Lunes, 13, May, 8:09 AM

Fuente: www.pichilemunews.cl – 17.02.2024
- Pese a que desde el mismo instante en que nació en humilde cuna heredó el apodo familiar, ya en su juventud -para la elite veraneante- era nada menos que Lumumba, asimilado al color de la piel del líder africano Patrick Lumumba; no obstante, a que su parecido era más bien al líder hindú Mahatma Gandhi, por su innegable parecido físico.

¿Adivinó de quién estamos esbozando en estas primeras líneas?
Quizás sí, quizás no. Lo cierto es que nuevamente estamos escribiendo de un personaje notable por su procedencia, en el seno de una más de las modestas familias pichileminas que quizás no tuvieron ni la oportunidad de estudiar, de llegar alguno a ser profesionales; pero que a punta de esfuerzo, de trabajo, cada uno salió adelante en la vida.
Nadie los puede tachar de mal vivir, de personas que estando en los límites de la adversidad, nunca cruzaron la línea ni para tomar un pan -se lo ganaban de alguna manera- pese a que algunos lo tienen todo, y aún así salen torcidos, caen en lo peor de la sociedad en que vivimos.
En este caso, nos repetimos y, desde ya digo que no será la última vez, pues hoy estamos en pleno verano -como muchos- viviendo unos días, unas horas en nuestra patria chica, disfrutando no de todos los placeres de la vida. Digámoslo francamente, pero el solo respirar la brisa marina, el aire yodado de sales, de pinos, eucaliptus, como en más de alguna ocasión escribió el bardo colchagüino José Vargas Badilla -que en fechas aproximadas- se fue para siempre, pero también se quedó para siempre en la tierra de este bosque pequeño.
Nuestro personaje de hoy, muchas veces nos repitió su nombre cuando lo parábamos solo para saludarlo y preguntarle cómo se llamaba y, él repetía de un tirón Pedro Juan de Dios Vargas Carreño. Ya fuera apurado haciendo “un mandado” o con su cajón de lustrabotas -como muchos niños en los años ’50 y ’60- que pululaban por las calles pichileminas en busca de clientes. Y vaya que los había entonces.
La gracia que nos causaba es que él, de unos trece años o menos y nosotros de unos pocos años menos, le preguntábamos su nombre por la forma en que lo decía, rápido, de corrido. Y seguía en lo suyo, sin molestarse, pese a que causaba risa su forma de expresarse ….
Bueno. Y así nos quedó su nombre, hasta ayer grabado en nuestro disco duro. Digo hasta ayer, pues descubrimos que el “de Dios” está de más. Concluimos que, tal vez su madre, la señora María de Jesús, le agregó un tercer nombre de pila; pero lo cierto es que después de indagar por años, más que su nombre -de cual estábamos seguro sabíamos correctamente- era su fecha de nacimiento.
Logramos saber esto último, no así la fecha de su muerte, que sí sabemos a ciencia cierta fue a manos de delincuentes, en Santiago, cuando lo asaltaron, que es lo que sabemos por información de sus hermanos y familiares. Y que también nos confirmó -a través de una llamada telefónica- su única hermana: Carmen que reside fuera de nuestra comuna.

Sumergidos
Tras indagar con Fernando, su hermano menor, sin resultado. Luego con su hermano mayor Luis Enrique, ya octogenario, pero aún miembro activo (u honorario del Cuerpo de Bomberos); institución esta última en que ha servido casi todos sus cargos directivos y así lo atestiguan medallas que ha recibido por años de servicios distinguidos hacia la comunidad.
Ninguno de ellos guarda un documento que nos permitiera -con certeza- conocer su fecha de nacimiento y su muerte. Conseguimos el número de celular de su hermana -la madre del querido y malogrado Marcelino Cuevas, que se fue tempranamente en período de Covid- pero junto con alegrarse del llamado y del propósito, solo nos prometió buscar en sus recuerdos familiares, algún documento que nos permita conocer más. La volveremos a llamar para conocer cómo le fue …
No obstante, nuestro bichito y espíritu de investigador nos llevó ayer, con determinación a sumergirnos en los libros parroquiales, para -al menos- encontrar su fe de bautismo. Y, “eureka”. ¡Lo encontramos!

Pedro Juan Vargas Carreño nació el año 1944. Hoy tendría 79 años, ni más ni menos …..
De estar vivo, seguramente lo veríamos caminar de aquí para allá, con bastón o sin bastón y quizás, recordando en cada mujer que pasa por su lado saludándola respetuosamente -como era su carácter- y porque justamente esa característica le permitió bailar con cuanta mujer se lo propusiese. De la “elite veraneante” sobre todo, más que de las locales, que -digámoslo francamente- le hacían el quite.
Pero quienes lo observábamos en cada local nocturno al que fuéramos, lo veíamos con sana envidia que, a “colérica”, muchacha o lola que sacara a bailar, nadie se negaba y, en un dos por tres estaba bailando rock, cha cha cha, mambo, vals, pasodoble, tango, twist. En fin, todos los ritmos que en los ’50, ’60 y ’70 estaban en boga.
Todos los ritmos los bailaba extraordinariamente bien. Y, por ello, sus acompañantes sabían que aparte de no hacer el ridículo, estarían en el foco de atención, pues, muchas veces los familiares y amigos de la acompañante le hacían ruedo para destacar aún más las habilidades del bailarín y acompañante que, obvio, también sacaban lo mejor de sí ….
La Pista Municipal, las distintas Quintas de Recreo, el Rapanui, la Tanguería eran parte de los lugares que visitaba con su habitual bajo perfil, acercándose a los grupos, saludando y, muy luego ya estaba en la pista de baile brillando como solo él sabía hacerlo.
De niño, muy tempranamente hacía brillar los zapatos de reputados clientes, un poco más grande “corteando” llevando y dejando pasajeros del tren en hoteles, residenciales y pensiones. Más tarde, ayudaba a los maquinistas a mantener relucientes las viejas locomotoras a carbón. Y ya más crecido, haciendo mandados y bailando.
Tras una temporada de verano, luego de juntar su platita se fue a Santiago a visitar a familiares; pero -dicen- sufrió un asalto y su vida quedó tronchada, sin que la justicia hiciera justicia, como lo que a muchos pichileminos le ha sucedido: atropellos -en Santiago, Rancagua, Pichilemu- y de otras formas violentas ….

Fotografías: Archivos “Pichilemunews”/Ilustraciones: Chiby