Fuente: www.pichilemunews.cl – 30.09.2024
“ … y deuda que no se pague” -que ojalá la paguen- por la tremenda labor educativa y legado que deja a la comunidad.Pichilemu: No hay fecha que no se cumpla…., dice profesor Carlos Leyton en su despedida.
Hoy, en las redes sociales nos encontramos con un posteo del profesor Carlos Leyton Labarca, al que conocimos hace una buena cantidad de años cuando un fin de semana, en la Cuesta de la Herradura, caminábamos en dirección a Pichilemu “haciendo dedo” para llegar pronto a destino.
En eso estábamos, cuando -primero- sentimos el motor de un vehículo que se acercaba y -luego- apareció entre el polvo que levantaba un Station Wagon, el que se detuvo afortunadamente y, ante mi solicitud, aceptó traerme.
En la conversación, supimos quienes éramos y de qué familia proveníamos. Apellidos que, a ambos nos parecían familiares, pero -en nuestros casos- no nos conocíamos.
Ahí fue cuando supe que era profesor en Ciruelos y que estaba -con sus alumnos- reuniendo una serie de objetos antiguos y ya en desuso en cada una de las casas para lo que años más tarde y hasta ahora se conoce como el Museo del Niño Rural.
Fue el comienzo para iniciar una relación de difusión -a través de publicaciones- y apoyo a la iniciativa, la que se complementó con el apoyo -concreto- de parte de mi hermano Antonio, quien en varias ocasiones ha aportado documentos y objetos para que sean exhibidos en el Museo.
Posteriormente, desde el año 1996 al 2004 coincidimos en el Concejo Municipal. Es más, creo, fuimos parte importante entre quienes lo convencimos que -ante su desazón, tras las elecciones- para ejercer el cargo, pese a su renuencia inicial.
Y, no obstante, a que en algunos temas tuvimos diferencias, tras la votación que permitió reemplazar al alcalde titular -por sus actuaciones irregulares- lo apoyamos resueltamente en su gestión.
Incluso, acompañándolo a gestiones ante el Seremi de Obras Públicas -Ricardo Trincado- para lograr construir un Portalón de acceso y bienvenida a Pichilemu, una idea entregada por jóvenes profesionales y que, lamentablemente por la sucia política, que día a día se empuerca más, el seremi en lugar de apoyar puso solo obstáculos y no se pudo llevar a la realidad.
En la misma ocasión, también, aprovechamos para hablar entonces con el presidente regional del Consejo de Defensa de Estado, CDE, a fin de exponer una serie de situaciones en torno de propiedades municipales y fiscales, y de buscar apoyo para lograr solución. Pero, ni que hubieran estado concertados, tampoco encontramos apoyo.
Esto sucede porque -desde siempre- la política de mierda que practican algunos, ve primero -aunque los nobles propósitos sean para solucionar y en beneficio general- quiénes lo están pidiendo y a quién o quiénes serán beneficiados con los resultados positivos.
Y esa misma política de mierda a la que nos referimos, es la que está detrás de los nombramientos en cargos en diferentes organismos, como los que hoy la opinión pública está conociendo en las más diversas aristas. En el Poder Judicial, en la Fiscalía, en el CDE, en las Notarías y Conservadores de Bienes Raíces, incluso en algunas embajadas, donde en la mayoría de los casos, el mérito y probidad de las personas no es lo importante, sino los contactos, la afinidad política, hasta los apellidos.
Pero, afortunadamente, la madeja poco a poco se tendrá que desenrollar y el pozo de estiércol se tendrá que eliminar, a menos que -como ha ocurrido en el pasado reciente- los políticos de aquí y de allá lleguen a un acuerdo y queden nuevamente tapados bajo la alfombra.
Aunque estos últimos párrafos son para un artículo en especial, la situación de frustración que vivimos en esas dos gestiones dadas como ejemplo -ocurridas hace dos décadas- igual son atingentes y corresponden a lo que se está conociendo hoy en día.
