fue presenciada por cientos de pichileminos que llegaron en cabritas, a caballo, caminando por la playa y los menos en unos pocos vehículos a través del antiguo camino interior por La Lomilla y que aproximaba a unos dos kilómetros de Punta de Lobos.
Cabe recordar, que el camino a Cáhuil y Punta de Lobos se construyó -por la costa- casi diez años después.
1976
En jueves 18 de marzo de 1976, a las 5.30 AM, debido a la neblina reinante, varó otro pesquero de San Antonio, de nombre “Tronador 2.000”, con 9 tripulantes, todos los cuales se salvaron a nado. Sin embargo, el pesquero -de 134,8 toneladas, de la empresa Sopesa- no pudo ser rescatado. Su estructura y mástil, hasta hace unos años, se veía casi al borde mismo de la playa “La Pancora”, ubicada metros al sur de Punta de Lobos, hasta perderse totalmente en las arenas de esa playa.
Los 9 tripulantes -según lo que publicamos en el diario “La Tercera”- eran: Enrique Merino V, capitán; Clemente Andrade, piloto; Julio Muñoz H., motorista; Juan Moraga, cocinero; Francisco Silva, 1er. Pescador; José Acevedo, Armando Araya, Jorge Bravo y Eduardo González, marinos.
1980
En abril de 1980 toda la zona central del país fue azotado por un temporal de viento y lluvia que dejó numerosas víctimas y damnificados.
Se produjeron varios naufragios con un sinnúmero de víctimas y desaparecidos.
En nuestra costa hubo dos naufragios: en el sector de La Virgen, fue botado el bote “Calipso”, el que se destrozó en medio de los roquerios. Dos de sus tripulantes resultaron desaparecidos y solo uno -Erasmo Muñoz Flores, de 18 años- se salvó amarrándose a un tambor bencinero y botado a la playa. Y, la goleta pesquera “Gata Blanca”, matrícula SA-100, la que varó metros al norte de La Terraza y semanas después botada a la playa por el oleaje.
Sus cuatro tripulantes llegaron ilesos a la playa asidos a tambores: Ellos eran el patrón Patricio Ampuero Jiménez (22), Mario Muñoz Alvear (25), José Rojas Cáceres (28) y Patricio Jara Zambrano (24).
Ambas embarcaciones pertenecían al Puerto de San Antonio.
Tras permanecer varios meses, la goleta “Gata Blanca” -donde está hoy el “Pepe Cuervo”- fue subida a un camión “zorra” para repararla en el Puerto, cuando bajaban hacia Los Valles se produjo un accidente donde perdió la vida una persona.
Posteriormente, otra goleta varó frente a la Avenida Ortúzar y permaneció varios meses antes que fuera transportada por tierra a su puerto de origen para sus reparaciones. No fueron reportadas víctimas, número de tripulantes, ni procedencia.
Años ‘90
El 16 de octubre de 1999 el bote “San Sebastián”, de Pichilemu naufraga con tres tripulantes: René Hernán Mella Levicán, Osvaldo Hernán Escobar Gaete y Crescente Hernán Bozo López.
El bote de fibra de vidrio, de 7 metros de eslora, naufragó a la cuadra de Punta de Lobos cuando se dirigía cargado a Pichilemu, pero un “surazo” provocó que una ola lo llenara de agua y se hundió por la popa.
Tanto René Mella Levicán y Crescente Bozo López fueron encontrados amarrados a tambores; mientras que Osvaldo Escobar Gaete fue encontrado en las mismas condiciones días después.
Del bote no se supo nunca más, hasta 12 años después -el 18 de noviembre de 2011- fue hallado entre aguas por pescadores de la Caleta de Bucalemu, quienes dieron aviso para constatar que, efectivamente se trataba del bote “San Sebastián”, el que se encontraba con averías, pero que -según los pescadores- podía repararse.
Año 2000
El jueves 2 de diciembre de 2009, alrededor del mediodía, el bote “Franja”, matrícula EMU-188 de Pichilemu se volcó cuando navegaban frente al sector de Tanumé al norte de la comuna y se dirigían a pescar con tres tripulantes.
Dos de ellos -Roberto Cepeda Arenas y Alex Polanco Díaz- pudieron nadar hasta la orilla; en tanto el tercer tripulante -Rubén González Vargas (26)- desapareció en las aguas. Las labores de rescate se realizaron vía aérea -helicóptero de un dirigente del Club Aéreo de Pichilemu- por mar, con un bote zodiac de la Armada, una moto de agua y botes artesanales de compañeros de faenas. Y solo tres días después se logró encontrar el cuerpo del infortunado, tras un intenso rastreo por la orilla de la costa, un poco más al norte de Tanumé, lugar del naufragio.
(Otros casos de pescadores pichileminos continuarán en una próxima entrega). (Continuará en una próxima entrega).
Estas tragedias en el mar, frente a la costa pichilemina, no siempre han sido protagonizadas por “hombres de mar” de nuestra comuna. Es lo que han señalado sobrevivientes de algunos de esos casos, pero que al pedir precisión de fechas las han olvidado o no han querido revivir esos dramáticos y, por qué no decir, traumáticos momentos en sus vidas. Es, por ejemplo, el caso de los hermanos Vásquez Sanhueza -ya consignados reseñados- quienes según don Evaristo, provenían de la zona de Arauco, cuando a la cuadra de Pichilemu naufragaron y se quedaron para siempre en Pichilemu.
Y, por otra parte, su caso no los encontramos en la bitácora que aludimos y que tuvimos en nuestras manos.
El 31 de marzo de 2024 se produjo el rescate de dos pescadores de la Isla Santa María, quienes, tras estar casi una semana al garete con su lancha “Alexia Esperanza”. Habían zarpado el domingo 24 a una jornada de pesca y estando alejados de la costa falló el motor y quedaron a merced de las corrientes marinas que los llevaron a la cuadra del sector de Punta de Lobos, a unas 12 millas de la costa, donde fueron avistados por los tripulantes de la lancha a motor “Soledad”, de Bucalemu, quienes los rescataron y llevaron a Rodrigo Cruz García (50) y Diego Cruz Guzman (23), padre e hijo, respectivamente, sanos y salvo a la playa pichilemina.
Fotografías: WSG/Archivos “pichilemunews”/Internet
Colaboración especial: Radio “Entre Olas” FM.