Asimismo, como concejales pudimos trabajar juntos en la elaboración y/o adecuación de los Estatutos de la Corporación Municipal de Cultura, la que -desde el primer momento, a las gestiones para recuperar y poner en valor el ex edificio del Casino- tendría la misión de administrar el Centro Cultural, lo que lejos tras su creación formal no ha pasado de “ser un adorno” y manejado políticamente por el alcalde de turno quien, discrecionalmente, ha puesto al frente a personas. Y no la Corporación que es el organismo encargado de esas funciones.
Con lo anterior no se pone en tela de juicio la capacidad de quienes han pasado por allí, sino la forma política usada, al más puro estilo “patrón de fundo”.
Esta relación de hechos quizás no sea las más adecuadas, en estas palabras motivadas por el alejamiento del excolega concejal Carlos Leyton Labarca en su función de profesor; pero cada uno lo hace de acuerdo a su capacidad en esta hora en que nos sumamos al reconocer los méritos que ha demostrado en su gestión como profesor, gestor cultural y exautoridad comunal. Y de alguna manera había que decirlo. Y se dijo.
Estoy seguro de que, no obstante, la labor como educador ha sido relevante, que solo se demuestra con un botón: con una escasa matrícula en un momento -amenazada como otras con su cierre, en un momento- hoy se alza y constituye en un ejemplo con la innovación implantada durante los últimos años como director. Un lustre y honor -sin duda- que te pertenecen junto al equipo que formó.
A ti y al equipo -que me imagino seguirá trabajando allí- este modesto reconocimiento de este medio de comunicación.
Despedida
Acá, las palabras que nos dieron el pie a este artículo.
Después de 50 años 4 meses y 22 días, ha llegado el momento de asistir este lunes 30 de septiembre de 2024 por última vez a mi querida Escuela de Ciruelos, establecimiento que me cobijó por todo este periodo de tiempo. Muchos recuerdos se vienen a mi mente, como por ejemplo las precarias condiciones, la pobreza y carencias de todo tipo que allí había cuando llegue y que seguramente fueron el motor que me impulsó a permanecer tanto tiempo en ese hermoso lugar, siempre rodeado de buena gente y de mucho cariño para poder revertir aquello y transformarlo en la belleza que es hoy y de la cual disfrutamos.
Durante el tiempo que fui profesor en esta escuela, murieron mis padres, conocí a mi esposa, nacieron mis hijos y llegaron los nietos, cuñadas y sobrinos, formando lo que es hoy somos, una hermosa familia.
Muchas autoridades, presidentes, gobernadores, alcaldes y jefes pasaron sus periodos mientras yo ejercía de docente y encargado de la escuela de Ciruelos. Incluso yo mismo fui concejal un par de veces y alcalde (s) por poco más de un año.
Para muchos de ellos, casi todos, mis agradecimientos por haberme apoyado en mi gestión, creer en mis sueños y confiar en mí, para algún par de ellos, solo el olvido.
Decenas de colegas y cientos de alumnos y apoderados quedan en mis recuerdos, al igual que los colegas de las diez escuelas que se cerraron, con los cuales nos relacionábamos habitualmente.
A todos ellos sólo gratitud por la confianza y amistad que se mantiene hasta hoy con muchísimos de ellos. También mis respetos para mis alumnos, apoderados y colegas que ya partieron de este mundo.
Para la comunidad educativa de hoy, alumnos, apoderados, personal, profesionales y docentes solamente mi reconocimiento por haber confiado y crecido con nuestro proyecto educativo.
Mis disculpas, si en este medio siglo de labor docente, por acción u omisión pude haber ofendido a alguien.
La Escuela de Ciruelos, sin duda es y será un hito importante en mi vida, en cada cosa realizada allí puse mi pasión, mi vocación y mi amor por ese establecimiento. Los resultados están ahí, a la vista de todos los que han sido parte de esta historia y que al igual que yo, están convencidos que solo la educación puede cambiar la vida de las personas.
Gracias a todos por haberme soportado tanto tiempo.
Fotografías: Archivos “Pichilemunews”/Facebook de CLL..